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POR ZULMA PEÑA MELGAREJO
Agosto de 2005
Soy madre soltera, natural de Tingo María, tengo dos hijos de 6 y 8 años de edad; fui detenida a los 23 años, el 18 de mayo de 1996, violada y torturada dé múltiples formas. He presenciado asesinatos y desapariciones de muchos campesinos de nuestra selva, por parte de las FF.AA. del Estado peruano. ¿Cómo poder borrar de mi mente, si la herida prosigue aún abierta, como el árbol de sangre de grado que llora silenciosamente cuando recibe machetazos de personas de entrañas perversas, sin saber que causa profundo dolor? Hay ojos que vieron y buena memoria que no olvidará jamás, sobre lo cual voy a dar testimonio. Hoy me encuentro recluida en el Penal de Máxima seguridad de Chorrillos.
Vivía en el caserío de Challhuayacu, provincia de Tocache, con mis menores hijos; me dedicaba a la agricultura; mi hijo menor tenía 2 meses de nacido. Como toda madre, soñaba y anhelaba con un futuro mejor para mis hijos; jamás pensé separarme de ellos; pero, en contra de mi voluntad, sucedió todo lo contrario, un 18 de mayo del 96, cuando yo y cuatro vecinas nos encontrábamos preparando para compartir nuestros alimentos. Todas ellas eran jóvenes, recuerdo a Teresa que tenía 15 años y Pilar 17. Rosa, Pilar y yo teníamos a nuestros niños pequeñitos con nosotras. Conmigo sólo estaba mi bebé menor; el otro, de 2 años, estaba con un familiar. Nadie intuyó lo que nos iba a pasar.
"... Me quedé quieta, abracé profundamente a mi hijo, parecía que era la última vez, iba despidiéndome de él y me preparé para morir...."
Mientras los gavilanes acechaban y se preparaban para atacarnos, nuestra sonrisa se heló, como la nieve de los Andes, al ver frente a nosotras a los comandos criminales del Ejército peruano, estaban armados hasta los dientes y en ese preciso momento disparaban balas asesinas contra nosotras. Fue cuestión de segundos, vino a mi mente mi bebé y me dije: "Si me muero moriré con él y si vivo viviré con él".
Corrí hacia él, estaba llorando desesperadamente en su hamaca; cargué a mi hijo sobre mis brazos y salí por la puerta trasera, tres de mis amigas también salieron por ahí, pero Flor salió por la puerta delantera. Una bala asesina le atravesó el vientre, escuché sus últimos gritos, decía: `Ayúdenme, por favor, me duele". Diciendo esto se retorcía en el suelo, no podíamos ayudarla porque correríamos la misma suerte. Los árboles se mecían tristemente, parecía que la escuchaban; mi amiga se iba desangrando, pedía auxilio. Yo había saltado de una loma y caí hacia el fondo; quise esconderme, pero no pude, porque mi bebé lloraba desconsoladamente, ya que sé había golpeado. Intenté hacerle callar, fue en vano. Miré hacia arriba, no sé cuantas armas me apuntaban.
Escuché voces que decían: "Terruca de m..... si te mueves te volamos los sesos". Me quedé quieta, abracé fuertemente a mi hijo, pensé que podía ser la última vez; iba despidiéndome de él y me preparé para morir. Cerré mis ojos y me paré para que disparen. Cuando, de un jalón me arrancaron a mi bebé de mis brazos, sentí que se me partía el alma, cuando se lo llevaron como a un paquete hacia mi casa y sobre mí caían patadas, pero no sentí nada, sólo quería estar con mi bebé. Me arrastraron cuatro soldados y me llevaron hacia mi casa y me, decían: ¿Por qué te has corrido? Debes ser una terruca". Les dije: "Me corrí porque ustedes entraron disparando.
¿Acaso no es cierto que hace unos meses atrás en el caserío de Guincayco han asesinado a tres campesinos, incluido a un niño de 7 años?. Me respondieron: "Esos eran terrucos". AI llegar, pude ver a mi amiga Flor que aún estaba con vida, pedía agua. Un soldado dijo; "Teniente, la terruca se muere, hay que rematarla", respondió: "¡No! Que sufra esa m......, hasta que muera". El teniente vino hacia mí a interrogarme. Cada pregunta, una patada. Me preguntaron por personas y lugares que yo no conocía. El teniente me dijo: "Ahora vas a conocer" fue en ese momento que tuve que soportar la crueldad monstruosa de estos buitres, frente a mí, a un lado, se iba una vida joven y valiente; y por otro lado, una vida nueva que recién nacía lloraba sobre la hojarasca.
Nada, ni súplicas, ni lágrimas, le conmovieron al teniente "Centauro".
Así lo llamaban, él me decía "Perra, si no hablas vas a ver morir, primero, a tu hijo; luego, te irás tú". Le dije: "Por favor, está de hambre, quiero darle su leche". Él replicó: "¡Qué hambre, carajo! Ahorita le aplasto el cuello para que muera rápido. ¡Para qué sirve hijo de terrucos?". Opté por no decirle nada. ¿Qué sabía esa criatura de terrucos? ¿Porqué lo torturaron así?. Un empujón me hizo volver en mí, con puñetes y patadas estuve en el suelo, no quería creer lo que me estaba pasando, quería estar en las entrañas de mi madre para que me protegiera, quería creer en la historia bíblica de David y Goliat, donde David vence a Goliat.
Pero yo no pude contra ellos. Pretendieron que yo misma me desnudara, vino hacia mí un soldado, me arrancó la ropa, yo le arañé la cara; al mismo instante, varios se abalanzaron contra mí, incluido el teniente. En vano fue mi resistencia, al caer al suelo me ataron de pies y manos a un árbol, me desnudaron y luego me vendaron la cara. Sentí desmayarme, pero mi lucha interna por salvar la vida de mi hijo, me hizo volver en mí.
Escuché que el teniente decía: "Aprovéchense todo los que quieran, así nomás no se encuentran terrucas". Es así, que fui violada una y otra vez por varios de los efectivos de los "comandos".
Fui víctima de quienes se hacen llamar "defensores del orden y los derechos humanos", pero que claramente violan derechos fundamentales, universalmente reconocidos. La maternidad y la infancia tienen derecho a recibir cuidados especiales, ¿Cómo se ha cumplido esto? Como siempre, el Estado pisotea sus propias leyes constitucionales. "Ustedes también han salido del vientre de una madre ¿por qué me hacen esto?" "¡Qué madre, carajo!" Respondió el soldado y volvieron a violarme.
Pronto nos cayó la noche, me llevaron arrastrando diciéndome que les enseñe el camino. No podía caminar, no veía nada, estaba atada de pies y manos, a mi bebé lo llevaba un soldado, escuché su llanto y me decía: "Mi hijo aún está vivo".
Estando a unos cien metros de distancia de mi casa, un soldado le hizo recordar al teniente "Centauro" ' sobre mi amiga Flor, diciéndole: "La terruca está viva, hay que llevarla para curarla". El teniente dijo "¡No! Anda prueba tu puntería con ella". El soldado respondió: "Yo no, mi teniente". El teniente le dijo: "Sientes lástima por una terruca ¡carajo! Eres un mamita" y fue él mismo quien dijo a los soldados: "Le voy a dar su pasaporte a esta terruca y nadie ha visto nada". Le apuntó a la cabeza y disparó.
Para esto, ordenó que me quitaran la venda que cubría mi rostro para que yo también viera. Luego fuimos amarradas con una soga al pie de un árbol, "en ese instante un soldado me lanzó a mi bebé, hice un esfuerzo para traerlo a mi pecho con mi cuerpo y lo amamanté.
A la media noche sentí que me desataban, a mis amigas las llevaron a lugares diferentes cerca de allí; yo era la última, me levanté despacio, no hice bulla para que no se despertara mi bebé, comosi adivinara las cosas, no se despertó hasta el día siguiente. Les pregunté dónde me llevaban; pensé que me iban a matar. Me dijeron: "No preguntes nada".
Seguí caminando, hasta que de pronto escuché varias voces: otra vez pensé: nos van a violar. Efectivamente era para eso; aterrada les grité: "Ustedes también han salido del vientre de una madre ¿por qué me hacen esto?". "¡Qué madre carajo!" respondió el soldado y volvieron a violarme dos de ellos. Me hice la muerta, fue tan horrible y desesperante no poder defenderme. Uno de los soldados dijo: "Creo que ésta se va a morir, mejor que se vaya con su hijo y traigan a la otra". Escuché que trajeron a Teresa, una de mis amigas.
El teniente decía: "todos pasen por ella". El soldado le respondió: "Creo que no va a resistir". El teniente dijo: "No importa, solamente hasta donde resista y de allí la dejan, si muere se quedará a acompañar a su camarada". Se refería a mí amiga, a quien el teniente la había asesinado el día anterior.
Apenas amaneció, me desataron los pies, nos llevaron a la base contrasubversiva de Challhuayacu. Antes de partir un soldado dijo: "La tuca está tirada en el camino, ahí la van a encontrar": Se referían al cuerpo de Flor. El teniente ordenó que la metieran al silo y quemaran su cuerpo. Es así, que la metieron de cabeza al silo; se le veía de las rodillas para arriba. Luego incendiaron mi casa, después de robarse todo; yo pedí sacar una sábana para cargar a mi hijo sobre mi pecho. Luego, me amarraron con las manos hacia atrás y me llevaron como a un animal, similar a la época del esclavismo.
Caminamos casi todo el día, atravesamos quebradas, árboles y sentí por última vez el aroma puro de la vegetación, iba despidiéndome de aquella tierra fértil que me vio nacer y crecer. AI llegar a la base contrasubversiva de Challhuayacu no dejaron que la gente nos viera ingresar. Nos dijeron que el "pozo" estaba ocupado. Este "pozo" era el calabozo, a los detenidos los metían allí y de vez en cuando les aventaban comida desde arriba. El teniente me dijo: "No te metemos al "pozo" porque está ocupado, van a tener el honor de dormir en el almacén".
Me eché sobre un saco de arroz. A la media noche escuché gritos de un varón, miré por la rendija, vi a una persona a quien estaban ahogando en una tina, mientras lo violaban con un objeto y le decían "¡Habla carajo!" . Tuve miedo, pensé que vendrían a sacarnos. AI día siguiente el teniente me dijo que no diga a nadie lo que nos había pasado y que nos iban a curar nuestras heridas. Yo no podía caminar, cojeaba y él siguió diciéndome: "Si tú dices algo, nos vamos a enterar, y si me da la gana ahorita las matamos a las cuatro y nadie va a saber, porque nadie !as ha visto entrar".
A los tres días, nos trasladaron a la base del Ejército en Tocache. Acá nos separaron, a mis amigas Pilar y Teresa no las volvimos a ver. No sé qué habrá ocurrido con ellas. Antes de subir al carro nos amarraron. Le pedí que me amarraran sólo una mano para que con la otra pudiera cargar a mi hijo. Me respondieron: "¡No! Te vas a escapar".
No sabía cómo llevar a mi hijo, me cargaron y me lanzaron a mi bebé, lo pusieron en el piso de la carrocería del carro; empezó a llorar, ya que el carro corría y al saltar por los baches se golpeaba su cabecita. Con mi pie trataba de protegerlo para que no se golpeara. "...Agarró a mi bebé de sus brazos y le apuntó con su pistola: 'éste es hijo de un terrorista ¡para que sirve ésta basura!'..."
AI llegar, me entregaron a un coronel, éste me dijo: "Tienes que colaborar para que no te pase nada". Allí estuve quince días, en los interrogatorios era amenazada con desaparecer a mi hijo, me lo quitaban cuando querían, para hacerle llorar.
Una madrugada vino un coronel, éste agarró a mi bebé de sus brazos y cuando estaba llorando, le apuntó con su pistola, diciendo: "Éste es hijo de un terrorista ¿para qué sirve esta basura?". En otra oportunidad pusieron sobre la mesa un aparato pequeño del cual colgaban varios cables de luz.
No sabía para qué servía, cuando de pronto, me cogieron los brazos hacia atrás y me levantaron la blusa. Me pusieron cargas eléctricas en los senos. ¡Fue tan doloroso! Una madrugada fui sacada junto a mi hijo, pero esta vez para ahogarnos; a mi hijo también lo sumergían en el agua. Me sentí muy mal, no podía comer, la paila del ejército estaba infectada de pericotes. En una oportunidad me llevaron a una mesa surtida de alimentos y me tomaron fotos.
El oficial me dijo: "Con esto ya no nos jode la Cruz Roja". Posteriormente vino un médico civil, me examinó. Yo me encontraba mal de salud por tanta tortura; él me dijo que iba a curarme porque iba a ser trasladada y tenía órdenes de que llegara sana a donde me iban a llevar; pero cuando le dije que avisara a mi familia, él me contestó: "lo siento, no puedo, porque tú sabes lo que me puede pasar". Tenía todo mi cuerpo lleno de hematomas y heridas donde me habían amarrado de pies y manos. Es así, que a Rosa y a mí, nos trasladan a Lima; fuimos conducidas a la DINCOTE.
Aquí nos separan. Dos agentes femeninas me llevaron al baño para hacerme revisiones denigrantes. Luego me condujeron a una celda oscura y fría donde sólo se oía a los pericotes y se sentía las pulgas de un colchón. Aquí las torturas fueron psicológicas. Me amenazaron con sacarme de madrugada, me llevaron a un edificio del GEIN. Fui interrogada por 6 ó 7 personas, mi cabeza quería estallar. Otra madrugada, me llevaron a un lugar oscuro y por el ruido pude sentir que estaba en una playa, cerca al mar y me dijeron que me iban a fondear con todo y mi hijo. Es así, que después de mucho tiempo vino mi familiar a la DINCOTE, con la Cruz Roja.
Después de haber recorrido las bases antísubversivas de Tocache y Tingo María, pues nadie les daba razón. A fines de agosto vinieron los del ejército, diciendo que eran de derechos humanos, que iban a interrogarme; estaba en un cuarto, no era oficina. Es así que me di cuenta que no eran de derechos humanos, sino un tribunal militar que me iba a "juzgar"; pasé interrogatorios bajo amenazas, insultos abominables, sin ningún abogado.
AI quinto día, me sorprendí al ver al juez con cuatro hombres armados encapuchados, más una persona de civil; me dijeron que era mi abogado de oficio. Me preguntaron "¿quieres un abogado emocrático?". "No" le respondí. Luego, él mismo pasó a leerme un informe, acusándome de varios hechos, basándose en declaraciones de personas y pruebas sembradas por ellos mismos, inclusive afirmando que yo había sido detenida en un enfrentamiento y diciendo que el padre de mis hijos era una persona a quien buscaban, por eso me caía todo el peso de la ley y fui sentenciada a cadena perpetua.
Esto es una venganza política de persecución, por la simple sospecha de pertenecer a "movimientos subversivos" te asesinan, te torturan, violan y encarcelan de por vida. El Estado ha aplicado una política de matanza en masa, que son asesinatos; eso lo he vivido. El abogado después que escuchó mi sentencia, dijo: "Dado el delito que ha cometido mi patrocinada, no se puede hacer nada, sólo apelar", "Señores, el juicio ha terminado dijo el juez, se pasará a que la detenida firme su sentencia".
No quise firmar, le dije que no estaba de acuerdo con la sentencia injusta, y todo el ,juicio era una burla porque la sentencia ya la tenía preparada. Esto molestó al Juez, llamó a dos de sus hombres y me quitaron a mi bebé, hubo un forcejeo, temí soltarlo porque empezó a llorar, por eso firmé. Y el abogado de oficio no dijo nada, (ahora que me encuentro en nuevo juicio me entero que el abogado de ese entonces era un capitán del ejército). Denuncio las torturas, violaciones a que he sido sometida, mi hijo y yo, desde mi injusta detención.
Las Fuerzas Armadas actuaron con sevicia y vesania. Soy una víctima más como tantas otras miles que hubo en el Perú, y esto no puede ni debe quedar impune. En mi juicio no he tenido un debido proceso, se me ha negado el derecho a la defensa, no me hicieron confrontación con las personas que decían ser testigos, eso no puede ser prueba para sentenciarme a cadena perpetua. El abogado de oficio ¿A quién defendió? ¡A los torturadores! Avaló las leyes inconstitucionales antisubversivas, las cuales denuncio. Así mismo, por haber vivido en zona de emergencia, denuncio los asesinatos que he visto en el año 87 con Alan García, quien prosiguió una política sistemática de genocidio, quien dijo "Que no combatiría la barbarie con la barbarie".
En el año 87, en el mes de febrero, entró el ejército con cuatro helicópteros al anexo de Sión, departamento de San Martín, entraron por aire y tierra, disparando, sacaron a golpes a la población, los ¡levaron a la plazuela, luego fueron separando varones por un lado, mujeres y niños por otro lado. A los varones les golpeaban con sus armas hasta hacerlos caer al suelo, les hacían pasar disparándoles delante de sus esposas. Ellos preguntaban: "¿Dónde está la base de los terroristas?" Y "¿quiénes eran?" Después de amenazar, preguntaron por una señora Zadit García. El capitán tenía una lista de nombres e iba separando, señal que eras un "terrorista".
El que señalaba era un encapuchado; las personas que separaron fueron 15 y jamás regresaron a sus casas, sus familiares fueron a preguntar; les dijeron que los habían llevado a Tarapoto. Luego, los encontraron en una palizada del río Huallaga, muertos. Se pudo reconocer a un joven de 18 años llamado Hamilton, a otro le llamaban "Payaso" y a tres jóvenes más que no recuerdo sus nombres.
Estos hechos me hacen recordar cómo los nazis sacaban a los judíos o a los que consideraban apoyantes de ellos para fusilarlos.
Asimismo, en el año 88, fue detenida la señora Elena de 21 años de edad en la base contrasubversiva de Juanjuí en presencia de la gente. Su familiar fue a reclamar y de tanta insistencia la dejaron ingresar a la base, la tenían en un pozo, estaba golpeada y maltratada.
Cuando su familiar regresó a la semana siguiente, ya no estaba, le dijeron que la habían trasladado a Tarapoto. Después su cadáver fue encontrado cerca de la base contrasubversiva. En este mismo año, la policía detuvo en Juanjuí a la señora Zadit García, quien luego de ser juzgada y declarada inocente, esa misma madrugada la asesinaron en el puerto Amberes de Juanjuí e hirieron a otra persona en circunstancias en que iba a viajar a Tarapoto; este asesinato fue ejecutado por el Ejército, su cadáver estuvo casi medio día tirado, impidiendo que su familiar lo recogiera.
En el puesto Armayari, del río Huallaga, el Señor Saldaña fue asesinado en circunstancias que estaba pescando en presencia de su hermano y nieto. Este señor vivía en Sión y fue a visitar a Armayari. En este mismo año, en la provincia de Tocache, los soldados sacaron de una fiesta a dos personas, una de ellas, dueño del restaurant "Caimbrá"; su esposa lo buscó por todas partes y nadie dio respuesta, hasta hoy está desaparecido.
Asimismo, ese año fueron detenidos los hermanos Melciades del Águila y Nanazos del Águila, y los desaparecieron. En el año 91, en el cacerío de Santa Rosa de Mishollo, provincia de Tocache, entró una patrulla al mando de un capitán, tenía un llavero de orejas humanas, decía que esas orejas eran de los "terrucos".
Llevaron a toda la población a la escuela, a las mujeres las violaron, golpeándolas y amenazándolas con sacar sus orejas para hacer otros llaveros. Un joven, llamado Pedro, salió valientemente a reclamar, la respuesta fue dispararle en la cabeza, por lo que murió instantáneamente. Luego dijeron que era un terrorista. En el cacerío de Cachiyacu, provincia de Tocache, fue incendiado todo el pueblo, so pretexto que apoyaban a los terroristas y prohibieron que nadie regrese a vivir allí, si volvían a vivir eran considerados terroristas.
Una anciana regresó a vivir al pueblo, la violaron y luego la asesinaron; esto, lo hizo una patrulla del Ejército de la base contrasubversiva de Puerto Pizana del río Huallaga. A comienzos del 94 se desenvolvía un operativo llamado "Aries", en los poblados de Venenillo, Muyuna y otros; hicieron una matanza feroz, ametrallando y bombardeando desde helicópteros por aire y tierra, destruyeron y desaparecieron por completo esta población, muriendo más de un centenar de campesinos.
El alcalde de Aucayacu, de ese entonces, denunció por la radio local y proporcionó informes de los bombardeos del Ejército, frente a lo cual, la Fiscal de la Nación de ese entonces, Blanca Nélida Colán dijo que ella iba a constatar con organismos de derechos humanos. Luego dijo que no había ocurrido tal bombardeo, sino sólo raqueteo a los "terroristas".
¿Quién responde de todos los cadáveres que quedaron regados en el pueblo y sus alrededores? ¿De quién eran esos restos de casquillos tipo misil que estaban regados por la carretera, que medían más de un metro? ¿Por qué se incendió la vegetación de ese pueblo, quedando como desierto por varios años? En este mismo año, un campesino, Elías, fue asesinado en su casa por el Ejército, en el pueblo de Yahuarache. Su cadáver fue encontrado por unos niños que jugaban cerca al lugar.
También, en el caserío de Maná Hermoso, provincia de Tocache, otro campesino fue asesinado en su chacra, decían que era hermano de un terrorista. En el año 95, en el caserío de Guineaycu, provincia de Tocache, tres campesinos fueron asesinados, también en su chacra, entre ellos un niño de 7 años. El padre de las víctimas lloraba pidiendo justicia.
Soy una de los tantos peruanos, testigo presencial de horrendos crímenes que hoy aún permanecen en la oscuridad, cubiertos p )r la inmensa vegetación de nuestra selva y en la profundidad del río Huallaga, inmensa fosa común, siendo ambos testigos mudas de miles de desapariciones y asesinatos perpetrados por las FFAA. al amparo de la bota, la ley y el fusil; de la constante violación de los derechos fundamentales de la persona humana. Esto ha marcado en mí, profundas heridas y conmociones quizás, para algunos, sea una falacia, pero no lo es; cuando veo las películas de la II Guerra Mundial revive en mí las escenas que viví durante mi detención. Espero que todo esto no quede impune y se haga justicia.
A pedido de la testimoniante se han utilizado supuestos nombres para las 4 amigas con las que fue detenida.
Sentenciada a las 23 años de edad a Cadena Perpetua, actualmente lleva 10 años de reclusión con graves secuelas en su salud, producto de los vejámenes a que fue expuesta.
[1] Alberto Fujimorí Fujimori "Mi gobierno no justifica una sola violación de los Derecho Humanos por parte del Estado, porque conozco muy bien las armas de la democracia..." Declaración a la prensa Nov. 90 Amparó- y prosiguió los crímenes de lesa humanidad
[2] Alberto Fujirnorí Fujimori "Mi gobierno no justifica una sola violación de los Derecho Humanos por parte del Estado, porque conozco muy bien las armas de la democracia..." Declaración a la prensa Nov. 90 Amparó- y prosiguió los crímenes de lesa humanidad
[3] Alberto Fujirnorí Fujimori "Mi gobierno no justifica una sola violación de los Derecho Humanos por parte del Estado, porque conozco muy bien las armas de la democracia..." Declaración a la prensa Nov. 90 Amparó- y prosiguió los crímenes de lesa humanidad
De la Revista "LA VOZ DE AFADEVIG", N° 3.
Fuente: Asociación de Familiares de Presos Políticos, Desaparecidos y Víctimas de Genocidio - PERU (www.afadevig.org)