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Por Blanca Revoredo viuda de Iparraguirre
Agosto de 2005
Desde su detención, en el gobierno de Fujimori, fue sometida a condiciones ignominiosas de carcelería, inhumano e ilegal, a un aislamiento absoluto, totalmente incompatible con los niveles de desarrollo alcanzado por la humanidad. Hoy con el régimen de Toledo, su situación de aislamiento en lo fundamental se mantiene, alargando así, condiciones ilegales de carcelería reñídos con los derechos reconocidos por !a Constitución, principios y leyes del Perú así como con los Convenios Internacionales suscritos por el Estado peruano.
Nos solidarizamos con la lucha de sus familiares para lograr que termine su aislamiento y por el respeto de sus derechos, muy especialmente nos solidarizamos con la brega persistente de su octogenaria madre y como una muestra de nuestro apoyo, transcribimos íntegramente lo escrito por ella sobre su hija en el poemario PARVULEZ y con el título ELENA.
"Mi hija nació en el año 1947, el 14 de septiembre. Es la tercera de mis cuatro hijas, las dos mayores fueron las hijas del estreno del matrimonio, Elena y la cuarta, las dos menores, son las hijas del reencuentro feliz de sus padres; yo todavía no trabajaba y las atendía exclusivamente hasta que cumplieron 12 y 11 añitos.
Cuando su padre compró la Botica en Lima empecé a manejar el negocio y todas colaboraban, aprendimos a poner inyecciones, mi Elenita cerraba los ojos al clavar la aguja, así aprendían, me ayudaban y por cada puesta se ganaban sus centavos.
Siempre fue una niña muy callada y reservada además de ser observadora y muy cariñosa con sus padres y hermanas, la preferida hasta de su abuela; cuando la segunda murió y se casaron las otras dos, vivimos juntas como cinco años.
Hizo sus primeros estudios en el colegio de monjas del puerto de Huacho, con las madres dominicas, por esos tiempos a los 10, 11 años gustaba enséñár catecismo a los hijos de los pescadores los domingos.
En Lima terminó su media: en la Gran Unidad Escolar Tereza González De Fanning; el 64 ó 63 no recuerdo bien ingresó a la Escuela Nacional De Educación Inicial creada por las señoritas Barcia Bonifati, con sus compañeras que fueron la primera promoción de especialistas lucharon como pioneras del reconocimiento oficial; con un grupo pequeño hablaban de organizarse como delegadas. Y se dio tiempo para obtener su certificado de inglés en el Cultural Peruano Norteamericano.
Trabajó en los jardines de infancia en los pueblos jóvenes, y es aquí donde se vio el abandono y miseria que existía en su país, sufría porque se sentía impotente de hacer algo por ellos; aunque llegó a organizar a los padres de familia con carteiitos en marchas al Ministerio de Educación solicitando mejoras en los centros de estudio ya que estos eran de esteras y los asientos de adobes y ladrillos, fue inútil, les contestaban era prioritario arreglar las oficinas de los jefes.
Mientras trabajaba siguió estudiando, iba a "la doctoral" de la universidad de la Cantuta, en Lima un programa que daba opción a las normalistas para obtener su licenciatura en Educación, maestría y doctorado; Elena llegó hasta el penúltimo ciclo del doctorado.
Allí también se reunía con un pequeño grupo de compañeros para hablar de política, pero ganó una beca de postgrado en los Estados Unidos, sin embargo prefirió irse a Europa, se casó, viajó a París y siguió estudiando; me acuerdo que se llevó todos los textos de Mariátegui.
Estuvo cuatro años y estudió una especialidad de Educación para niños con retardo mental, allá la lucha de mayo del 68 estaba aún fresca y diariamente había manifestaciones de apoyo a Viet Nam o charlas sobre la revolución china; allá todo era política y por eso aprendió más política y regresó al Perú con mucho más deseos de ayudar a su patria.
Un día vino a mi casa, me dejó a sus hijitos: una niña y un niño, se los recomendó a su padre y a sus abuelas que los hemos adorado.
Ella los había matriculado en un colegio juntos y desapareció de la familia.
Se fue a luchar para cambiar el mundo, fue muy valiente porque quería muchísimo a sus hijos. Así es la vida, da muchas sorpresas.
Cuando la visito, alegre me dice que está bien, que no me preocupe y que sigue luchando por sus ideales".
De la Revista "LA VOZ DE AFADEVIG", N° 3.
Fuente: Asociación de Familiares de Presos Políticos, Desaparecidos y Víctimas de Genocidio - PERU (www.afadevig.org)