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El 19 de junio de 1991, en el AAHH San Gabriel Alto y Villa Limatambo (Villa María del Triunfo), distrito del cono sur de Lima, más de cien estudiantes de las distintas facultades de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos se congregaron allí para realizar una movilización, la cual perseguía los siguientes objetivos:
a) Denunciar y desenmascarar la impunidad perpetrada por el Estado peruano en el caso del genocidio de los penales en el año 86;
b) Solidarizarse con la lucha emprendida por los pobladores de San Gabriel en lo concerniente a la adquisición de servicios básicos como luz, agua y desagüe, servicios tan carentes por muchos AAHH hoy en día y ;
c) Protestar y denunciar el atropello cometido por las Fuerzas Armadas del Estado al intervenir la Universidad de San Marcos en mayo de ese mismo año.
La movilización fue acordada a iniciar a las 11am. No habrían pasado diez minutos desde que comenzó, cuando apareció el primer patrullero policial, al mismo tiempo llegó un portatropas con una gran cantidad de policías armados los que iniciaron el tiroteo, cerrando también la salida del lugar (San Gabriel Alto está ubicado entre los cerros, sólo una avenida, José Carlos Mariátegui, conecta dicha barriada con San Juan de Miraflores); llegó después una tanqueta del ejército cuyos soldados disparaban a todo el corría; dispersada la movilización, los estudiantes, al ver dicho ataque comenzaron a huir; la mayoría de ellos huyeron por las zonas aledañas al lugar (los cerros de San Gabriel Alto o la urb. Villa Limatambo), algunos trepaban por los cerros en su afán de bordearlo, pero helicópteros de la policía lo impedían disparando a matar a los estudiantes; las balas llovieron por todos lados ; las tropas del ejército emprendieron una furibunda represión; la población asustada estaba escondida en sus casas; los estudiantes ( cuyas edades fluctuaban entre los 17 y 25 años), corrían buscando refugio, algunos lograban ingresar a las chocitas siendo ocultados por los mismos pobladores haciéndose pasar por sus familiares, así algunos salvaron sus vidas; los que no lograban ocultarse caían heridos por las balas del ejército, mientras que los estudiantes muertos comenzaban a contarse . El primer caído fue Rafael Avelino Larios Verástegui. Larios era estudiante de la escuela de Sociología de nuestra universidad; cayó muerto cerca del mercado de la zona, atravesado por una bala de FAL en la pierna izquierda.
Oficialmente se habló de siete los fallecidos, pero testimonios de los pobladores y del padre del mismo estudiante Larios (afirmó haber visto más de 20 cadáveres en la morgue), indicaron que eran mucho más. Muchos estudiantes cayeron mientras trepaban los cerros, por las ráfagas que les disparaban desde el helicóptero, otros mientras corrían por las calles del lugar. Toda la zona de San Gabriel estaba cercada por las porta tropas de policías y tanques del ejercito. Cerca de dos horas duro esta matanza. Aquel día se perpetró un GENOCIDIO. Fue el operativo antiterrorista" más sanguinario y cruel aplicado por el Estado peruano en Lima Metropolitana, dentro del contexto de la guerra interna, contra estudiantes desarmados. En esta masacre intervinieron fuerzas represivas especializadas como la Unidad de Águilas Negras, el Escuadrón de Emergencia", la DINCOTE, a más de efectivos del ejército. Un total de 300 policías y 200 soldados, los cuales conformaban el Grupo de Intervención Rápida (GIR) - ente que dependía de un Comando Operativo Contra subversivo de carácter permanente y a nivel nacional -participaron en este operativo, según versión oficial, aunque algunos medios informativos como el programa Contrapunto de canal 2 hacían ver mucho más, no obstante haber justificado este genocidio. Ese día en San Gabriel, ese grupo contra subversivo (GIR) tuvo su bautizo de fuego.
En medio de la balacera, los militares comenzaron a registrar casa por casa para ver si encontraban a los supuestos terroristas. Así, muchos estudiantes fueron sacados a la fuerza de las casas donde estaban ocultados, algunos de ellos fueron ultimados en el acto una vez muertos, según testigos, los militares les ponían propaganda subversiva en las mochilas o granadas de guerra a la altura del cinturón para hacer creer que estaban armados, es decir les sembraban pruebas incriminatorias, otros fueron detenidos; uno de ellos se había subido a un microbús: José Luis Córdoba Pérez (25), estudiante de Química de nuestra universidad, él fue perseguido por la policía y muerto junto con dos pasajeros, previa balacera dentro del carro. Por todo ese día nadie podía salir de aquella zona sin identificación; la Av. José Carlos Mariátegui, que como dijimos, une San Gabriel con San Juan de Miraflores estaba cerrada por la policía. Según versión oficial se cuentan entre 7 los fallecidos (pero lo real es que hubieron mucho más), 16 desaparecidos, 51 detenidos, muchos de ellos hasta el día de hoy, otros tantos exiliados, sin duda un horrendo crimen que quedó en el olvido y en la indiferencia.
Entre nuestros compañeros fallecidos, de algunos que la prensa dio información y cuyas necropsias presentan claros indicios de ser rematados a cercana distancia, se cuentan los siguientes:
Miriam Gladis Loayza Bedón (23) (Psicología) Rafael Avelino Larios Verástegui (27) (Sociología) Dante David Serrano Bocanegra (20) (Economía) Fernando Jáuregui García (25) (Economía) Benedicto Comeca Chuquipul (22) (Derecho) José Luis Córdoba Pérez (25) (Química)
¿Qué ocurría en San Marcos en aquel contexto? ¿De qué forma se expresaba la lucha de clases y como se manifestaba en el movimiento estudiantil?. Debemos comprender que el proceso de lucha de clases que se daba en San Marcos era un reflejo de las luchas que ocurrían en el país. Desde las décadas del 60 y 70, el ascenso de las luchas populares, principalmente del proletariado y del campesinado pobre, imprimían un aire renovador en toda la sociedad. Las consignas cambio social, transformación, revolución estaban a la orden del día. Incluso vastos sectores de las clases medias pauperizadas por la crisis económica, hacían suyas estas banderas. Era una opinión compartida de que el sistema no daba para más y que el socialismo era la alternativa objetiva ante tal estado de cosas. En la Universidad y especialmente en San Marcos se reflejó ello. La mayor democratización en el acceso a San Marcos que se dio en los 60 y 70 le imprimió al movimiento estudiantil el carácter popular y comprometido con el desarrollo de las grandes mayorías. Por vez primera, San Marcos abría sus puertas a jóvenes provenientes de diversos sectores y clases sociales del país. El debate y la crítica se convirtieron en arma fundamental del quehacer sanmarquino. Las tendencias políticas de izquierda se hacían sentir en San Marcos con bastante fuerza. Así, el llamado Frente Estudiantil Revolucionario (FER) se convirtió en el espacio que congregaba a la mayoría de organizaciones y estudiantes revolucionarios. El estudiante expresaba así su rechazo a la injusticia y a la explotación que el capitalismo burocrático y la feudalidad azotaban a nuestra nación y cuyas consecuencias funestas las sufría el pueblo. Este proceso de lucha tornó incesante y agudo durante toda la década del 70 y en los 80 en pleno proceso de guerra tornó más agudo todavía.
La agobiante crisis económica, la aplastante explotación tanto en el campo como en la ciudad, la pobreza, el hambre y la miseria de las masas; y así mismo la lucha denodada de ellas por sacudirse de la explotación con luchas armadas incluido, obligaban al estudiantado a tomar definiciones rápidas y contundentes. Las posiciones clasistas en San Marcos se hacían más grandes así como la influencia del oportunismo también; ello tornaba la lucha más aguda y enconada. Mientras el pueblo libraba grandes batallas, San Marcos no podía quedarse atrás. La situación del país obligaba a tomar posición indefectiblemente o por la revolución o por la reacción. Para fines de los 80 y comienzos de los 90 esta situación tornó más álgida aún. Mientras la subversión avanzaba por todo el país y el Estado se sentía impotente para aniquilarla, San Marcos expresaba la lucha ideológica más enconada. Prácticamente las posiciones clasistas predominaban en el seno del movimiento estudiantil. Las masas estudiantiles, en gran parte se orientaban a la revolución. El nivel político era bastante elevado. El gobierno de Fujimori, en aras de su estrategia antisubversiva digitada por el Imperialismo norteamericano, vio en las universidades y especialmente en San Marcos un "nido de terroristas", y temerosos de que esa "influencia nociva" se extienda a toda la juventud se decide erradicarla y se efectúa la intervención militar el 21 de mayo de 1991, intervención que significó un duro golpe en el movimiento estudiantil. En un primer momento el estudiantado expresó su rechazo (inclusive se le llegó a botar a pedradas a Fujimori en una de sus "visitas" a San Marcos); la prensa al servicio de los grupos de poder lo presentó así: "Senderistas apedrean a Fujimori. Presidente reafirma que pintará y equipará universidades" (La República, 22 de mayo de 1991), las tropas del ejército, con el pretexto de borrar "Pintas y lemas subversivos" se quedó por nueve años en la Universidad, estos, en su plan de exterminio eliminaban poco a poco a los dirigentes estudiantiles, el Servicio de Inteligencia hacia lo propio también. Los medios de protesta y expresión del estudiantado se cerraban y eran silenciados por el fuego de las metrallas.
Es en ese clima en donde los estudiantes deciden la movilización a San Gabriel en junio de 1991, como una de las tantas movilizaciones que el estudiantado sanmarquino realizaba a diversos lugares de la capital en solidaridad con las luchas populares presentes en el país. El rechazo a la intervención militar debía expresarse de diversas formas, el país debía saber que en San Marcos la situación era bastante aguda, pero que el estudiante no estaba dispuesto a ceder sus principios, así las FFAA vengan o cualquier otro ejército del Estado invada la universidad.
La impunidad del genocidio de los penales en 1986 fue el factor principal que originó la movilización; una forma más de impunidad. Ese crimen, que se esperaba el gobierno entrante lo investigaría y sancionaría a los culpables; lejos de ello protegió a los implicados, a las fuerzas armadas, especialmente al genocida García Pérez, quien le había dado una manita a Fujimori para que ganase las elecciones en 1990. Así mismo, el gobierno de Fujimori, continuó aplicando una política genocida contra el pueblo a los niveles más extremos y cruentos.
Esa situación generó tal indignación en el movimiento popular que para aquel día 19 de junio en diversos lugares, familiares de los caídos y pobladores estaban organizando diversas manifestaciones mostrando el rechazo a la impunidad y a la vez rindiendo homenaje a los caídos aquel día de 1986. En San Marcos también se esperaba igual manifestación, y más aún que en el genocidio de los penales en 1986, cayeron varios estudiantes sanmarquinos, de ahí la necesidad de la movilización como forma de expresión y protesta.
San Gabriel era un pueblo que a fuerza de coraje y tesón de sus moradores iba saliendo poco a poco adelante, la gran mayoría de los moradores eran provenientes de Ayacucho, desplazadas por la guerra que allí se estaba dando; los índices de pobreza en esa zona de Villa María eran alarmantes, mucha contaminación y enfermedades, poco a poco los cerros se iban poblando de chocitas con esteras, los servicios básicos como luz, agua y desagüe escaseaban, las necesidades básicas no eran resueltas, a tal estado de cosas que también se presentaban en otros AAHH de la capital, la masa estudiantil debía expresar su solidaridad y apoyo, esa capacidad crítica y espíritu comprometido con el clamor de las clases populares el estudiante de San Marcos lo había forjado al calor de sus luchas por décadas, comprendiendo que solo uniéndose al sector popular encontrará la respuesta a los problemas que aquejan a la universidad, ese espíritu lo mantenía con firmeza y resolución. De ahí la necesidad de la movilización.
Pasados 17 años desde ese luctuoso día la verdad pugna por abrirse paso, creemos que la nuevas generaciones tienen el deber de rescatar del olvido todos estos hechos, más allá de las posiciones políticas que pudiesen existir, creemos que la verdad debe ser esclarecida y que los responsables de aquel crimen sean castigados, es lo menos que se puede hacer para resarcir el dolor de los familiares y del pueblo peruano que sufre cuando sus mejores hijos son sacrificados impunemente.
Atentamente
Taller de Investigaciones en Ciencias Sociales de la UNMSM
San Marcos, 13 de Junio 2008
Fuente: http://mx.groups.yahoo.com/group/AHuA/