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Febrero de 2006
Soy Marco Antonio Abarca Rupay, ex prisionero político que luego de trece años de cruel prisión salí en libertad al cambiar la orden de detención por la de comparecencia debido a que sufro una grave enfermedad.
Desde que fui detenido en el año 1992, afronté las mas duras condiciones de prisión con un régimen de aislamiento cuyo objetivo era destruirme, rediciéndonos a la condición de sub humanos condenados solo a realizar las funciones fisiológicas y prohibiéndonos estudiar y trabajar; sólo salíamos al patio por media hora y mas aún en Yanamayo a casi cuatro mil metros de altura , teníamos que soportar gélidas temperaturas y la lejanía de nuestros seres queridos que sólo estaban autorizados a visitarnos una vez al mes por media hora a través de un infame locutorio por el que ni con el dedo podíamos tocar a nuestros padres, esposas e hijos. Fue en esas circunstancias que contraje primero osteomelitis y posteriormente se me detectó el cáncer habiendo sido ya trasladado al Penal de Castro Castro en el 2003.
Ha sido el constante apoyo, aliento y desprendimiento de mis familiares y de mis compañeros prisioneros políticos y por la humanitaria ayuda de el CEAS, Comité Internacional de la Cruz Roja , Defensoría del Pueblo, Confraternidad Carcelaria, y gentes de bien que mis fuerzas duplicaron, mi voluntad se aferró persistiendo en vivir que es luchar, recordando lo que Nicolai Dostoyevsky:
"Lo mas preciado que posee el hombre es la vida. Se le otorga una sola vez y hay que vivirla en forma tal que no se sienta un dolor torturante por los años pasados en vano, para que no queme la vergüenza por el ayer vil y mezquino, para que al morir se pueda exclamar: ¡toda la vida y todas las fuerzas han sido entregadas a lo mas hermoso del mundo, a la lucha por la libertad de la humanidad¡ y hay que apresurarse a vivir, pues una enfermedad estúpida o cualquier casualidad trágica puede cortar el hilo de la existencia" por lo que reafirmo mi decisión de entregar mi vida por la emancipación de la humanidad con total desinterés hasta mi último hálito.
Hace poco tuve una recaída con el 90 % de células cancerígenas en todo el cuerpo y sentí que la vida se me escapaba y que todo el esfuerzo se desvanecía. Y me preparé para lo peor despidiéndome de mis compañeros con quienes por tanto tiempo y años enfrentamos la adversidad y la supimos doblegar. En el hospital del INEN necesitaban sangre para mi tratamiento; había un problema no fácil de resolver, entonces acudieron muchas personas con gran solidaridad brindándome su preciosa sangre, lo que me permitió superar temporalmente la crisis y seguir viviendo. Es en esas circunstancias que me concedieron la libertad, luego de muchos años pude retornar a casa y persistir en esta lucha, pues siendo enfermedad terminal y grave, lo único que queda es proseguir el tratamiento.
Aprecio de gran manera la solidaridad mostrada por compañeros y familiares y amigos a quienes hoy sigo recurriendo y reconocer con gran alegría la existencia de personas caritativas y de alta sensibilidad que me han cuidado y cuidan en el centro hospitalario y el propio personal de salud del Penal. A ellos cabe comparar con el poema de Vallejo, MASA:
"Le rodearon millones de individuos con un ruego común: ¡quédate hermano¡ Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Entonces todos los hombres de la tierra le rodearon, Les vio el cadáver triste, emocionado Incorporose lentamente Abrazó al primer hombre y echose a andar"
Y pues es esta masa, este pueblo, estas personas que mencioné, las que me ayudan a vivir. La lucha es aún mas dura. Luchando por vivir, pues vivir es luchar.
¡Gracias¡
MARCO ANTONIO ABARCA RUPAY
Fuente: AFADEVIG (www.afadevig.org)