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La Dirección se había reunido de emergencia, con intensa lucha definió que íbamos a salir de la LTC; la Dirección remociona a través de J. al contingente ¡La Resistencia Heroica se ha cumplido! es un grandioso triunfo político, militar y moral del Presidente Gonzalo, el Partido y la Revolución. Lo que corresponde ahora es salir a enfrentar las balas, antes que morir asfixiados y entre los escombros. ¡Vamos a salir a defender la moral de la clase, con puños en alto cantando la Internacional, con la frente altiva; la reacción es reacción, igual nos va a matar aquí o afuera! La Dirección también había dispuesto abrir la puerta, sacamos los sacos de arena y abrí la puerta con C. teníamos las llaves de la puerta principal, desde el miércoles se arrimó los sacos y dejó inclinada la puerta y como seguían disparando hizo cerrar nuevamente, pero ya sin sacos, sólo agarrando con las manos cada extremo. El c. Tito dijo: "¡Compañeros, vamos a demostrar nuestra condición de comunistas, vamos a salir con la frente bien en alto y cantando la Internacional!" y los camaradas que estaban de cuclillas se ponen de pie. Atrás cerca al patio, O.: Paren el fuego cc. ya hemos cumplido con la Resistencia Heroica, vamos a salir. Nos abrazamos y avanzamos.
5.40 p.m. Sale J. M. G. C. C. y otros que no recuerdo (algunos heridos) la reacción disparaba, ellos corrieron y se metieron debajo la rotonda, la reacción estaba en guardia, atentos a la salida.
5.45 p.m.: Se abre la puerta, pasa la c. Yovanka, sigue avanzando con Noemí y con O. y salen cantando la Internacional, salen del gallinero disparan y hieren a Noemí (en un muslo dos y en una
pierna uno), a los otros también pero siguen agitando ¡Viva el Presidente Gonzalo! y son acribilladas cobardemente al frente del límite del 1 B y 1 A. 1
5. 50 p.m.: También avanza el c. Tito, él decía ¡Hugo dónde estas Hugo! porque iba hacia la puerta, volteó y no le vio; regresó donde estaba el resto de Dirección y nuevamente avanza a la puerta y dice ¡saquen la cortina! (se la, arrancó) ¡Y usted! emplazándome ¡Qué espera que no sale, vaya adelante y avance! pero sólo hasta donde se conectaba la manguera de bombero porque dispararon ráfaga y una granada cayó en la pared y me pasé al fondo izquierdo. Esperé un momento, miré hacia atrás y salió el c. Hugo, se puso a un costado, se arregló la gorra y luego la casaca; estaba allí, sereno, frente altiva y miraba hacia adelante, no decía nada, callado, luego salió el c. Tito, también sereno, atrás la c. E. mas atrás W. y M. Esperaron que salga el último y comenzaron a avanzar, le dije a Wilfredo y a Marco: ¡No, No! ¡Nosotros primero! y nos pusimos delante de ellos, pero no querían retroceder, avanzaban y avanzaban, se cogieron del brazo la Dirección, cantando la Internacional íbamos, el c. Tito dijo: ¡Internos comunes, ustedes son testigos de este fusilamiento y genocidio! (no recuerdo si luego de ello siguieron saliendo más cc. de Dirección u otros combatientes porque no miré hacia atrás en ningún momento en el desplazamiento). Los miserables genocidas de la DOES, comenzaron a disparar con abundante ráfaga desde el 1B, 1A, venusterio, 6A, CENIM y principalmente del techo 4A, 4B y 3B y se vio pues una gran cantidad de genocidas en todos los techos. Habían comunes en la cabina del 3er piso (1B), en 3B y pocos en 6B (ocultos), protestaban, maldecían a los genocidas, insultaban y expresaban su impotencia al no poder detener los disparos que asesinaban a los cc. de Dirección. Uno a uno fueron cayendo los cc. de Dirección: Tito, Wilfredo, Marco, Elvia y el último el c. Hugo que agitó dando vivas al Presidente Gonzalo. Allí estaba él como un Titán, desafiante a las balas genocidas que penetraban en su cuerpo y de los demás. Los genocidas se veían impotentes ante la fortaleza de un hombre de nuevo tipo, acerado y forjado por el propio Presidente Gonzalo que allí estaba, recio temple, las balas asesinas no podían hacerle caer rápidamente, sino que se mostraba indoblegable, se veía como un monumento, imponente, imbatible, una bala le atravesó la cabeza y muchas otras le cayó en el cuerpo (no puedo afirmar cuántas), querían pues profanar esas balas esa vida entregada totalmente al Partido y la Revolución, y a luchar por el Comunismo, un hombre extraordinario, hechura del Presidente Gonzalo, incansable en el trabajo partidario, mejor camarada, tenía un grandioso temple, trabajaba hasta las primeras horas de la madrugada y cuando nosotros nos levantábamos, a las 6 a.m., o antes, ahí lo veíamos bregando, persistiendo en la responsabilidad y tareas que le daba el Partido, o no dormía o dormía muy poco, incansable en largas reuniones y eventos. Muy sencillo y humilde, siempre tratando de resolver los problemas de la LTC y de los demás, era opuesto al despilfarro y a las ostentaciones. Su hablar era pausado y cada cosa que decía era bien pensada, era el hombre más extraordinario que conocí en todo el trabajo revolucionario. El mejor camarada, siempre sincero, honesto, apoyando a resolver los problemas hasta personales de uno. Me causó mucho dolor, una grandísima conmoción verlo, cosa que jamás olvidaré, porque mucho de lo que sé y que soy se lo debo a él. Un significativo tiempo trabajé a su lado, aprendí mucho de él y también a quererlo. Fue lentamente cayendo al piso, pero siempre con una posición de combate, Murió en posición de reto al enemigo, con sus ojos claros mirando al cielo, el triunfo inexorable, la conquista del Poder en todo el país, el Comunismo, con su cabello y barba plateadas, con el puño cerrado, como dando su compromiso o agitando. Pude sobrevivir allí en el gallinero, cuando comenzaron a disparar, me tiré al piso y me quedé quieto, quieto; como si estuviera muerto, tieso, pensaba que estaba herido mortalmente, perdí la noción del tiempo, pero estaba consciente, no me desplomé, vi abundante sangre, creía que era mía, porque yo no sentía de la cintura para abajo en mi cuerpo, y un dolor en la espalda (que después confirmé que eran sólo pequeñas esquirlas).
La reacción disparó por lo menos una docena de ráfagas, algunos impactaron los cuerpos y otros se iban al piso. Escuché que los genocidas del techo 4A, 4B decían: ¡Ese de cabeza blanca, quítese el gorro, párese y avance!. Y entre ellos hablaban ¡Disparen, disparen! y lo hicieron pero no había respuesta. Otras dos veces: ¡Ese de cabeza blanca, sáquese el gorro, párese y avance!. Pero ya el c. estaba muerto (no pude ver en esos momentos si seguían saliendo cc. o no, porque estaba boca abajo). Cuando dejaron de disparar comencé a mover un poco el rostro y mirar de reojo donde estaban los muertos, yo estaba casi a sesenta cm de la malla cerca a la puerta del gallinero. Escuché decir a E.: "¡Hugo, Hugo! ¿estás bien?" con una voz de moribunda, le pude ver que tenía heridas graves, desde aproximadamente el ombligo hasta abajo y también muslos y piernas, le dije ¡E. no se mueva, porque pueden volver a disparar! dice: ¿Quién eres? con su voz que se apagaba poco a poco. Le digo: "Soy A." y dice: "Ah ... ... A! " ¿Estás bien? Le contesto: "Creo que me han dado, no siento más de la mitad de mi cuerpo". Sigue ella: ¡Hugo, Hugo!, ¿estás bien?. "No se mueva sino van a disparar" yo a Usted siempre la he conocido como E. N., pero nunca con su nombre de Partido. "Yo soy R. "... Yo soy A,, estoy orgulloso de morir con la Dirección que es justa y correcta, todo lo que he aprendido se lo debo, ella dice muy bajo "Ya, "¡Viva el Presidente Gonzalo! ¡Viva el Presidente Gonzalo!" y también le respondí dos veces (pero en voz baja). Luego ya no le escuché su voz, pero no había muerto, ella respiraba todavía.
6.00 p.m. Como no disparaban pude ver de reojo que en la puerta (cerca de medio metro) alguien emplazaba ¡Por qué no sale!, ¿Dónde esta su condición de comunista? ¡Que la tibieza de la sangre de los ya caídos no tirite sola, acunémosla con la nuestra!. Comienzan a avanzar y son ametrallados, se expresa en todo momento el altísimo heroísmo comunista a raudales, dispuestos a todo.
Siguen saliendo en columnas, ya no disparan. R. se acerca y me levanta: Yo le digo ¡No, levante a los c. de Dirección primero! y me dice: No c., tú también estas herido! y comenzó a avanzar conmigo y me apoyaba en su hombro, iba cojeando, por el frente del 1B y el 1A (límite). Vi a los c. Yovanka y O. muertos en un enorme charco de sangre (pero hay quienes afirman que la c. O. está herida viva en un hospital), habían heridos y muertos en todo el camino hasta el acceso. Cuando pasé al frente del 1A bajando la escalera me di cuenta que no tenía herida de bala y caminé casi normal, las heridas de la pierna y espalda eran de pequeñas esquirlas. En el camino estaban muertos Janet, Ana y otros más, Consuelo, herida gravemente. Cuando estábamos en el callejón estaba Noemí cerca a la puerta de acceso (a 5 m. aproximadamente) con una herida de bala en la pierna y dos en la otra. También vi pasar que cargaban a la c. E. herida, pero no querían que sigan llevando heridos sólo pasar acceso.
Habían varios charcos de sangre en esa rampa, desde la guarnición habían acribillado a varios cc. matándolos cobardemente cuando salían por la puerta de acceso y hacían que se tiren al piso para rampar, ya comenzaron a disparar, los genocidas decían: ¡Quiénes están sanos, quiénes están sanos! Ya habían separado a las cc. del 1ª y le identifican a J. y apartan al lado de la cocina, a varios heridos los pusieron en el suelo, en hilera y los fusilaron en el piso. Los c. agitaban y los genocidas se desesperaban, los cc. estaban alborotados y beligerantes porque no se sabía con certeza lo que se venía y luego un coronel dio la orden que no disparen..., comenzaron a preguntar por el c. O. insistentemente. Nadie decía nada.
Un combatiente
(Del folleto "Gloria al Día de la Heroicidad". Primer Aniversario - Mayo 1993)