RESTAURACIÓN DEL CAPITALISMO Y CONTRARRESTAURACIÓN DE LA DICTADURA DEL PROLETARIADO
La revolución proletaria mundial empezó el año 1848, con las primeras luchas del proletariado en contra de la burguesía. El mismo año se publicó el "Manifiesto Comunista" que fundamenta teóricamente y establece las reivindicaciones y metas de la clase obrera: la lucha irreconciliable contra el sistema capitalista y la instauración de una nueva sociedad sin explotación y opresión, el comunismo. Ya entonces, Marx señaló que el camino a esa meta sería largo y sinuoso, llevado por muchas derrotas y retrocesos, porque la clase dominante no va a dejar el poder voluntariamente. La revolución hará surgir inevitablemente una poderosa contrarrevolución, que constantemente detiene la marcha de la revolución proletaria y la hará retroceder. La experiencia de ahora 146 años de revolución proletaria mundial ha confirmado esa predicción. El desarrollo de la revolución ha sido por olas; a un periodo de ascenso revolucionario siguió indefectiblemente un repliegue, lo que es expresión de la contradicción entre revolución y contrarrevolución. Pero hoy esa contradicción no se manifiesta de la misma manera que hace cien años; en el siglo pasado, estaba determinado por la inexperiencia de la clase obrera y el hecho de que muchos problemas de la lucha por el poder no estaban resueltos aún; mientras al mismo tiempo el capitalismo recién se encontraba en la fase de su consolidación y expansión que culminaba con el paso al imperialismo. Hoy la situación es distinta: El proletariado ha aprendido a conquistar el poder, instaurar su dictadura y defender el socialismo, mientras el imperialismo ha entrado a un proceso de larga agonía y puede mantener su dominio sólo con la más cruel explotación de los pueblos y constantes agresiones, lo que le permite una recuperación transitoria de tiempo en tiempo. En la situación actual la contradicción revolución - contrarrevolución se manifiesta como lucha entre restauración del capitalismo y contrarrestauración de la dictadura del proletariado. Bajo este punto de vista tenemos que juzgar las causas del actual repliegue político general de la revolución proletaria mundial.
En los últimos años, las condiciones de vida en el mundo han empeorado rápidamente. Actualmente, la mayor parte de la población mundial vive actualmente en las naciones oprimidas y su vida cotidiana está marcada por pobreza extrema, atraso, hambre, enfermedades, inseguridad social y la repercusión de la rapiña imperialista. Pero también en países imperialistas como Alemania vemos creciente pauperización y opresión e inseguridad social de las grandes mayorías. Cada uno de nosotros lo siente a diario, cuando cada vez más se tiene que reducir su nivel de vida porque el sueldo no alcanza, cuando las exigencias en del trabajo aumentan y la amenaza del desempleo obliga a soportar una mayor explotación o, cuando la enfermedad o vejez son equivalentes de pobreza. Muchos dicen, "las cosas no pueden seguir así" y desean un cambio, pero muy pocos dan pasos serios para lograrlo. La conciencia pública está caracterizada por la impresión de la inevitabilidad de las relaciones de explotación existentes, la impotencia y la falta de perspectivas sociales. En consecuencia, cada uno centra en si mismo y trata de sacar el máximo provecho de la situación; y, la ley del más fuerte y el egoísmo han devenido en valores reconocidos de una sociedad que cada vez reduce más al hombre a nivel de animal.
Si examinamos las razones de este desarrollo nos damos cuenta, que esa tendencia se ha fortalecido en los años ochenta y que forma una contracorriente al ascenso revolucionario de los sesenta y comienzos de los setenta cuando, a nivel internacional, surgió un movimiento antiimperialista poderoso y se debatía públicamente y por todas partes sobre la "revolución" y el "marxismo". En aquellos tiempos, mucha gente exigía poner el interés colectivo por encima del personal y cambiar el sistema social en este sentido. Más aún intelectuales y políticos burgueses se vieron obligados a hacerse pasar por "progresistas" o hasta por "marxistas". Hoy, en cambio, sólo se habla de que el "marxismo ha sido superado" y el "socialismo ha fracasado" y, muchas veces, hasta las pocas personas que siguen luchando contra el sistema social existente son antimarxistas. Esta posición busca su fundamentación en el derrumbe de los llamados estados socialistas y las supuestas deficiencias inherentes al socialismo, que ven como causa de este hecho.
Lo que callan y ocultan los enemigos del marxismo es que desde hace tiempo, estos estados de socialismo no tenían nada más que el nombre. En realidad, allí el capitalismo no ha sido restablecido recién fines de los ochenta, como se sostiene generalmente, sino mucho antes. En la URSS el proceso de restauración empezó en 1953, después de la muerte de Stalin, que causó una lucha encarnizada por el poder dentro del Partido Comunista y del Estado. Elementos revisionistas dentro del Partido, encabezados por Jruschov lograron imponerse y, en el XX Congreso del PCUS comenzaron su ataque a la dictadura del proletariado. Tomando como pretexto "errores de Stalin" y cogiéndose en el llamado culto a la personalidad, cuestionaron principios fundamentales del marxismo, negándolo de esta manera. Finalmente, en el XXII Congreso de 1961 sistematizaron sus posiciones y la línea revisionista se hizo evidente.
Los elementos esenciales de sus planteamientos se puede resumir en las "3 pacíficas": la coexistencia pacífica, la transición pacífica y la emulación pacífica, así como en los "2 todos", al propagar el PCUS como "Partido de todo el pueblo" y la URSS como "Estado de todo el pueblo".
El término "coexistencia pacífica" proviene de Lenin que lo desarrolló en referencia a la relación entre Estados. Jruschov lo tergiversó y le dio el sentido de la convivencia pacífica de los sistemas sociales, argumentando que, bajo cualquier circunstancia, se tendría que evitar una futura guerra, porque en la época de las armas nucleares implicaría el aniquilamiento total de la humanidad, sin diferenciar explotadores y explotados. Por tanto, los hombres deberían convivir pacíficamente y evitar la guerra. En el fondo, recomendó a los pueblos oprimidos doblegarse ante las agresiones imperialistas y resignarse ante el domino imperialista. Y a los imperialistas les ruega renunciar voluntariamente al sometimiento de otros pueblos. Por el mismo lado iba su posición de la "transición pacífica del capitalismo al socialismo". Declaró superada la violencia revolucionaria como medio del proletariado y el pueblo para conquistar el poder, sosteniendo que en las actuales condiciones los partidos comunistas podrían tomar el poder por la vía de las elecciones y la participación en el parlamento. Igual a todos los revisionistas anteriores negó así uno de los principios fundamentales del marxismo: la necesidad de la violencia revolucionaria como único medio de la conquista del poder. Además, propagó la emulación pacífica, arguyendo que al comprobar el socialismo su superioridad frente al capitalismo los imperialistas adoptarían voluntariamente el sistema socialista.
Sobre el Estado Jruschov y su camarilla sostenían la tesis del "Estado de todo el pueblo"; de esta manera negando la dictadura del proletariado y sus tareas históricas; y, por tanto también, la teoría marxista del Estado, que concibe todo Estado como organización de la clase dominante para ejercer su dictadura. Del mismo modo, quitó al partido comunista su carácter de Partido del proletariado, declarándolo Partido de todo el pueblo. Los revisionistas rusos pensaban que en la URSS, las clases y las contradicciones de clases ya estaban superadas y el país podría entrar al comunismo después de relativamente poco tiempo; pasando así por alto la tesis marxista que "o todos los países del mundo pasan juntos al comunismo o no pasa ninguno". Los acuerdos del XXII Congreso proclamaron un nuevo programa de los comunistas, negando el Manifiesto Comunista, que consideraban superado.
De esta manera, el PCUS se había convertido definitivamente en un partido revisionista, que sólo era comunista de nombre; pero, en realidad defendía los intereses de la burguesía; un partido que, a nivel internacional, predicaba la capitulación de las naciones oprimidas ante el imperialismo; a los pueblos en los países capitalistas e imperialistas recomendó la capitulación ante sus explotadores nativos y, en los países socialistas, estimulaba el desarrollo de las fuerzas capitalistas.
Simultáneamente, con el cambio de la línea del Partido se llevó adelante cambios políticos y económicos, que, paulatinamente, convirtieron la dictadura del proletariado en una dictadura fascista y la economía socialista en un capitalismo monopolista de Estado. Al mismo tiempo, la URSS comenzó con el sometimiento de otros pueblos, empezando por los países del llamado bloque socialista, que consideraba su zona de influencia natural. Aparte entró en contienda por la hegemonía mundial con los EE. UU. y trató de ampliar su zona de influencia en Asia, África y América Latina. Con este fin, muchas veces traficó con las luchas justas de las naciones oprimidas, tomando el control de los movimientos de liberación nacional por medio de los partidos revisionistas nativos, como en Cuba o Nicaragua. A más tardar con la invasión de Checoslovaquia en 1968 la Unión Soviética mostró abiertamente su carácter socialimperialista.
El Presidente Mao analizó los cambios en la URSS y combatió el revisionismo contemporáneo de Jruschov desde el comienzo. Después del XXII Congreso publicó su posición y nos dio los fundamentos para la comprensión del carácter imperialista de la URSS. Fines de los sesenta, definió el imperialismo norteamericano y el socialimperialismo soviético como enemigos principales de la humanidad.
También era el Presidente Mao, quien aplicando y desarrollando el marxismo-leninismo investigó las leyes de desarrollo del socialismo y definió el fenómeno de la restauración del capitalismo como expresión de la lucha de clases entre proletariado y burguesía. Ya en 1949, poco antes de la fundación de la República Popular de China, indicó que la toma del Poder sólo era el primer paso de un largo camino de lucha por la consolidación del socialismo y llamó a los comunistas chinos de no bajar la guardia ante la burguesía. Aunque con la victoria de la revolución la gran burguesía pierde su posición de clase dominante, no deja de existir como clase dentro de la sociedad socialista y va a hacer todo para retomar el Poder. Aún dispone de ciertos medios económicos, de mayores conocimientos y más experiencias en la dirección del Estado y de la economía y relaciones internacionales y va a usar esos medios para sacar ventajas. Sin embargo, su arma principal para la restauración del capitalismo son los "proyectiles almibarados" de sus ideas burguesas. En un trabajo de hormiga, hace que cotidianamente se reproduzca la ideología burguesa-capitalista en el pueblo y, por tanto también en el Partido, el Estado y el Ejército, porque ellos son parte de la sociedad.
Les favorece que en el Estado socialista en su etapa inicial subsisten muchos rezagos del sistema capitalista porque, el proletariado recién después de la toma del poder político empieza a establecer las relaciones de producción socialistas. (Las relaciones de producción capitalistas, en cambio, ya podían formarse y desarrollarse dentro de la sociedad feudal.) En la sociedad socialista ya no predominan las relaciones de producción capitalistas, sin embargo, siguen existiendo en la pequeña producción y esa, como dijera Lenin, produce capitalismo las 24 horas del día. Esa situación es inevitable en la primera fase del socialismo, porque la revolución sólo puede triunfar si se une con los campesinos y la pequeña burguesía y, por tanto, tiene que cuidar sus intereses, lo que implica en concreto, proteger su propiedad privada de medios de producción. Aparte, en un primer momento, el Estado socialista necesita la pequeña producción para garantizar las necesidades del pueblo. Las ideas capitalistas siguen vivas en esta masa de pequeños productores porque corresponden a su experiencia cotidiana, y esas necesariamente repercuten en la conciencia de la sociedad en su conjunto. De esa influencia tampoco se libran los que ejercen el Poder. Es tarea del Partido Comunista hacer retroceder las ideas antipopulares y burguesas, reeducando a las masas y remplazándolas por la ideología proletaria, lo que implica ante todo y primero reprimir su repercusión dentro del Partido mismo a través de una permanente lucha ideológica, pues, si representantes de las ideas burguesas tienen la oportunidad de ejercer poder, usarán inevitablemente su posición para su ventaja personal y se formara una nueva burguesía, que no sólo oprime y explota al propio pueblo sino también a otros pueblos, utilizando el aparato estatal para fines. Sin embargo, sólo pueden llegar a esa posición haciéndose pasar por marxistas. Entonces tienen que tergiversar el marxismo según sus necesidades, "reformarlo" con el pretexto de desarrollarlo. Según la definición del Presidente Mao, la esencia de la restauración del capitalismo es el revisionismo porque, en la sociedad socialista, las ideas burguesas se presentan principalmente como revisionismo. Y si éste se impone en el Partido Comunista que es dirección del Estado, la dictadura del proletariado se convierte en una dictadura burguesa y fascista y la economía socialista en capitalismo estatal. Y eso es lo que pasó en la URSS después de la muerte de Stalin.
También en China se presentaron desviaciones revisionistas en Partido, Estado y Ejército. Ya en los años cincuenta el Presidente Mao combatió a los representantes de ideas burguesas dentro del Partido, ante todos a Liu Chao-chi, a quien llamó el "Jruschov chino" y quien, junto con otros, se opuso sistemáticamente a la construcción del socialismo. Mediados de los años sesenta el Presidente Mao constató que gran parte del aparato estatal estaba en manos de funcionarios que aplicaban una política capitalista. A consecuencia disolvió el Partido con excepción del Comité Central y llamó a la revolución cultural. Con ella el Presidente Mao dio al proletariado el arma para defender su dictadura, impedir la restauración del capitalismo y desarrollar el socialismo. El Presidente Mao movilizó al pueblo y fundó las Guardias Rojas para derrumbar a los funcionarios corruptos y renovar el aparato estatal desde la base. Como ya parte del ejército estaba bajo influencia de la derecha y pasó a reprimir al movimiento popular con las armas, la lucha llegó a desenvolverse hasta con enfrentamientos armados.
La situación se agudizó con la muerte del Presidente Mao en setiembre de 1976. Algunos de los funcionarios revisionistas, entre ellos el actual "hombre fuerte" de China, Teng Siao-ping, después de un periodo de reeducación, habían logrado volver al Comité Central. Tomaron el control sobre el ejército y lo utilizaron para un golpe de Estado. Otro grupo dentro del Comité Central, encabezado por Chang Ching, intentó en Shanghai, la bastión de la revolución cultural, movilizar las Guardias Rojas contra el golpe. Pero los revisionistas se les adelantaron, los detuvieron y abrieron juicio contra la llamada "banda de los cuatro". Así también en China la restauración se había hecho realidad. Allí, el retorno al capitalismo se llevó a cabo en forma mucho más rápida y desenfrenada que en la URSS. Hoy, China es un país imperialista con ambiciones de convertirse en superpotencia, mientras la situación del pueblo empeora cada vez más y las contradicciones de clase se agudizan.
A mediados de los ochenta, el proceso de la restauración tenía su continuación en la URSS con Gorbachov. El capitalismo estatal había entrado en desventaja en su contienda por la hegemonía mundial, además el régimen socialista se vio frente a muy serios problemas internas. La economía soviética se encontró en una crisis profunda que, como en todo país imperialista se cargó sobre el pueblo; la productividad de la economía decrecía constantemente y el abastecimiento de la población cada vez era más difícil; una alta taza de inflación y una fuerte baja del valor de la moneda disminuiron los sueldos reales y las condiciones de vida para el pueblo se empeoraron día tras día. La consecuencia eran huelgas y levantamientos campesinos que el Estado aplastó a sangre y fuego. Encima se expresaba creciente resistencia de las nacionalidades oprimidas dentro de la URSS.
Toda esa situación hizo necesario una reestructuración. A consecuencia, Gorbachov impuso la "Perestroika" y cínicamente la llamó una "revolución". En realidad no era otra cosa que un desarrollo de la contrarrevolución que debía abrir paso a un Estado abiertamente capitalista-burgués, Gorbachov se autodenominó un "leninista convencido", pero sus posiciones chocaron abiertamente con los principios del leninismo y expresaron claramente una ideología burguesa y pro-imperialista. Es muy significativo que invocó al XX Congreso del PCUS y aclamó Jruschov como un "gran hombre". En abierta negación de la comprensión marxista que las ideas tienen carácter de clase propagó un "nuevo pensamiento" por encima de las ideologías que debería considerar los intereses de la humanidad en su conjunto. Así pasó por alto la contradicción entre explotadores y explotados y la lucha de clases, dando un paso más que sus antecesores revisionistas en la negación del marxismo. Consecuentemente predicó la cooperación de las superpotencias, que debían fundar su política internacional en "normas éticas y morales" para, en conjunto, resolver los problemas más urgentes de la humanidad. De esta manera, trató de legitimar la intromisión de las superpotencias en los asuntos internos de otros pueblos. El mismo criterio de fondo contiene su posición frente a la guerra. Desarrollando las posiciones de Jruschov, Gorbachov planteó que la guerra ya no podía ser la continuación de la política, como lo definió Clausewitz y en lo que se reafirmaron Lenin y el Presidente Mao. Según Gorbachov, hoy en día cualquier guerra necesariamente tendría que llevar a la desaparición de la humanidad y, por tanto, la guerra ya no era un medio político legítimo. Así negaba el carácter de clase de la guerra, queriendo privar a los pueblos oprimidos del derecho a la guerra revolucionaria. Según su opinión, a las superpotencias en cambio, les correspondería por su potencial militar asumir la responsabilidad para el resto del mundo. Eso implica una clara legitimación del papel de gendarme mundial de las superpotencias.
En el interior de la Unión Soviética, se llevaron a cabo rápidamente una serie de cambios, que culminaron en la transformación del sistema de gobierno fascista en uno demoliberal. En medio de este proceso había una contienda abierta entre diferentes fracciones y grupos de intereses dentro de la clase explotadora, llevando a incidentes como el intento de golpe contra Gorbachov y su camarilla en agosto 1992. Finalmente la fracción de Yeltsin logró imponerse y, estando en el poder en Rusia, fomentó la disolución de la URSS, asumiendo Rusia la herencia del socialimperialismo. A diferencia de Gorbachov, Yeltsin era a favor de una rápida transformación de la economía hacia un sistema de libre mercado, lo que llevó a la práctica. La clase dominante sigue siendo la misma, es la burguesía.
La descomposición del revisionismo en la URSS tenía una gran repercusión internacional, que se manifestó con más fuerza en los países de Europa oriental. Sin el respaldo de la URSS, allí los gobiernos fascistas ya no estaban en condiciones de mantenerse en el poder y cayeron pronto. Este proceso fue acompañado por una campaña propagandística internacional del imperialismo que propagó el derrumbe del revisionismo como "fracaso del socialismo". Presentando los males de la URSS y sus semicolonias como deficiencias del sistemas socialista apuntaron a convencer a los pueblos del mundo que el socialismo era una utopía y la revolución una ilusión. La repercusión de esta campaña resultó en pesimismo, pérdida de perspectiva y, en muchos casos, capitulación de las fuerzas progresistas.
Una vez más, el revisionismo ha cumplido su papel histórico de vanguardia de la burguesía en las filas del proletariado. Con la tergiversación y falsificación del marxismo ha logrado que mucha gente ha perdido la fe en la revolución y en un sistema social mejor y más justo.
Esa es la causa del repliegue actual de los movimiento revolucionarios y el fortalecimiento de las ideas burguesas. Sin embargo, mientras hay explotación existirá la contradicción irreconciliable entre explotadores y explotados, que divide el mundo en dos grandes campos, y ese hecho hasta la propaganda más hábil del revisionismo no lo puede cambiar. Tarde o temprano los pueblos del mundo se darán cuenta de esa gran verdad y se formarán de nuevo para buscar un camino al futuro.
Engels dijo, que había 2 poderes en el mundo, el poder organizado de los explotadores y el poder desorganizado de las masas oprimidas. Ambos se enfrentan en un conflicto irreconciliable. Quien de ambos tiene más fuerza depende en forma decisiva del desarrollo de la conciencia revolucionaria del pueblo, es decir si logra reconocer sus verdaderos intereses y organizarse para derrumbar el poder de los explotadores. Sin embargo, el proceso de concientización de las masas populares no es simple porque choca constantemente con el interés de las clases dominantes, que hacen todo lo posible para ocultar las relaciones de explotación. Usando todos los medios a su alcance tratan de imponer su concepción del mundo y sus valores morales como universales, haciendo aparentar el sistema imperialista como el único posible y eterno. De esta manera, la transformación social, en primer lugar y ante todo, es un problema de la concepción del mundo, de la ideología y, en toda sociedad hay una lucha entre las ideas viejas y las ideas nuevas, una lucha entre 2 ideologías, la conservadora o contrarrevolucionaria y la progresista o revolucionaria. Es la lucha ideológica que determina el avance o retroceso de los movimientos revolucionarios. También el repliegue político actual de la revolución proletaria mundial corresponde a esa ley. Existe una conciencia política poco desarrollada de las amplias masas a consecuencia de la ofensiva contrarrevolucionaria de años del imperialismo y del revisionismo.
Pero el marxismo no está muerto; vive en la clase, en los partidos comunistas, en la lucha de las masas. Hay situación revolucionaria en desarrollo desigual. El problema está en la falta de partidos comunistas, marxistas-leninistas-maoístas y que especifiquen su pensamiento guía. El marxismo es inmarcesible, porque nunca se puede marchitar, invicto, es nunca vencido, e inmarcesible que es siempre verde como el árbol, es vivo y se desarrollará. Es la única ideología que, aplicada correctamente, puede dar una explicación científica y correcta del mundo, y por tanto el único medio de su transformación y, tarde o temprano se impondrá. Tiempo más, tiempo menos depende de los comunistas y de la formación de partidos comunistas como forma más alta de organización del proletariado, de su capacidad de comprender el marxismo en su etapa más desarrollada hasta hoy, el maoísmo y de aplicarlo a sus condiciones concretas en cada país. Sólo así la masa desorganizada de los oprimidos puede devenir en una fuerza organizada capaz de abolir toda explotación para siempre.
|