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Día 27 de agosto de 2002
Segunda Sesión
(de 15:00 a 18:30 horas)
Caso No. 12* (Audiencia Privada)
Nombre de las víctimas: Caso de Pobladores de la Comunidad de Cotahuarcay
Violación alegada: Desaparición forzada, tortura y asesinato. Año: 1988
Presunto Perpetrador: Integrantes del PCP-SL y efectivos del Ejército
Nombre de los Testimoniantes: Encarnación Hurtado Candia y Ubaldo Tapia Rivas
Institución que respalda: Sede Regional de la CVR
Resumen del Testimonio:
El año 1988, los integrantes de la Comunidad Campesina de Cotahuarcay formaron una empresa comunal dedicada al comercio de la lana de alpaca. Ese mismo año, los integrantes del PCP-SL incursionaron en la Comunidad y les exigieron disolver la empresa comunal y luego mataron a las alpacas. Los comuneros acudieron a los efectivos del ejército de la base militar de Chuquibambilla para denunciar los hechos, pero los efectivos militares no solamente los ignoraron sino que incluso los torturaron acusándolos de senderistas. Antes de la incursión senderista, soldados de la base militar de Antabamba habían desaparecido al Presidente de la Comunidad y al encargado de la Posta Sanitaria.
Testimonio del señor Ubaldo Tapia Rivas y el señor Encarnación Hurtado Candia
Sofía Macher: Vamos a llamar al último caso de la segunda sesión de la tarde y llamamos a señor Ubaldo Tapia Rivas y el señor encarnación Hurtado Candia. Ellos son pobladores de la comunidad de Cotahuarcay y van a relatar lo que les pasó en el año ochentiocho cuando crearon una empresa dedicada al comercio de la lana de alpaca y Sendero Luminoso les exigió disolver esa empresa y luego mataron las alpacas. Posteriormente, denunciaron esto a la base militar en Chuquibambilla y fueron torturados como si fueran ellos los senderistas. Por favor nos ponemos de pie.
Señor Ubaldo Tapia Rivas, señor Encarnación Hurtado Candia, formulan ustedes promesa solemne de que su declaración la hacen con honestidad y buena fe y que por tanto expresarán sólo la verdad en relación a los hechos que van a relatar.
Sí juro.
C.I.Degregori: Señores Encarnación Hurtado y Ubaldo Tapia, en nombre de la Comisión de la Verdad y Reconciliación y como a todos quienes han venido a dar su testimonio, les damos la bienvenida, les expresamos nuestro agradecimiento más sincero por compartir con nosotros y con todo el país, experiencias dolorosas que les tocó vivir ¿no?, y esperamos que su testimonio sirva pues para ir adelante y superar estos años que hemos vivido en oscuridad.
Ubaldo Tapia: Muchas gracias, señores Comisión de la Verdad, señores asistentes en esta audiencia pública. Mi nombre es Ubaldo Tapia Rivas, soy presidente de la comunidad campesina de Cotorcay, destrito Chuquibambilla, provincia Grau.
Quiero partir por esta causa. Si qui hemos vivido una etapa muy dolorosa donde muchos peruanos y peruanas, niños hemos entregado enocentemente nuestras vidas. La comunidad Coturcay, era una comunidad próspera, era un comunidad que sí hemos hecho trabajo a mérito de nuestro trabajo acción cívica. En los cuales quiero poner en conocimiento de que hemos formado una micro empresa crianza de alpacas y al mismo tiempo hemos perdido dos líderes jóvenes autoridades de esa comunidad.
Es en el año mil novecientos ochentiocho, en el mes de junio. La comunidad contaba con una cantidad de cuatrocientas ochenta cabezas alpacunos, que era nuestro sostén de ese pueblo. Y esa empresa hemos hecho con nuestro trabajo de acción cívica. Hemos querido que nuestro pueblo podrá prosperar con esa empresa, nos generaba un ingreso a todos nuestros hermanos y hermanas de esa comunidad.
Y luego, teniendo ese auge, potencialidad de esa empresa hemos adquerido cosas en bien de la comunidad. Y entonces, desde luego ya había oportunidad de trabajo entre nosotros. Ya los hombres, tanto los jóvenes ya no emigraban a las ciudades. Porque hay mismo trabajaban. Porque ahí también hemos pensado de esta manera tener profesionales y esos mismos profesionales, nuestros hijos mismos podrían conducir esa micro empresa.
Pero, nuestro trabajo, nuestro esfuerzo, sacrificio hemos llevado a la deriva. Entiendo que esos hombres, que nos han masacrado, tanto Sendero, tanto para militares, tanto patrullas militares. Se han equivocado, lejos que protejan a sus hijos, a sus hermanos, nos han llevado a un martirio. A un genocidio, creo nuestro pueblo en este momento de esa fecha se siente totalmente desorganizado. Ahora ya no hay esperanzas dicen ellos. Como presidente digo -hermanos y eso que hemos sofrido hay que tener por olvidado-. Ellos dicen no, ellos han quedado con esos psicosis, siempre piensan que esos van volver de pronto. Pero, digo seamos fuertes, pase lo que pase mientras sí hemos fracasado la guerra, no está fracasado para siempre.
Siempre lograremos la victoria, no será pronto, será poco a poco a medida que va pasando los tiempos. También, de esa fecha hoy día, en ese tiempo, en esa época el pueblo era una comunidad productora de productos. Tenía potencialidades de recursos naturales ¿Qué es lo que nos faltaba a nosotros en ese tiempo?, nos faltaba nuestra carretera. Teníamos super producción, pero no sabía adónde llevarnos. Eso era aquellos tiempos mi pueblo.
Creo, que Dios me permita que nuestro señor nos escuche en esta audiencia pública de que siempre lo haremos todavía. Tenemos esperanza. Mientras que haiga fuerza, mientras que recuperemos la unidad nacional, mientras que todos nosotros los peruanos tengamos ese valor, esa fuerza. Yo sé que lo vamos poder. Tengo la plena seguridad. Por tal razón mi pueblo me delegó, porque digo esto, porque la Comisión de Verdad, han ido al mismo sitio, han conversado con todo mi pueblo. Ellos han sido quizás portadores de este caso.
También esta empresa, nosotros al trasquilar la lana, llevabamos hasta Ninacasa, colindancia con Arequipa. En ese tiempo, les estoy hablando de trenticinco quintales de lana, fibra de alpaca, que la comunidad vendíamos. De esa fecha a hoy día, ni siquiera no tenemos ni cinco alpacas.
¿Cómo hicieron la matanza?, estas alpacas primeramente en el año mil novecientos ochentisiete aparece en forma individual, personas extrañas. Y nos dician compañeros es hora que usted se preparen. Y no sabíamos de que, ¿de qué hora nos estaba hablando, prepararnos? Desapareció, después volvió dentro de seis meses, dos personas hay nos dijo - compañeros la lucha ha iniciado en Ayacucho, de aquí iremos todos, si el que no va es un cobarde-. Y nosotros desde ese momento hemos vivido ya un poco incómodos.
Hay veces de día aparecían personas extrañas en el caminos, nos encontrabamos y no dician, ¿adónde?, ¿a qué venían? Por zozobra, por miedo los demás pobladores decían, -dice viene la guerra-, ¿qué cosa era la guerra para mis compañeros?, ¿vendrán los militares a matarnos?, ¿Estados Unidos declarará guerra a nosotros, al Perú?, por eso vendrá guerra. Nosotros nos preguntamos entre nosotros. Y luego, en el año ochentiocho mes de junio y una noche aparecen trenticinco hombres armados entre rifles, carabinas, metralletas, cochillos y nos convocan, aproximadamente me acuerdo a las siete de la noche a la población en general en la plaza pública.
Como solamente, era el signo, el reventar una metralleta al aire. Quieran o no quieran, todo el pueblo nos tenía que juntarnos. La persona que no iba, ya era del Servicio de Inteligencia. Fueron a recoger a las personas que no venían a la asamblea. Venían, han ido a sus casas, romper a patada limpia han agarrado las puertas, a las señoras, a todos los niños y nos dicia -esto es último asamblea que vamos hacer aquí, la persona que no viene aquí la muerte seguro, hoy y mañana-. De hay haciendo esa cosa nos ha llevado fuera de la población a una distancia de quinientos metros. A una quebrada.
Ahí hemos hecho asamblea hasta las diez de la noche. Las demás señoras, cargados sus hijos. En esa asamblea, nos dice -señores, entiendo de que ustedes tienen una empresa, muy bacán. Esa empresa el día de mañana desaparece y nosotros nos hemos opuesto-, ¿por qué señores?, ¿por qué van matar nuestra empresa? Es nuestra sobrevivencia esos animales. Es nuestro trabajo. Lejos que ustedes que nos digan, hagan más empresas, nos va a quitar nuestra empresa, no. Nosotros decimos, decidimos acá.
Mañana, les espero a las ocho y media de la mañana en la cabaña. Todos vengan. Cuidado que alguien, que vaya dar informe a la base militar. Esa persona que va a dar el informe a la base militar, no tiene vida, mejor desde ahora que vaya preparándose su sepultura. Bueno, diez de la noche, toda esa noche no hemos dormido, cada uno nos hemos ido, escondernos en las cuevas, en los galpones. Al día siguiente, temprano llegamos a la cabaña y ya los señores habían sacrificado doscientas cabezas. Cómo el río esta corría sangre, de nuestro, de nuestros corrales. Y nosotros nos hemos asombrado, las señoras decían -¿qué es esto?, este es el fin del mundo, ¿cómo nos va a castigar de esta manera?, ¿qué culpa tenemos nosotros?, esto no es regalo de gobierno, esto es sacrificio de nosotros, esfuerzo de nosotros, porque nosotros vivimos en una pobreza y queremos tener ingreso propio. Ya que las autoridades no nos acuerdan de nosotros. Simple y llanamente porque vivimos debajo de los andes, debajo de los cerros. Eso es nuestro sostén-.
Entonces, las personas quiénes están reclamando, salgan a un lado. Nos han hecho. Han sacado a las señoras, a los hombres. Lo que se han opuesto, la matanza. Señores dijo - ustedes van reemplazar a las alpacas, ahora-. Y lo demás compañeros decían -¿por qué van matar a nuestros hermanos?, mejor mátanos a todos, a todos mátanos. Ya que nos quiere matar a nuestra empresa, mátanos a todos-. Entonces, entre dos, tres hombres vinieron, prepararon su metralleta. Ya, el que tiene, el que salva de acá, tendrá vida. Hoy y mañana, unas horas contadas tendrán su vida.
Por ese lado nosotros hemos puesto resistencia pero lamentablemente frente un pueblo desarmado, ¿qué podemos hacer?, frente a los armados. Ahí, han liquidado los cuatrocientos ochenta alpacas, entre crías, preñadas. Después de matar, sacrificar esos animales nos han hecho formar en fila. A cada hombre nos tocaba dos alpacas, tres alpacas, las menudencias botaban, comían los cóndores. Las crías ya no recogemos, hemos dejado ahí pa los cóndores, pa los acchis.
Ese nuestro gran sueño se terminó. Al terminarse, nuestra organización hasta hoy día nos encontramos en una desorganización grande, tremenda que no podemos, que no podemos poder entre nosotros mismos comprendernos. Porque simple y llanamente ellos han quedado traumados. Por esto, de hay, de una vez eso nos ha dicho señores - este caso no van a dar informe a la base militar, la persona de ese cabaña a la capital, nos dictan sesenta kilómetros-. Ahora de Cutahuarque a nuestra cabaña, restaban venticinco kilómetros. Era un largo trajín para dar parte también a la base militar inmediatamente. Porque no tenemos carretera, hasta la fecha no tenemos carretera.
Y nos ha puesto condiciones, -ustedes van dar recién a los venticuatro horas, pasados exacto-, ¿quién va?, nuestros compañeros están en el medio, en el camino están los demás, no solamente no somos estos. Nosotros somos varios. Temor a eso, no hemos ido a dar parte a la base militar de Chuquibambilla. Pasando los venticuatro horas, en una asamblea nos nombramos, fulanos, fulanos, fulanos, ha ido el señor Eliseo Roca, Paulino Silva, Uber Zea, Juan de Dios Cayturo. Llegan a la base militar, en la base militar habían visto uno de esos compañeros, uno de esos comisionados se habían adelantado, estaba tirado en el patio. Y habían desconocido ¿quién era? Y luego, entran los demás -señores pasen adelante, siéntense, ¿en qué les puedo servir?-. Manifiestan los comuneros -mi capitán, venimos a dar parte-. Sobre ¿qué?
Ustedes saben que tenemos una micro empresa comunal, eso ha sido aniquilados en su totalidad, cien por ciento. Ah muy bien, bacanes ustedes ¿no?, ¡ustedes son terrucos!. Inmediatamente, me hacen parar en la pared, a patada limpia agarran al primer hombre, al juez, al otro, a todos los comisionados, lo tiran al suelo, lo marroquean. En ese suelo, han agarrado patada limpia a otros lo han torturado, han roto costillas a un compañero y a otro, el tabique.
De hay, ¿qué hace?, meten al cilindro, para ahogar. Al otro compañero meten electricidad en los testes. Y no había, ya no había facilidades para que ellos salgan de la base militar. En ese tiempo era alcalde provincial, el doctor Efil Soto. Entonces, el señor Efil, al señor alcalde corretea a la Fiscalía, a todos los autoridades políticas para que ellos pudieran interceder. Ni cuando fueron una, una comisión con todo, conformados con todas autoridades políticas, todos. Dijeron -señores yo no quiero que ver aquí a ninguno de ustedes, aquí están detenidos los terrucos o ¿ustedes también son terrucos?, si son terrucos pasan adentro, vas acompañar a estos señores-
Hicieron modo posible, todos los autoridades. Recién a los venitcuatro horas, han dado su libertad, pero ¿en qué estado?, otros torturados, fracturados, otros semi muertos. Hasta ese, de esa fecha hoy día, esos señores mismos, ya no quieren participar, ya no quieren saber sobre nuestro organización vecinal. Dicen, -y acá yo casi me entrego mi vida por sirvir al pueblo, ahora le toca a ustedes-. Entonces, digo -qué dolor, que trauma han quedado hasta la fecha nuestros compañeros-. Por otro lado, también quiero aclarar. Si nosotros hemos tenido, sí el pueblo en conjunto hemos formado esa micro empresa. Yo sé que en otros sitios no había todavía ese tiempo. Yo sé que teniendo esa empresa en estos momentos quizás nuestra carretera hubiésemos hecho llegar.
No estaríamos trajinando como ahora a pie todavía, una distancia de venticinco kilómetros de la comunidad a Chuqui. Cuánto digo, yo mismo pienso que desgracia era nuestro Perú, ¿en que momento llegamos a este extremo?
Ahora, quiero pasar al segundo tema. En ese tiempo dos jóvenes líderes, el otro presidente, el otro secretario. El presidente era Ricardo Cayturo Cáceres, casado, con cinco hijos. El otro Juan Cayturo Condori, con cinco hijos, casado. Han desaparecido ¿cómo? En vista que las autoridades no han dado parte personalmente, de ese los militares dijeron -ellos son terrucos, por lo que son terrucos, no nos han dado, más bien han mandado comisionados. Pasa esto, sucede en el año mil novecientos ochentiocho, en el mes de octubre, sube patrulla militar en número, venticinco soldados. Era tiempo, sembrío de papa. Y toda la población y estaba justamente [Layme] era cerca de sus casas, de nuestros viviendas.
Hay un lugar denominado Aquillana Parra Cahuide, entre paréntesis, mandan ahí justamente vivían casa cercanos, esos dos hombres. Manda dos soldados y su esposa del otro ese, han venido los soldados, -hoy de repente va a pasar alguna cosa, ¿por qué no te más bien, vas a otro sitio, siquiera por leña?, no ¿por qué?, ¿por qué yo me voy a escapar de los militares?- En ese rato aparece dos soldados -Señor presidente, nuestro capitán le está llamando- Muy obedientemente se va acompañado por los dos soldados, entra a la otra casa, al secretario, también de igual manera lo llevan a los dos soldados, a los dos dirigentes comunales.
Sus esposa, han seguido con sus hijos. Porque de Juan Cayturo, con cinco hijos, la mayorcita era diez años, segundo ocho, así sucesivamente. El último menorcito, con cinco mesitos. Del otro, igual. Entonces, el capitán, hemos estado porque nosotros hemos acompañado, ¿qué es lo que decía el capitán a los dirigentes? Inmediatamente dijeron, -ah señores terrucos ahora les ha llegado la hora negra-. Y cuando dijeron eso, los dirigentes, -mi capitán porque nos niega la hora negra a nosotros sino somos nada-.
¿Y por qué no han venido a dar parte a nosotros?, más bien han mandado comisionados. Ustedes son cumplices del terrucos. Ahora me acompañan. Y las señoras llevando a sus hijitos, los niños han gritado, papá, papá, a su papá no dejaron hablar, ya. Callase terruco. Más luego, tu papá se van verse. Y de ahí donde han detenido hay una distancia, un galpón viejo, a una distancia, doscientos metros. Ahí lo pusieron a los dos. Todo el día ahí estaban detenidos, sus esposas y eso pasó sin tomar desayuno, nada a las ocho de la mañana. Sus esposas procuraron llevar su desayuno, su almuerzo, ya no dejaban pasar.
No, no, nosotros estamos dando de comer, como era cerca doscientos metros la casa, ese galpón gritaban auxilio, auxilio. Fueron nuevamente, intentaron nuevamente a suplicarse al capitán -ya no esperan señoras con todos sus hijos, ellos vamos dar libertad a las siete de la noche-. Va oscureciendo las siete de la noche. Después de las siete de la noche los soldados vinieron a rodear la casa. Entonces, sus esposas decían -esto a qué habrá venido estos soldados a rodear nuestra casa-. O sea, ¿con qué finalidad lo que estaban como guardias?, era con la finalidad de que nadie, podía salir de sus casas. En zonas estratégicas de la comunidad se colocaron soldados. Nadie, ni el perro ladraba.
Entonces, era con la finalidad de que, para que no lo vea nadies y llevarse por sitios desconocidos. Y aproximadamente ocho a nueve de la mañana, ese de la noche. Las esposas nuevamente se suplicaban los soldados. Por favor mi esposo está todo el día sin comer, sin tomar desayuno. No ellos están saciados, de que se preocupa de su alimentación.
De hay mañana ya más bien, mañana tu esposo está libre. Se ha oscurecido más, al día siguiente, ni el viento ni a la sombra de esos dos jóvenes líderes de mi comunidad. Las esposas, desesperadas empezaron rastrear, porque han llevado caballos más. Y habían llevado con dirección hacia Amtabamba, ahí un abra, que se llama Jonaya. En Jonaya, se preguntan las cabañas ¿no pasaron anoche o en la mañana los soldados por acá?, si han pasado. Una patrulla militar han pasado y en el medio llevaban dos personas. Entonces, de hay ¿cómo había pasado de Jonaya?, ellos pensaban que habían llevado directo a Antabamba, pero no habían llevado directo a Antabamba. Otra vuelta habían dado una vuelta por Sabaino, Tupay, Pataypampa, Santa Rosa.
Entonces, las señoras habían llegado, esos dos días han hecho caminar mancornados. Ellos vinieron directamente nomás ya a la base militar Chuquibambilla. Preguntaron al capitán, me dice -vinimos a ver a nuestros esposos-. No, tus esposos no han llegado todavía. Recién esta tarde va a llegar o pasado mañana, están acompañado patrulla militar, por lado de tutor Oropesa. Vayan a sus casas, mañana más bien vengan temprano trayendo sus cosas. Y había pedido sus documentos. Más bien documentos de sus esposos. Déjanos para contar si ifictivamente son ellos o no son ellos. Lo habían dejado sus documentos. Al día siguiente las dos señoras regresan con ansias, con esperanzas de verse con sus esposos. Llegan nuevamente a la base militar y le preguntan ¿mis esposos?, no tus esposos después que se han ido, han llegado poco rato. Ahora han compañado hacia Abancay.
Las señoras en ese rato como ustedes sabes del campo, más que todos los que afectados somos del campo. En ese rato las señoras no tenían dinero, quisieron, empezaron corretear, prestarse dinero pa su pasaje. Y al día siguiente vinieron con rumbo Abancay. Llegaron a la base militar de Abancay, preguntando, venimos reclamado hemos llegado, venimos reclamar nuestros esposos.
Aquí no hay ni un detenido de Grau, seguramente debe estar en la misma base de Chuquibambilla. Pero, en Lambrama habían visto en una camioneta que han hecho pasar amarrados mancornados, en Abancay. Aquí en Abancay, desaparecieron. De esa fecha que se ha desaparecido hoy día no se ve, no se sabe ¿dónde es su paradero?, ¿vive o no vive?, pero sus hijos lloran, dicen como somos vecinos, -tío, ¿dónde estarán?-, el menorcito dice -¿dónde estará mi papá?, ya no veo-.
¿Cómo a tu hijita lo cariñas?, nosotros crecemos sin cariño de mi padre. Ese dolor, como autoridad que soy, no solamente debo preocuparme por mi familia sino que las autoridades debemos preocuparnos por todos nuestros hermanos. Entonces, de esa fecha hoy día las señoras han puesto denuncias, en todas las instancias sin resultado positivo. Creo que este audiencia pública, gracias al señor nuestro presidente transitorio doctor Valentín Paniagua, que se ha preocupado por constituir esta Comisión de la Verdad, este Comisión de Verdad nos han llegado a los rincones de nuestro departamento de Apurímac. De cerca han constatado la vivencia que hemos vivido, el dolor que hemos vivido, ojalá que esta Comisión de la Verdad de luces verdes, el porvenir de todo de nosotros, el porvenir, la reconciliación nacional de todos los peruanos que somos.
Creo de que en este momento, solamente los que estamos prestando nuestro testimonio, no estamos tan seguros nuestra vida. Si que entiende todavía, comprendemos todavía, hay rasgos todavía, quizás aquí mismo pueden estar. Por eso yo antemano pido, pedimos a todos los testimoniantes las garantías necesarias. Pido que la Comisión de Verdad, haga llegar un informe sintetizado a favor de todos los afectados, a favor de todo este dolor que hemos sofrido y que no solamente que se quede aquí. Y que este acto, los afectados que somos, que seamos indemnizados siquiera en alguna cosa, en alguna medida de acuerdo a las posibilidades que existe, recursos. Por otro lado, también el trabajo de Comisión de la Verdad, que siga más investigando, yo sé que hay tantos todavía que no escuchamos las voces, están opacados todavía, ¿por qué?, porque hay temor todavía.
Por eso digo, sugerimos a nuestro gobierno central de que cambie algunas medidas de su política para que no vuelva a suceder más si estamos viviendo en tiempos difíciles pero para esto, todos tendremos que unirnos entre peruanos, dejando a un lado el odio, la envidia, el egoismo. Asimismo, también todos los pueblos que vivimos, que estamos viviendo en los rincones de nuestro departamento de Apurímac, más que todo los pueblos más lejanos de los capitales preoricen proyectos no solamente que vean la parte urbana. Igual que tiene necesidades la zona urbana, también peor necesidad tenemos en los pueblos lejanos. Nos faltan nuestras carreteras, nos faltan nuestros fluídos eléctricos, nos faltan los servicios agua potable.
Porque el campo vivimos, tomamos el agua de los manantes, donde toman nuestros animales. Por eso de manera muy encarecida, de manera muy amplia solicito a la Comisión de la Verdad, con todo esas recomendaciones que haga un informe global, quezás me he olvidado algunas cosas, pero mi compañero va a complementar.
Encarnación Hurtado: Bien, señores de la Comisión de la Verdad, señores presidentes, muy buenas tardes. En este momento nosotros también nos encontramos frente a ustedes hemos venido a testimoniarnos los casos que nos ha suscitado en, dentro de nuestra comunidad campesina Cotahuarcay. Por lo cual por ese tiempo yo he sido, estuve desempeñando el presidente de la empresa comunal. Joven a los ventidos años de edad, conviviente con mi esposa. Yo me llamo Encarnación Hurtado Candia he venido campesina Cotahuarcay del distrito Chuquibambilla, provincia Grau.
Pues, antes de estos movimientos en nuestra comunidad campesina Cotahuarcay, hemos estado tranquilos y no hemos conocido esas políticas, los terrorismos que nos ha, que nos estaba persiguiendo como una vicuña. Pues en ese año, inocentemente haciendo una asamblea pública, me han nombrado como presidente de la empresa de mi comunidad, que hemos tenido la cantidad de cuatrocientos ochenta alpacas. Yo acepté de buena voluntad, para poder derigir a esta empresa comunal que era tan servicial para nuestra, para nosotros. Para nuestros hermanos, que somos pobres y así un día en la tarde a las cinco y media, a las seise, aparecieron un grupo de los compañeros. Yo estaba viniendo de mi cabaña, conjuntamente con mi esposa y con mi hijito, que tenía un hijito.
Me capturaron, ya sabían que yo he sido presidente de la empresa. Entonces, yo inocentemente cuando me preguntó un jovencito que tenía, que estaba armado dentro de su poncho, me pregunta -basta compañero ¿usted eres el presidente Encarnación Hurtado Candia?-, me dice. Sí, compañero yo soy. De temor me ha salido esa palabra. A ¿usted eres el presidente de la empresa? Bueno, yo como nunca también he conocido, me ha dado la tembladera, de los nervios. Entonces, yo me ha salido sí. Yo mismo me he vendido. Entonces, ese día nos han juntado, esa tarde un grupo de trentitantos señores varones entre señoritas que eran armados. Y me hicieron parar en midio de los, de los comuneros.
Preguntaron -vuestro presidente de la empresa ¿cuánto tiempo está administrando vuestra empresa?-, recién esta un mes. Yo también, ifictivamente recién es lo que estoy, he asumido esta responsabilidad para poder controlar, di velar porque este es el esfuerzo de nosotros. Para tener siquiera un apoyo dentro de acá, de nuestra comunidad. Como ustedes ves compañeros, somos comuneros campesinos pobres, no tenemos económicamente para poder hacer alcanzar y así me contesté.
Ya, párate. En la realidad desde la fecha que has entrado ¿cuántas veces ya has sacado la fibra?, me dice. Recién le dije. Recién voy a sacar ahora en el mes de diciembre. O sea, noviembre a diciembre. Entonces, a mí como era presidente de esa empresa. Me han agarrado, no ya no queríaban soltarme. Mi esposa, todas las autoridades. O sea, las autoridades también ya se han renunciado, ya no había. Con todos los vecinos estamos allí y yo lo dije, -compañero, en la realidad nosotros no hemos sabido esta política recién que por primera vez que nos ha caído. Yo, como recién entrante a este cargo no he tenido todavía ningún, ningunos documentos en la mano y así estoy verbalmente nomás, todavía- dije.
¿Cierto o verdad?, señores. Si definitivamente, me han librao. Entonces, nos han notificado para hacernos presente al día siguiente a las ocho en punto y yo cuando me estaba atajando mi esposa he ido, como me ha notificado uno de los jefes. Con un grado de fuerza, si usted no vas a estar en esa empresa, en esa cabaña, ya tu vida ya no es tu vida, tu casa ya no es tu casa. Entonces, yo agarrando un valor fui a ver, a constatar ¿qué es lo que van hacer en nuestra empresa?
Para nuestra llegada, ya nuestra empresa totalmente ya había estau ya muertos, ya la sangre también ya estaba corriendo como un río. Y entonces, las señoras, un grupo de señoras entre los que hemos sofrido en esa empresa. Se juntaron, dijo, uno de nuestros hermanos de la comunidad -señores nosotros también vamos morir así, porque hemos visto que estos nuestros animales, nuestros esfuerzos que tanto hemos tenido en el sueño, hemos fracasado-. Queriaba llorar, era el señor Teodoro Roca Muriano, la persona que habló esa palabra.
Y ni nos socorrió uno de los jóvenes. Venga usted señor, venga, venga. Usted seguramente ya estaban aprovechando de esta oportunidad, ya así. Y las señoras entre todos nos hemos ahogado. Y así nos ha dejado.
Por lo cual, desde esa fecha nuestra comunidad campesina Cotorcay, totalmente se ha vuelto total desorganizado, traumado, que nos hemos quedado destruidos, hemos quedado sin esperanza, ni nada. Y así pues hoy día hemos vinido a esta capital, a este departamento Apurímac. A darnos nuestra, nuestro pasado que ifictivamente hemos cruzado ese, ese tiempo una, un tiempo doloroso. Ojalás que nuestro señor, señor representante de la Comisión de la Verdad, que nos de apoyo a estos pobres campesinos que hemos perdido ese valor, ese trabajo que tanto que hemos sudado, que hemos tenido para tener, sostener nuestra vida en nuestra comunidad. Que nos de apoyo para poder recuperar siquiera por algún manera siquiera una parte. Y así yo desde esa fecha, yo como era joven, estudiante por entonces, ese tiempo. Yo me he retirado de la comunidad, me he bajado a mi distrito Chuquibambilla y ya no me he regresado, piensando que me iban llevar, que me iban torturar, que me iban hacer desaparecer. Y gracias ahora también estoy existiendo todavía y siempre estoy luchando por mi comunidad, siempre estamos pinsando de recuperar ese sueño que hemos perdido, esa oportunidad. Ojalás nuestro gobierno central que nos da la solución. No sólo a mi comunidad, a todas las comunidades campesinas que han perdido esa oportunidad, que han sufrido muchos casos. Que nos de la solución y ya de esa manera nosotros también daremos nuestro apoyo a nuestro gobierno central.
Y así también a nuestros representantes de la Comisión de la Verdad, nuestro señor que le ayuda en su labor de trabajo. Por lo cual hermanos presentes, señores Comisión de la Verdad, en este momento estau frente a ustedes, estamos prestando nuestro testemonio, lo que es la realidad. Y así quisiera que ustedes, que nos dé un apoyo a estas comunidades campesinas. Nada más gracias.
C.I.Degregori: Señor Ubaldo Tapia y señor Encarnación Hurtado, nuevamente a nombre de la Comisión de la Verdad y Reconciliación le damos las gracias por este testimonio tan valioso de esos tiempos terribles que hemos vivido y que tienen que terminar para que se cumpla lo que es lema de las Comisiones de la Verdad y por supuesto de nuestra Comisión de la Verdad y Reconciliación, nunca más. Yo quisiera rescatar la fuerza que ustedes han mostrado, la fuerza de la comunidad de Cotahuarcay y como pudo combinar las formas de organización propias de ustedes, de las costumbres andinas con formas empresariales para poder pues, progresar en esta época actual.
Desgraciadamente en nombre de una ideología irracional y sin consultarles en absoluto, fue pues destruida la empresa comunal y desgraciadamente también el estado en vez de responder adecuadamente, no supo muchas veces distinguir entre los grupos subversivos y los campesinos honestos. Nosotros rescatamos ese mensaje que ustedes nos traen de organización y ese sufrimiento por la ruptura de la organización. Entre nuestras recomendaciones además de la justicia, además de las reparaciones tienen que haber pues recomendaciones para que nuevamente puedan surgir las organizaciones de los pueblos de todo el Perú, porque sólo así saldremos adelante. Muchísimas gracias.
Sofía Macher: Hemos, hemos terminado con esta segunda sesión el día de mañana vamos a empezar con la tercera y última sesión de esta audiencia pública. Vamos a empezar a las nueve en punto de la mañana. Agradecería a las personas que quieran asistir que puedan llegar antes de las nueve de la mañana para poder tener la tranquilidad y el silencio que se requiere para iniciar con los testimonios. Muchísimas gracias.
Fuente: Comisión de la Verdad y reconciliacion. http://www.cverdad.org.pe