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RICARDO SOBERÓN. Cargo. Especialista en temas de narcotráfico y seguridad.
CAMPO MINADO. Advierte que ante la poca capacidad de negociación del gobierno y los líderes cocaleros se puede avecinar un escenario de desborde social. Las bases cocaleras no creen ni en el Estado ni en sus dirigentes.
Milagros Salazar.
-¿Cómo explica que en cuestión de semanas el gobierno aprista se haya abierto un frente social convulso con las diversas organizaciones cocaleras? Primero Tocache, luego el Monzón y ahora La Convención que, por ahora, ha suspendido su huelga...
-Tengo la impresión de que el gobierno de Alan García no ha podido ser consecuente con las propuestas que planteó antes de llegar al poder y ha enfrentado procesos de diálogo que no han dado resultados prácticos a pesar de que se le delegó esta tarea al Ministerio de Agricultura con la idea que desde este sector la mirada podía ser más tranquila que poner al frente de la negociación a Devida.
-Quizás se pensó que podía evitarse negociar la suspensión de las erradicaciones...
-Pero para los cocaleros de hecho también era mejor sentarse con un Ministro de Agricultura para hablar de temas de desarrollo que negociar sólo cuotas de erradicación. Ahí hubo un primer desfase de los productores. Ahora nada ha cambiado y seguirá igual porque el gobierno y los cocaleros no tienen capacidad de acordar puntos serios en la agenda.
-¿Qué debe hacer el gobierno?
-Si el gobierno cree en la erradicación como política de Estado, una idea que no comparto, tiene que hacer entender a los productores que hay diferencia entre producción de hoja de coca y demanda legal. Y que, ante esta situación, el Estado se compromete a erradicar sin llegar a la violencia, no como al parecer lo hace la Policía y el Corah. Parece que el gobierno no conoce realmente cómo se realizan las erradicaciones.
-Precisamente, los cocaleros de Yanajanca en Huánuco acaban de denunciar abusos...
-Así es, el gobierno no puede seguir tomando la actitud de que aquí no pasa nada, ignorar los reclamos cocaleros porque eso tiene un costo.
-¿Cuál es ese costo?
-Que los escenarios de la selva alta van a estar fuera de control del gobierno, tanto así que acaba de prorrogarse el estado de emergencia curiosamente en todas las zonas cocaleras. Eso amerita una revisión porque con eso lo que demuestra el gobierno es que necesita de medidas excepcionales para enfrentar a Sendero y al narcotráfico en un Estado de Derecho...
-¿Que el nuevo ministro de Agricultura prefiera no encargarse del tema cocalero puede complicar el escenario?
-El error del ex ministro de Agricultura fue hablar de chacarero a chacarero, pero sería un terrible error del presidente García desagriculturizar el tema cocalero porque evita un espacio de diálogo y porque la coca legal, informal o ilegal se da en un escenario agrícola. No se puede tener una mirada exclusiva de interdicción con Devida, que además es un ente coordinador sin capacidad operativa. Si quiere generar desarrollo en esas zonas se necesita una mirada desde distintos sectores. De lo contrario vamos a tener un escenario más conflictivo ahora que las organizaciones cocaleras se están volviendo a nuclear para tomar acciones de fuerza en el que se avecina un desborde de las bases cocaleras.
-La rebelión de las bases cocaleras del Monzón frente al dirigente Ticerán fue una muestra...
-Pero claro, ¿cómo se pueden sentir los productores cuando las actas firmadas entre sus dirigentes y el gobierno son borradas? Ya no les creen. Devida enfrentará un contexto muy desfavorable.
-La huelga en el Cusco se levantó, pero ¿qué debe considerar el gobierno en la negociación?
-Con el Cusco hay varias cosas pendientes: definir el traslado de Enaco al gobierno regional, las denuncias de contaminación por Camisea, poner en funcionamiento un eje económico más favorable para los productores de la coca legal, que se evalúe la permanencia del nuevo director de Enaco que está muy cuestionado. A pesar de que el gobierno ha actuado torpemente, por ejemplo, al decir aquí erradico pero aquí ya no, ahora no puede entrar a reprimir, tendrá que transar con Quillabamba.
"No hay un movimiento cocalero"
-¿En qué fallaron las organizaciones cocaleras durante la negociación con el gobierno?
-En su poca capacidad de concretizar y monitorear lo acordado. Se tumbaron a un ministro ¿y qué?, si el acta no se va a cumplir. Eso es por falta de cultura política.
-¿Incluidos Nancy Obregón, Elsa Malpartida y Nelson Palomino?
-En el caso de las parlamentarias veo una pérdida de oportunidad para construir procesos de cambio. Hay meras negociaciones de intereses entre poderes locales, regionales y nacionales. Y en el caso de Palomino el problema es que él ha sido muy egoísta en la construcción de un tejido social del sector. Ninguno ha logrado elaborar su gran mirada de la selva alta que comprende Quillabamba, Tingo María, Huánuco, Pucallpa y Tarapoto. No veo un movimiento cocalero sino un quipu con ejes geográficos de microcuencas que tienen sus propias demandas desarticuladas de una visión de país. Han exacerbado las contradicciones en el gobierno central y la respuesta ha sido la polarización del conflicto. Lo ideal sería que existan comités de intercambio permanente de diálogo en Huánuco, Huamanga y el Cusco con la participación de diversos actores.
Fuente: http://www.larepublica.com.pe/content/blogcategory/106/593/