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Protocolos de autopsia prueban que internos del penal fueron ultimados con balazos en el cráneo, tórax y corazón
Los disparos se hicieron a corta distancia y los ejecutores se ubicaron detrás de sus víctimas.
María Elena Hidalgo.
Unidad de Investigación. Diario "la República".
Lo que dicen las necropcias.
Los protocolos de necropsia de los 41 reclusos del penal Canto Grande sí existen y confirman que varias de las víctimas fueron asesinadas con balazos en el cráneo y no como resultado de un enfrentamiento, como informó oficialmente Alberto Kenya Fujimori.
Los documentos son parte del proceso judicial que se le sigue a Fujimori y que han determinado por este caso que se le extienda una nueva orden de detención.
La semana pasada en conferencia de prensa los legisladores apristas Mauricio Mulder Bedoya y Javier Velásquez Quesquén afirmaron que el Estado peruano durante el gobierno de Alejandro Toledo se allanó al proceso seguido por la Corte Interamericana de DDHH en
el caso de la matanza del penal de Canto Grande, no obstante que "no se practicaron protocolos de necropsia".
Con dicho argumento, Mulder y Velásquez pretenden desconocer el fallo de la Corte de San José alegando que no se agotaron todas las instancias del fuero judicial del Perú.
Sin embargo, La República obtuvo copias de los protocolos de necropsia del Instituto de Medicina Legal (IML) que se aplicaron a varios dirigentes senderistas que cayeron abatidos como resultado de un asesinato selectivo ordenado por Fujimori mediante un operativo denominado "Mudanza I".
Este diario también consiguió copias de los dictámenes forenses que la Subdirección del laboratorio Central de la Dirección de Criminalística de la policía practicó a los cuerpos de los reclusos asesinados, horas después de los hechos, en 1992.
Asesinato selectivo
Precisamente de los informes forenses de la policía y de los protocolos de necropsia se desprende que los internos fueron eliminados con disparos a corta distancia, especialmente en la cabeza, y que varios recibieron más de cinco tiros en zonas vitales.
En la mayor parte de los casos, los proyectiles fueron disparados desde arriba hacia abajo. Es decir, que se utilizaron francotiradores para acabar con la vida de los dirigentes terroristas como Tito Valle Travesaņo, Hugo Juárez Cuzatt, Rufino Obregón Chávez, Yovanka
Pardavé Trujillo y Elvia Zanabria Pacheco, entre otros.
41 reclusos muertos fue el resultado del Operativo de Limpieza ordenado por el gobierno fujimorista.
El protocolo de necropsia de Tito Valle Travesaņo, jefe militar de Socorro Popular, indica que su muerte se debió a laceración encefálica que sufrió debido a un disparo en la cabeza, lo que le originó la fractura del cráneo y la expulsión de masa encefálica, además de otros cinco impactos de bala que recibió en el pecho y miembros superiores e inferiores.
El retrato ectoscópico de Valle Travesaņo, tomado a las 36 horas después de su muerte, consignó lo siguiente: "orificio de entrada por proyectil de arma de fuego de 4.5 x 3.5 cm, en la región temporal derecha a colgajo a 2.5 cm. por detrás del borde de inserción posterior del pabellón auricular. El orificio de salida mide 7x5 cm ubicado en la región temporal auricular izquierda sobre la inserción anterior del pabellón auricular y a 2.5 cm, por debajo del borde de inserción superior del pabellón auricular".
A lo que se refieren los forenses es que el proyectil que le perforó la cabeza ingresó en la región derecha del cráneo de Tito Valle con una trayectoria de derecha a izquierda, de arriba abajo y de atrás hacia delante, lo que significaría que, al momento de ser asesinado, el terrorista se encontraba de rodillas, y su ejecutor detrás de él.
Con Rufino Obregón Chávez sucedió algo similar. De los tres disparos que recibió, el que le quitó la vida fue el recibido en la cabeza.
El proyectil le ingresó por la región parietal derecha y salió por la región temporal y auricular derecha originándole un orificio de salida de 9 x 5 cm. La amplitud del orificio de salida solo se explicaría por la cercanía del ejecutor a su víctima, el que, a deducir por la trayectoria de la bala, también estuvo detrás y por encima de Obregón. Al terrorista Andrés Aguero Geramendi, la bala que le quitó la vida le provocó el estallido del cráneo y la explosión de la masa encefálica. Caso similar al de los senderistas Rubén Chihuán Basilio, Julia Olivos Peņa y Ana Castillo Villanueva, todos ultimados con tiros en la cabeza.
A Yovanka Pardavé Trujillo, miembro del Comité Central de Sendero Luminoso y pareja de Tito Valle, no la ultimaron con disparos en la cabeza pero igual los disparos fueron realizados en zonas vitales.
Luego de la rendición
Yovanka Pardavé fue asesinada luego de haberse rendido. Fueron cinco los disparos que recibió y que le perforaron distintas partes del cuerpo.
Dos disparos le fueron dados en el tórax, otros dos en el abdomen y el quinto en el brazo izquierdo.
Uno de los proyectiles, el que fue dado en el lado izquierdo del tórax, tuvo una trayectoria de abajo hacia arriba y de adelante hacia atrás que le perforó el corazón y los pulmones, y que finalmente desencadenó su muerte. Otro miembro del Comité Central de Sendero Luminoso acribillado por las fuerzas del orden fue Deodato Juárez Cruzatt. El líder senderista recibió el impacto de nueve proyectiles en el tórax, abdomen, muslo y pelvis.
Elvia Zanabria Pacheco, cabecilla de Socorro Popular, la mataron de dos balazos que le desencadenó un "shock hipovolémico" que la hizo morir desangrada.
En general, las necropsias efectuadas determinan que la mayoría de las víctimas presentaban heridas de bala en la cabeza, cuello y tórax (zonas vitales), que demuestran que la consigna con la que ingresaron los policías y miembros del Ejército al penal de Canto Grande no era la de controlar un motín, sino aniquilar selectivamente a los senderistas presos.
La clave
INFORMES INCOMPLETOS. Los protocolos de autopsia contienen descripciones incompletas de las heridas sufridas por las víctimas. No se determina la ubicación externa, posible causa, forma de producción, antigüedad, trayectoria y orificios de entrada y salida en las heridas producidas por los impactos de bala. Así como tampoco la existencia o carencia de
tatuajes (marcas del proyectil alrededor del orificio de la herida) en los cadáveres.
Fue un operativo de aniquilamiento
Del análisis de los certificados de necropsia que obra en el expediente del operativo "Mudanza I", en el que perdieron la vida 41 personas, se concluye que la mayoría de las víctimas presentaban de tres a doce heridas de bala en la cabeza y tórax, por lo que se
puede concluir que los disparos efectuados por las fuerzas de seguridad contra los reclusos no tenían la intención de inmovilizar o persuadir a los internos del penal, sino que el plan era asesinarlos.
El dictamen pericial practicado por la Dirección de Criminalística de la Policía Nacional efectuado horas después de la matanza en el penal de Castro Castro determinó que en el ataque se utilizaron armas con municiones de 7.62 milímetros, es decir, armas de guerra AKM y no las armas usadas generalmente en ambientes cerrados como cárceles.
En base al uso de armas de guerra, el uso desproporcionado de la fuerza y a las heridas
producidas a los terroristas, la Corte Interamericana de DDHH concluyó que "Mudanza I" fue una ejecución extrajudicial y no un operativo para controlar un motín.
Fuente: Diario "La República", Lunes 15 de Enero 2007.