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Raul Wiener
1. Cuando escuché por primera vez la impactante cifra de víctimas de la guerra interna en la voz quebrada de Salomón Lerner, dando cuenta de la investigación de la Comisión de la Verdad que estableció una proyección estadística sobre los datos disponibles, me planteé de inmediato la siguiente, obvia, pregunta: ¿cuántas muertes diarias debieron producirse para llegar a 69,280 en veinte años?, ¿saben cuantas?, 9.5 muertos cada día.
Además si se considera que el período intenso del conflicto duró más o menos trece años, el promedio se elevaría hasta 14.7, casi 15 muertos diarios entre 1980 y 1993. ¿Es esto creíble? En tanto el proceso que se vivió en el Perú no está compuesto de grandes batallas y de operaciones con armas pesadas, me da la impresión a primera vista que el número clave de la CVR, resulta largamente excesivo. No es la fórmula matemática la que prueba la corrección en este caso, sino la capacidad de sostener la cifra expandida, en los hechos concretos.
Este es mi primer reparo.
2. Admito con Daniel Manrique[1], que los registros a la mano, no pueden cubrir la totalidad el universo de los muertos de la guerra (todos no son exactamente "víctimas", aunque este es un tema aparte). El problema es llegar a saber qué porcentaje del total de la tragedia es el que tenemos registrado a través de todas las denuncias. La CVR afirma que logró anotar alrededor de 20 mil casos con nombres y apellidos. Y a este número se le agregó luego la información consignada por la Defensoría del Pueblo y cuatro fuentes de organizaciones de derechos humanos o afines. Una depuración deslindó personas repetidas y permitió un listado de 24 mil casos, según recapitula Manrique.
Teníamos pues una cifra sólida de seis fuentes diferentes y sabíamos que fuera de ella había una cantidad sin precisar. ¿Puede saberse cuántos eran los faltantes? En este punto del análisis, volví a sentir que las estadísticas me jugaban otra mala pasada. Porque si la fórmula me lleva hasta un total de 69,280 muertos (70 mil, en número redondo), quiere decir que mi base (24 mil) se ha expandido en 191%. Prácticamente dos muertos no identificados, por cada uno en el registro.
Acepto que me digan que hay poblaciones no documentadas, que pueden desaparecer sin que oficialmente se sepa de su existencia. También de que hubieron casos de familias enteras aniquiladas y de ausencia de testigos actuales. Pero eso no me da pie para inferir que casi el 70% de los caídos se quedó sin nombre. No veo por donde esto es que se pudo producir algo por este estilo. Tendrían que darme lugares, épocas y acontecimientos que lo hagan posible.
Este es mi segundo motivo de observación a las estadísticas de la CVR.
3. Puedo darle también el crédito a Manrique cuando peca de inmodestia para decir que la CVR fue más incluyente en el recojo de información, que las otras fuentes. Incluyente quiere decir aquí que las denuncias recibidas por Defensoría del Pueblo y por las organizaciones de Derechos Humanas, estaban cargadas a la responsabilidad militar en las violaciones, debido a que, por función, estas entidades hacen vigilancia al cumplimiento del Estado respecto a los derechos de las personas.
La CVR pretende reflejar mejor la realidad porque a ella se presentaron denuncias de todo tipo, aparentemente con libertad total para contar la verdad de sus sufrimientos. Ya he explicado en otra nota que providencialmente estuve en el distrito de Chungui (oreja de perro), en La Mar, Ayacucho, pocos días después que la Comisión y aprecié muchas críticas a la metodología de recojo de los testimonios y la forma como algunos culpables de violaciones (ex senderistas o ex colaboradores del ejército) se presentaban como víctimas, a la espera de una reparación material. No pretendo hacer una generalización. Pero el caso es emblemático, puesto que se dice que en este lugar hubo el mayor número de muertos en relación a la población original. Y que aquí se enseñoreó Sendero por muchos años debido al aislamiento de la zona.
Pues bien en Chungui la investigación del CEDAP sobre el número de muertos a través del mapeo de las fosas y el recojo de testimonios en el terreno durante meses de trabajo, arrojó una cifra y una proporción en las responsabilidades que estaba en armonía básica con las informaciones que se manejaban a nivel nacional y regional. El cálculo apuntaba a una pérdida de aproximadamente el 20% de la población, siendo el mayor número de muertos ocasionados por la presencia militar en el distrito desde mediados de los años 80, instalados en bases de donde se organizaban incursiones a las comunidades consideradas influidas por los senderistas. La investigación era incluyente y a pesar de ello no confirmaba la tendencia que más tarde encontraría la CVR, también para el castigado distrito.
Pero si hay una diferencia a tomar en cuenta en la calidad de la información de la Comisión y las otras fuentes, esa es la del factor tiempo. La distancia temporal en la que se producen los testimonios, algunos después de 20 años, tiene un significado que los materiales estadísticos no ponderan. Por lo menos en todo lo que he leído hasta ahora. Hay un asunto de cambio de contexto y perspectiva de las personas. Entre 1980 y el 2000, muchas familias cambiaron varias veces de bando y sufrieron muchas veces ataques de los dos lados. Unos se fueron y retornaron después de una experiencia urbana. Lo que es fundamental, además, es que yendo al campo a esta fecha uno encuentra un paisaje de post guerra, dominado muchas veces por la asociación entre militares y ronderos.
Ahora no se trata de si la gente miente y si lo hace no puede variar la tendencia, porque se requeriría una mentira concertada. A eso no se ha aludido. Es algo mucho más sustantivo. La gente que declara ahora abiertamente en una plaza, ante un organismo que identifican como una representación estatal, del que además esperan una mediación para conseguir reparaciones materiales, y sabiendo que cuando ellos se vayan, las relaciones de poder local seguirán operando como siempre, no ofrece algo que tenga que ser catalogado como un mejor testimonio que los que se entregaron a poco de ocurridos los hechos más sangrientos. Si el conflicto era ajeno, como sostiene la CVR, y los campesinos no estaban ni con la república popular de Guzmán ni con la república democrática de Belaúnde, García o Fujimori, y jugaban ante todo a su supervivencia: ¿cómo extrañarse que pueda serles indiferente ahora buscar trasladar las responsabilidades a los vencidos y desprestigiados "terrucos"?, al fin ¿a quién le importa?
Hago esta reflexión porque lo que hay que señalar aquí es que la CVR se encontraba frente a una inconsistencia fulminante. Sus datos no seguían la tendencia de las otras cinco fuentes en relación a la proporción de las responsabilidades militares-policiales y las senderistas.
Pero si era así: ¿qué hicieron los expertos?, ¿criticaron sus datos?, ¿hicieron un estimado promedio asignando pesos?. No, lo que se dijeron es que su cálculo tenía menos desviación que el del resto. Por tanto era más cercano a la verdad. Y por lo mismo sería base en las proyecciones.
Este es mi tercer apunte metodológico a las estadísticas de la CVR.
4. Manrique explica que el no puede corregir los datos a capricho porque incurriría en un fraude. No cabe decir por ejemplo: "supongo que SL debió haber matado más que el resto así que voy a multiplicar su supuesta responsabilidad por tres"
Bueno, no pueden. Pero algo así han hecho. Asumiendo sus cifras como las más confiables la CVR concluye que el dato de muertes producidas por Sendero está subestimado. Mientras que, por semejanza en la cantidad de casos achacados a militares y policías sobre muertes y violaciones de derechos humanos en las diferentes fuentes se da por cierto que esa cantidad tenderá hacerse relativamente constante por estar más cerca de la verdad. Es decir al hacer la proyección de bajas hipotéticas, se hará crecer más la responsabilidad senderista y declinar progresivamente el porcentaje de responsabilidad militar. El senderismo entrará así al terreno de una virtualidad asesina que no es el más adecuado para juzgar su papel en el Perú de hoy.
Todo depende de la hipótesis de trabajo. Y no de la fórmula matemática o del misterio del método de Estimación de Múltiples Sistemas (EMS). Si mis hipótesis fueran otras: por ejemplo que la proporción de las tres fuentes se mantiene hasta el final, la estimación sería diferente.
Ahora veamos el mismo tema desde el ángulo de la consistencia. Señalar una carga de 46% sobre el supuesto de 69,280 muertos, es afirmar que Sendero eliminó a 31,868 personas. Esto significaría que en 13 años de conflicto intenso, la organización de Guzmán fue capaz de asesinar a razón de 6.7 personas diarias. ¿Tiene algún sentido?
Más aún, la CVR insiste en que siempre fue una organización pequeña que en su mejor momento, alrededor de 1990, apenas si llegó a las 2 mil personas. Estaríamos hablando entonces de más o menos diez muertos por cada senderista, lo cual aún el militar más antisubversivo diría que es falso.
Algo más, salta muy fuerte a los ojos el hecho que en la proyección estadística Sendero Luminoso termine provocando no sólo el mayor número de muertos totales, sino también el número más alto en cada departamento (excepto Lima) y en todos los años de la guerra. Esta impresionante simetría -que incluye los años 83 y 84 de ofensiva del ejército sobre el terreno y de repliegue y sobrevivencia subversiva-, me parece sencillamente burda y muy indicativa de que estamos ante una fórmula matemática ajustada a una hipótesis política que produce profundas distorsiones.
Este es el cuarto elemento de debate que encuentro sobre el tema.
5. Nunca he sugerido que el equipo de estadísticas, como los demás miembros de los grupos de trabajo haya procedido con malicia o programas políticos ocultos. Me conmueve más bien la sinceridad y corrección con la que defienden sus esfuerzos. Pero ninguno de ellos puede hacerse responsable de la línea política del Informe Final. Es la Comisión la que ha escogido el terreno de presentación de sus conclusiones con indudable cálculos político.
Es lo que pasa con el uso de la cifra 69,280 que bien pudo ser 70 mil como dice Daniel Manrique y como fue planteado en la discusión previa a la presentación. Nótese de paso que para las cifras de base se usan números redondeados (16 mil, 24 mil)
La impresionante exactitud de los muertos proyectados se debe a su valor político. Hasta ahora nadie sabía la verdad, tanto que estábamos en un tercio de los muertos. Y para que nos crean no mostramos un rango, sino un número de impacto.
Eso fue así. No culpo a los estadísticos, sino a los que le dieron este manejo.
Peor es el caso del 54% de muertos cargados a Sendero en las conclusiones y el discurso de Lerner para la entrega del Informe, mientras el anexo estadístico le imputa el 46% con el método que hemos discutido más arriba.
Nuevamente la motivación es claramente política. Se ha dicho que el 54% corresponde a las denuncias que recogió la CVR, y no a las cifras acumuladas con olas otras fuentes y tampoco a la proyección. Uno usa entonces el dato que le parece sin explicar porque uno o porque otro, con tal que haga el efecto que se busca, en este caso la idea extremada de que más de la mitad de los muertos vinieron de la subversión, lo que obviamente baja las responsabilidades de la contrasubversión y la guerra sucia.
6. ¿Tienen la culpa los estadísticos de que el número de muertos no distinga con claridad a los combatientes caídos en acciones de enfrentamiento, sean militares, policías, ronderos, subversivos u tros, de los que fueron asesinados sin capacidad de defensa?, ¿por qué la CVR ha velado el número de senderistas y emerretistas que murieron en diversas circunstancias del conflicto?, ¿por qué además no se ha hecho énfasis en las bajas de las fuerzas de contrasubversión por cada uno de sus componentes: militares, policías, autodefensas ligadas a la FF.AA., paramilitares; que debe estar contabilizado en alguna parte?
¿Por qué el afán de contar sólo "víctimas"?
El Perú pagó con mucha sangre el sueño de la revolución senderista. Más de la cifra que tenemos oficialmente registrada, probablemente menos de lo que dice la CVR. También muy probablemente una mayoría de los caídos era ajeno a los dos polos de la guerra. Por tanto víctimas inocentes. Pero igualmente cayó un alto número de los sublevados y de sus represores. Esa es la verdad, que todos deberíamos tratar de entender en sus más profundos significados.
Y disculpen si para poner las cosas en su debido sitio tenemos inevitablemente que ser muy francos.
Publicado en La Fogata (http://www.lafogata.org/peru2003/per_puntuales.htm) - 25-09-2003