LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA EN EL PERÚ: ¿A QUIÉN SIRVE?
En 1993, la economía peruana logró un crecimiento del 6 %, lo que es un claro índice de recuperación después de años de decrecimiento. El gobierno de Fujimori se adjudica ese hecho como un éxito de su política económica, aplicada desde 1990, política que apuntó a un reajuste, de acuerdo a criterios liberalistas de economía de mercado. Sin embargo, ese éxito a nivel macroeconómico no implica que la situación de hambre, miseria y atraso de la mayoría de los peruanos estén en camino de ser superados; muy por el contrario, las condiciones de vida del pueblo empeoran cada vez más, porque la política del gobierno no resuelve las causas de los problemas del país. Sólo se trata de una evolución del capitalismo burocrático, sujeta a las orientaciones y necesidades del imperialismo, que beneficia únicamente a un pequeño sector de la gran burguesía y a los imperialistas.
La economía de un país atrasado como el Perú, se caracteriza por la subsistencia de la semifeudalidad y el sometimiento al imperialismo. Sobre esa base sólo se puede desarrollar un capitalismo decrépito y enfermo, el llamado capitalismo burocrático. El imperialismo utiliza los países atrasados para sacar materia prima y productos agrícolas a precios bajos, como mercado para sus productos y, en forma creciente, aprovechando los salarios bajos para la producción industrial que no exige mano de obra calificada; pero jamás permite que en esos países se construya una industria independiente y con una tecnología moderna que podría competir de igual a igual con los países imperialistas. Así, el imperialismo constriñe el desarrollo de las fuerzas productivas para mantener su dominio. Dentro de ese marco se ubica la política económica del gobierno de Fujimori.
Cuando el actual gobierno ascendió al poder en 1990, el país se encontraba en la mayor crisis política, económica y social desde hace 100 años. El PCP controlaba el 40% del país y la guerra popular había entrado al equilibrio estratégico. La economía estaba al borde del colapso; había 5000% de inflación, 24% de caída de producción y país declarado inelegible por el Fondo Monetario Internacional (FMI). La situación del pueblo estaba marcada por una pauperización galopante; casi la mitad de los peruanos vivían en pobreza crítica y la mortandad infantil estaba entre las más altas del mundo. En estas circunstancias, Fujimori, un tecnócrata populista de extracción de burguesía media, asume el gobierno y las 3 necesidades del viejo Estado: reimpulsar el capitalismo burocrático, reestructurar el Estado y aniquilar la guerra popular.
Una parte clave de su programa era la estabilización económica, que apuntaba a cumplir con todas las exigencias del FMI para lograr la llamada "reinserción" y atraer nuevos capitales en forma de préstamos e inversiones extranjeras directas. La primera medida que adoptó, a los pocos días de asumir el poder, era el llamado "Fujishock", devaluando la moneda nacional en un 1000% frente al dólar, lo que sirvió para cortar la híperinflación y elevar el nivel de precios al promedio internacional. En consecuencia, los precios de los productos nacionales se dispararon, mientras que las importaciones se abarataron relativamente, pudiendo entrar en competencia ventajosa frente a la producción nacional. El impacto lo sufrió el pueblo, principalmente: el valor de los salarios y del ahorro en moneda nacional se esfumó de un día al otro y muchos artículos de primera necesidad ahora estaban fuera del alcance de las masas populares, aumentando de golpe, la población en pobreza crítica de 8 a 13 millones. El efecto se hizo peor aún, porque la medida del gobierno no estaba acompañado por ningún programa de apoyo social, como hasta el FMI lo recomendaba. Aparte, la política de "Shock" afectó fuertemente a la producción nacional, llevando al cierre de muchas fábricas con el correspondiente aumento del desempleo. Así, esta medida no sólo golpeó al pueblo, sino también a la burguesía nacional e, incluso, a parte de la gran burguesía, beneficiándose únicamente un sector de ella, aparte del imperialismo.
Adicionalmente, el gobierno, utilizando "facultades legislativas" otorgadas por el parlamento, decretó una serie de medidas para facilitar, aún más, la penetración del imperialismo en el mercado nacional: la baja de los aranceles, el recorte de subsidios estatales a productos de primera necesidad y el atraso de la tasa de cambio, entre otros. Pronto el mercado fue inundado de productos extranjeros industriales como carros, artefactos eléctricos y computadoras, pero también de víveres importados que se vendían a menor precio que los nacionales, llevando la agricultura a un desastre. Esa es la principal causa del abandono del campo y no la violencia, como lo sostienen la reacción y el revisionismo.
Aparte, el gobierno pugnó en dar las mejores condiciones a las inversiones extranjeras, ofreciendo amplias garantías. Se modificó la ley laboral, recortando la estabilidad laboral, el trato colectivo y el derecho a la huelga. El propio presidente Fujimori alegó que hoy el Perú es uno de los países con los costos de producción más bajos en el mundo.
Otra de las condiciones impuestas por el FMI era la mayor recaudación de impuestos, junto con una reducción del gasto estatal. El gobierno reorganizó el sistema de fiscalización, obligando a los millones de trabajadores informales, como ambulantes, pequeños artesanos y trabajadores eventuales, a inscribirse y pagar impuestos. Al mismo tiempo, aumentó el IGV (Impuesto General a las Ventas) al 12%. Así se sumó la carga fiscal a la reducción del salario real, empeorando aún más la situación del pueblo.
Además el Estado reducía cada vez más el gasto social, desentendiéndose de las funciones estatales y apuntando a pasarlas a las empresas privadas. Eso es gran un negocio para los monopolios, como demuestra el caso del fondo de pensiones, que pasó al sector privado. Se fundó los llamados AFP (Aseguradora de Fondo de Pensiones) que, sin excepción, son sucursales de los grandes consorcios imperialistas. Con el Estado como garante se les entrega las aportaciones de los trabajadores, descontándolas directamente de los salarios. De esa manera se pone el ahorro interno a su disposición. Ese dinero sirve de base para conseguir créditos del Estado; los capitales se invierten y se multiplican. En sólo 2 años han acumulado 50 millones de dólares, calculando que serán 5000 millones en 5 años.
Un capítulo aparte es la privatización de las empresas públicas. En el Perú, el gobierno militar de los años setenta promovió la "estatización de las industrias estratégicas" y expropió una gran cantidad de empresas, acumulando ingentes capitales en sus manos. En 1990, estas empresas estatales, se encontraban en crisis en su mayor parte. El gobierno de Fujimori pasó a reflotarlas a costa de sus trabajadores y del pueblo, para luego ofertarlas a precio de remate al imperialismo. De 220 empresas estatales han sido liquidadas como 100, otras 80 ya han sido vendidas y el resto será privatizado hasta el 95. Como parte de pago, se acepta los bonos de la deuda externa que en algún momento fueron vendidos en la bolsa hasta en un 4% de su valor; ahora están cotizados en un 60%. Así las privatizaciones resultaron un gran botín para los imperialistas, pero también hicieron ingresar grandes cantidades de dinero a las cajas del Estado. La reciente venta de la compañía telefónica a un consorcio español logró un precio de 2002 millones de dólares.
El gobierno ha recibido 2620 millones de dólares de la venta de las empresas públicas, a lo que se suman 4900 millones de dólares de ingresos por impuestos. Todo ese dinero ha salido del esfuerzo del pueblo y, en su mayor parte, llegará a manos del imperialismo. Para lograr la "reinserción", el actual gobierno, aparte de aplicar fielmente todas las medidas impuestas por el FMI en su política económica, empezó a pagar los intereses atrasados de la deuda externa. En los años 1991 y 92, esta política costó al pueblo peruano entre 80 a 100 millones de dolares mensuales, para luego, en 1993, subir a más de 100 millones por mes. Como recompensa, los EE.UU. y otras potencias imperialistas, formaron, en dos oportunidades, un "grupo de apoyo" que otorgó nuevos créditos para que el Perú pudiese ponerse al día con el pagos de los intereses. Finalmente, a comienzos del 92, se logró la tan ansiada "reinserción", hecho que el gobierno peruano festejó como gran triunfo de su política económica. Se esperaba la llegada de grandes cantidades de dinero fresco en forma de créditos e inversiones.
Pero el esperado flujo de capitales al país no se dio. Los préstamos conseguidos en su mayor parte, estaban destinados al pago de la deuda, mientras las inversiones extranjeras se dieron casi únicamente a través de reinversiones de empresas ya establecidas en el Perú como, por ejemplo, la 'Southern Peru'. La causa principal era el avance de la guerra popular que, en sus ataques constantes al gran capital, hizo del Perú un país de alto riesgo para las inversiones extranjeras. Obviamente, la estabilización económica dependía en gran medida de éxitos en la lucha antisubversiva, lo que exigía una guerra contrarrevolucionaria más desarrollada y un gobierno de centralización absoluta. En esta situación, el parlamento resultó un estorbo para el gobierno, porque 'Cambio 90', la agrupación política de Fujimori, era fracción minoritaria. Debido a las contradicciones internas, cada vez más agudas de los reaccionarios, la mayoría parlamentaria entrabó la legislación antisubversiva del gobierno, porque se rehusaba entregar mayores facultades al ejecutivo y a las FF.AA. Con el golpe del 5 de abril 1992, el gobierno de Fujimori disolvió el parlamento y asumió el control del poder judicial, lo que le dio mano libre para aplicar una estrategia antisubversiva aún más represiva. Violando prácticamente todos los derechos personales garantizados por la Constitución política, las FF.AA. apuntaron al control absoluto de la población, amortiguado por la llamada "acción cívica", para ganarse parte del pueblo con regalos de ropa y víveres donados por el imperialismo. Pero el principal éxito del gobierno fue logrado en el campo de la inteligencia con la captura de cuadros y dirigentes del PCP, en especial, con la detención de su Comité Permanente, en setiembre de 1992. Recién este hecho viabilizó el camino burocrático, porque llevó a un represtigio del gobierno a nivel internacional y a crecientes problemas de la guerra popular.
El imperialismo y el gobierno peruano se sienten vencedores en la prolongada lucha entre revolución y contrarrevolución, pensando tener el camino libre para la aplicación de sus planes. Sin embargo, la "reactivación económica" es relativa; si vemos en perspectiva estratégica, del 82 al 93 el Producto Bruto Interno (PBI) se redujo en un 26%, mientras la población se incrementó en un 30%. Entonces, le faltaría un crecimiento de más del 50% para llegar al nivel del 82, sin considerar que la población sigue creciendo. Además no cambió nada en los problemas fundamentales de la sociedad peruana, sino, más bien, los profundiza. Las inversiones extranjeras, mayormente a través de la privatización de empresas estatales, se dieron, casi exclusivamente, en la actividad extractiva, en el sector de servicios y en la agroindustria, que es lo que interesa al imperialismo. Mientras tanto, la producción nacional, en especial la industria, está cada vez más decaída por la apertura del mercado. Hoy, la capacidad productiva industrial, ya antes poco desarrollada, se encuentra en gran parte inactiva: la industria metalúrgica sólo trabaja con 32% de su capacidad, la de papel y la de alcohol en un 6% y la industria textil, una de las ramas industriales principales del país, en un 50%. Por la política monetaria del gobierno, las exportaciones peruanas no pueden competir en el mercado internacional. En consecuencia, la balanza de pagos sigue siendo desfavorable para el Perú. Así, el país se ve cada vez más reducido a un mero proveedor de materia prima y mano de obra baratas, con la correspondiente dependencia de los altibajos de los precios internacionales. El gobierno no hace nada para impulsar el desarrollo de la producción nacional. A pesar de los medios económicos, con los que cuenta ahora, las inversiones del Estado se limitan a trabajos de infraestructura, como la construcción de carreteras para facilitar la penetración de las empresas imperialistas al interior del país.
Mientras tanto, la situación del pueblo está marcada por el desempleo, los salarios deprimidos y una economía de supervivencia. El salario de un obrero o un maestro de escuela no cubre ni la cuarta parte de la canasta básica. Una familia promedio de Lima dispone de, aproximadamente, 150 dólares al mes, los que generalmente se consiguen sólo con el trabajo de toda la familia; un kilo de carne cuesta 3 dólares, el kilo de frijoles, un dólar. Sólo el 12,7% de la población económicamente activa (PEA) está adecuadamente empleada y el subempleo alcanza el 85%. En Lima, el centro económico del país donde vive casi el 40% de la población nacional, el 65% de la actividad económica corresponde al sector informal, compuesto por ambulantes y microempresas, que se mantienen gracias a una jornada de 12 a 16 horas y con míseros ingresos. Según la FAO, organismo de la ONU sobre alimentación, el Perú se encuentra hoy entre los países de pobreza crítica, junto con Haití, Nicaragua, Somalia y Mozambique. El 48% de la infancia sufre de desnutrición y los niños abandonan masivamente la escuela, para trabajar y aportar al ingreso familiar.
El gobierno ha creado el Ministerio de la Presidencia que maneja el FONCODES, un fondo compuesto por los ingresos de la venta de las empresas públicas y, en menor parte, por donaciones recibidas de otros países. Uno de sus objetivos declarados es la "lucha contra la pobreza". En total, dispone de miles de millones de dólares, pero, en los primeros seis meses de este año, sólo ha gastado 60 millones para obras sociales, como la construcción de colegios y postas médicas. Ahora, ¿para qué sirven las escuelas, si los niños no pueden ir porque tienen que ganarse la vida? y, ¿para qué sirve una posta médica, si no hay médico, si las medicinas, por su altos precios, están fuera del alcance del pueblo y si la principal causa de las enfermedades es la desnutrición?. Sólo sirven al proselitismo político, buscando la reelección de Fujimori. Por otro lado, el gasto social sigue siendo mínimo: el 80% del presupuesto de la república se reparte entre el Ministerio de la Presidencia, las FF.AA. y el Ministerio de Economía (este último responsable del pago de la deuda), mientras el 20% restante se divide entre todos los demás sectores como salud, educación, vivienda, energía, comunicaciones, industria, justicia, etc.
Todo este cuadro muestra las dos caras de una contradicción: por un lado, la reactivación económica, que forma parte de la recuperación transitoria del imperialismo; por otro, el hambre, la miseria y el atraso de las grandes mayorías y la entrega indisriminada de las riquezas nacionales. Ambas están íntimamente ligadas y lo primero no hubiera sido posible sin lo segundo. En otras palabras, la recuperación económica tiene su base en el mayor dominio del imperialismo y la sobreexplotación del pueblo. Como consecuencia habrá contradicciones aún más profundas y una mayor explosividad de las masas, que desembocará en un nuevo auge de las luchas populares. Y, aunque hoy la gran burguesía y el imperialismo avanzan en la aplicación de sus planes, esta situación sólo será transitoria, pues la revolución y especialmente la guerra popular, por un tiempo no estarán en condiciones de sofrenarlos. Una vez más se está demostrando que el imperialismo no puede ir en contra de su ley porque, con cada paso que da, despierta a las fuerzas que lo van a hundir y destruir indefectiblemente.
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