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"Una gran revolución no puede evitar pasar por una guerra civil. Esta es una ley. Si no se ve más que el lado negativo de la guerra y no su lado positivo no se tiene más que una visión parcial del problema de la guerra. Hablar únicamente del carácter destructivo de la guerra es perjudicial para la revolución popular".
"Es bueno si el enemigo nos ataca, pues eso prueba que hemos deslindado campos con él. Y mejor aún si el enemigo nos ataca con furia y nos pinta de negro y carentes de toda virtud, porque eso no sólo testimonia que hemos deslindado campos, sino también que hemos alcanzado notables éxitos en el trabajo".
P. MAO TSETUNG.
I. SEIS AÑOS DE GUERRA POPULAR
UBICACION DEL SEXTO AÑO. El 17 de mayo se cumplió el sexto aniversario del inicio de la guerra popular en el Perú; hace seis años el Partido Comunista tomó las armas para llevar adelante la revolución democrática que derrumbe la explotación y opresión del imperialismo principalmente yanqui, del capitalismo burocrático y de la semifeudalidad subsistente a fin de conquistar el Poder para el proletariado y el pueblo, dentro del contexto de la revolución mundial y sirviéndola. Desde entonces y bajo las invictas banderas del marxismo-leninismo-maoísmo y el pensamiento guía, se desarrolla el camino de cercar las ciudades desde el campo y se libra la guerra revolucionaria en campo y ciudad como una sola unidad siendo el campo el teatro principal de la acción armada y el citadino complementario pero necesario; en síntesis una guerra popular, en esencia una guerra campesina dirigida por el Partido Comunista, cuya médula es crear bases de apoyo.
Los años transcurridos pueden sintetizarse así: el 80 es del inicio de la lucha armada, de la guerra de guerrillas; el 81 y 82 son del despliegue de la lucha guerrillera y del surgimiento de los Comités Populares, del Nuevo Poder de obreros, campesinos y pequeño burgueses, de dictadura conjunta, basada en la alianza obrero-campesina, dirigida por el proletariado a través de su Partido; el 83 y 84 son años de lucha en torno a restablecimiento-contrarrestablecimiento, esto es de la guerra contrarrevolucionaria por aplastar el Nuevo Poder y restablecer el Viejo y de la guerra popular por defender, desarrollar y construir el Poder Popular recién surgido, dura contienda librada entre las fuerzas armadas reaccionarias y el Ejército Guerrillero Popular; y del 85 a hoy la continuación de la defensa, desarrollo y construcción para el mantenimiento de las bases de apoyo y la expansión de la guerra popular a todo el ámbito de nuestras serranías de Norte a Sur.
La revolución peruana desde el 83 se desenvuelve bajo la gran concepción estratégica política de "Conquistar bases" y la militar de desarrollar la guerra popular, ésta, aplicando principalmente la guerra de guerrillas complementada con acciones guerrilleras de sabotaje, aniquilamiento selectivo y propaganda y agitación, cumple la tarea medular de crear, mantener y desarrollar bases de apoyo y expandir a todo el ámbito la guerra popular, siguiendo las variaciones que la fluidez de la guerra de guerrillas impone no sólo al Nuevo Estado sino a todas las formas de la construcción y trabajo revolucionarios. Es dentro del plan fundamental de "Conquistar bases" que se ubica el actual, "Plan de gran salto", que sujetándose a la estrategia política específica de "dos repúblicas se expresen, dos caminos, dos ejes", esto es: dos repúblicas, la del viejo Estado peruano reaccionario y la República Popular de Nueva Democracia en formación; dos caminos, el viejo e inconducente de los votos que sólo sirve a mantener el orden explotador y el nuevo de las armas que está transformando la sociedad peruana en función del pueblo; dos ejes, la gran burguesía como cabeza de la dictadura de clases imperante al servicio del imperialismo, el capitalismo burocrático y la semifeudalidad, el negro y oprobioso pasado en destrucción y el proletariado que, representado por su Partido Comunista, dirige la revolución democrática que triunfante abrirá las puertas al socialismo y continuando con revoluciones culturales, fundido en la gran epopeya de la revolución mundial, se adentrará en el futuro: el comunismo, meta única, necesaria, ineludible e irrenunciable de la humanidad. Estrategia política que a través de la estrategia militar de generalizar la guerra de guerrillas se plasma en cuatro campañas de contenidos específicos.
SOBRE LA GUERRA CONTRARREVOLUCIONARIA. Y como tenía que ser, pues toda guerra se da entre dos campos, contra el desarrollo de la guerra popular se levantó la guerra contrarrevolucionaria; necesariamente el Estado peruano, la dictadura de grandes burgueses y terratenientes bajo amparo del imperialismo yanki principalmente, defendió su subsistencia amenazada. Al comienzo minimizando el problema, para guardar su falsa imagen democrática y seguir percibiendo capitales, ya sea préstamos o inversiones, lanzó a sus fuerzas policiales, las que en medio de sus abusos, atropellos y crímenes fueron humillantemente derrotadas y obligadas a abandonar el campo para refugiarse en capitales provinciales o departamentales de las zonas en contienda; así fracasaron estruendosamente todos los operativos policiales, montados con tan escandalosa como desorientadora propaganda y surgieron los primeros Comités Populares. Ante el surgimiento del Nuevo Poder se quebró la reticencia del gobierno de Belaúnde a la intervención de las fuerzas armadas reaccionarias; se impuso la necesidad de clase de los explotadores y opresores y se encomendó a las Fuerzas Armadas (Ejército, Marina de Guerra y Fuerza Aérea), a la columna vertebral del Estado, el restablecimiento del orden público con el apoyo de las Fuerzas Policiales (Guardia Civil, Guardia Republicana, Policía de Investigaciones), poniendo en estado de emergencia y bajo control político-militar a la región de Ayacucho, Huancavelica y Apurímac, desde diciembre del 82 hasta hoy; situación que después fue extendida a otras zonas de los departamentos de Pasco, Huánuco y San Martín, con variaciones pero que en lo fundamental aún subsiste. Este control militar ha tenido un nuevo e importante hito con la imposición del estado de emergencia y toque de queda en Lima y Callao, desde comienzos de febrero 86, así la propia capital de la república y con ella más de seis millones de personas se suman a las ya sometidas a mandato castrense. A resultas de ello en la actualidad siete y medio millones de los veinte de la población peruana están bajo mando de la autoridad militar; millón y medio bajo absoluto e irrefrenado control político-militar, sometidos a nuevos amos dueños de vidas y haciendas, redivivos gamonales engalonados de horca y cuchillo; mientras seis millones en el centro de la cacareada democracia viven sin garantías ni derechos expuestos a la prepotencia, atropello y asesinato artero bajo autoridad marcial que hasta se irroga derecho a prohibir actuaciones artísticas en espectáculos por ellos mismos autorizados.
Cómo han conducido las fuerzas armadas la guerra contrarrevolucionaria? Han seguido fundamentalmente las concepciones de su amo el imperialismo yanqui, la teoría establecida por éste sobre la guerra contrarrevolucionaria en base a su experiencia, principalmente a la extraída de Vietnam y particularmente de la sacada del combate contra la lucha armada en América Latina, en especial de Centroamérica; ésa es la fuente teórica básica, a la que se añade la experiencia "antiterrorista" de Israel y de sus pares de Argentina, así como la asesoría de Alemania Federal, Taiwán, España, etc. A lo que añaden la experiencia de los pocos meses de lucha antiguerrillera del año 65 y la más circunscrita de su lucha en La Convención. Las operaciones están bajo dirección del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas que actúa según lo dispuesto por el Consejo de Defensa Nacional encabezado por el Presidente de la República, ya sea Belaúnde o Alan García, de ahí la directa e ineludible responsabilidad de éstos en todo lo ejecutado, a más de la dirección política que los hace los primeros y fundamentales responsables de la guerra contrarrevolucionaria. En síntesis, han aplicado la conocida estrategia de la contrarrevolución mundial para combatir la lucha revolucionaria, la subversión armada y la guerra popular; estrategia que ha sido vencida reiteradas veces, aplastada y derrotada cabal y completamente por la guerra popular, mostrando ante el mundo una y otra vez la superioridad de la estrategia del proletariado sobre la del imperialismo.
Masas contra masas. Cuando ingresó la Fuerza Armada hacía tres años que estudiaba la guerra revolucionaria, más aún asesoró; y planificó las acciones de las Fuerzas Policiales, así entró con ventaja y, obviamente, contando con mayores y mejores medios humanos y materiales que la policía. De inmediato puso en marcha su plan de utilizar masas contra masas, siguiendo la vieja norma imperialista de contraponer nativos contra nativos. Primero utilizó contingentes previamente preparados, escogidos entre licenciados y campesinos ligados al gamonalismo y abigeato, a los que manejó como agentes e infiltrados entre el campesinado, unidos a la red de espionaje que años atrás, desde la década del 70, recomenzaron a montar, sobre esta base de agentes, infiltrados, espías y soplones y con la ayuda de autoridades, gamonales y gamonalillos, más sus lacayos, formó mesnadas que bajo mando militar y en acciones combinadas con las fuerzas policiales y armadas (cuyos miembros reiteradamente actuaban disfrazados de campesinos o policías), desataron el terror blanco en el campo asesinando militantes, combatientes, dirigentes de masas y campesinos desarrollando verdaderas cacerías de revolucionarios y avanzados, a más de robos, violaciones, torturas, saqueos, incendios y matanzas; aplicaron así la siniestra política de robar todo, quemar todo y matar a todos. Posteriormente por el terror blanco y bajo amenaza de muerte sometieron a parte de las masas, de esta manera surgieron masas presionadas bajo control inmediato de las mesnadas obligadas a apoyar la guerra contrarrevolucionara: montando vigilancia, deteniendo y asesinando guerrilleros, integrando operativos de arrasamiento contra comunidades o pueblos vecinos y hasta distantes, participando en operaciones de búsqueda y persecución de guerrillas. Masas presionadas que después fueron agrupadas con las de zonas aledañas para formar nucleamientos bajo directo mando militar, donde a más de impedirles transitar libremente, pues ni a trabajar pueden ir solos y controlarlas constantemente, se las somete a militarización organizadas en "rondas" y "comités de defensa" obligándolas a armarse rudimentariamente, y hundidas en el hambre y la miseria se les impuso participar en las acciones militares del terror blanco y la guerra contrarrevolucionaria. En conclusión, si bien las fuerzas policiales también fueron usadas como carne de cañón por las Fuerzas Armadas, así como para éstas lo son siempre los soldados, marineros y avioneros, es la masa presionada la principal y verdadera carne de cañón en el siniestro plan de oponer masas contra masas, de contraponer nativos a nativos; masas presionadas a las que siempre han puesto y ponen como vanguardia en los ataques y operativos reaccionarios o en torno a las fuerzas represivas como parapetos protectores; masas presionadas que han sufrido 2,600 bajas (incluidos miembros de mesnadas), casi cinco veces más del número de uniformados de las fuerzas armadas y policiales muertos (sin contar los centenares de sus infiltrados, agentes y soplones).
El genocidio. Mas no pudiendo sofrenar la guerra popular con su política de masas contra masas, las fuerzas armadas reaccionarias recurrieron al más negro, protervo y criminal genocidio, una de las más grandes infamias de la historia republicana del Perú. Ya desde su inicio la intervención militar mostró claros rasgos genocidas: Huambo, Iquicha, Huaychao, etc., son muestras. A la última el presidente Belaúnde cínicamente saludó y apoyó como "respuesta gallarda del campesinado al terrorismo", bueno es aclarar que él mismo había aprobado y autorizado tales acciones y públicamente no sólo avalaba sino llamaba al genocidio; he ahí el autoproclamado demócrata, humanista y cristiano respetuoso de la constitución y las leyes, para siempre bañado en la sangre del pueblo que comenzó a derramar a raudales, en ella la de los periodistas artera y cobardemente asesinados en Uchuraqay.
El año 83, en el departamento de Ayacucho, comenzó el aniquilamiento del campesinado y la destrucción de comunidades y pequeños poblados; en Espite, provincia de Cangallo, en junio, desde helicópteros ametrallaron a las masas y lanzaron granadas a la población que buscaba huir por los cerros. En el mes de julio, en Oqopeja y Uchuraqay, pueblos de la provincia de Huanta, también desde helicópteros las masas fueron ametralladas y aniquiladas con granadas; y en Paccha, pueblo de Vinchos, provincia de Huamanga, la mayoría fue asesinada y el resto del la población llevada a Lima. En julio, en la ciudad de Ayacucho aparecen los primeros cadáveres monstruosamente torturados tirados en las calles y alrededores; en los dos meses anteriores a las elecciones municipales de noviembre fueron arrojados más de 800 atrozmente asesinados, rematados después de la bestial tortura. En Sivia, provincia de La Mar, en noviembre, como represalia a emboscada sufrida por el Ejército, apresaron a 60 personas y de ellas indiscriminadamente asesinaron a 20; un mes antes, en Sillco, provincia de Huanta, lanzaron granadas y dispararon contra la masa por primera vez. Rematando esta matanza, el día de las elecciones, en Soccos, provincia de Huamanga, el destacamento policial del lugar asesinó a más de 50 personas participantes de una fiesta matrimonial, luego de torturarlos; oficialmente murieron 37.
A todo este reaccionario terror blanco, en el mismo departamento, se sumó la aparición de campos de concentración, grandes centros de tortura masiva y siniestra, controlados por el Ejército en el cuartel "Los Cabitos" de la ciudad de Ayacucho, en Totos (Cangallo) y Qoisa y Pichari (La Mar); y en Huanta a cargo de la Marina. En el de Totos, hasta julio 83, había más de 100 enterrados clandestinamente; se degolló a más de 20 personas, se entierran vivos a los más torturados y nuevos prisioneros obligados a cavar las fosas de más de 3 metros de profundidad fueron empujados a las mismas, mientras otros eran arrojados atados de pies y manos; allá la tortura es brutal, sadismo y para aterrar más al pueblo clavan en estacas cabezas degolladas.
Pero el genocidio no quedó sólo en Ayacucho, en octubre, también del 83, se extendió al departamento de Pasco, centro minero del país; allí, en Chinche, caserío de la provincia de Alcides Carrión, fueron aniquilados 45 campesinos. Y el 13 de noviembre, día de las elecciones municipales, en Parabamba, provincia de Tayacaja del departamento de Huancavelica, desde tres helicópteros ametrallaron a la población muriendo más de 50 personas, en represalia por la emboscada que la guerrilla hizo a una patrulla del Ejército, el mismo día.
En el año 84 el genocidio expresó características macabras y llegó al horror, las fuerzas armadas, principalmente, y las policiales mostraron su negro y podrido odio enfurecido, ciego y rabioso contra el pueblo, en sus frustrados afanes de acabar con la guerra revolucionaria aislando a las guerrillas de las masas campesinas pobres en especial; una vez más, como es su tradición, la reacción armada se cebó con la carne y la sangre del pueblo desarmado. Veamos algunas de las "heroicidades" que pasan al acervo de su falsa gloria e infundado orgullo.
Las matanzas genocidas. En el departamento de Ayacucho a fines de junio asesinaron 150 personas en la zona de San Francisco. En julio: el 5 asesinan 30 campesinos en Chiara, el 8, luego de operativo de Rosario matan a 40; el 12, en Pomabamba aniquilan a 30; el 15, en represalia por acción de Apacheta asesinan a 17; el 16, hallan 25 cadáveres torturados en carretera a Huamanguilla. En agosto: el 3, encuentran 37 cadáveres de torturados en Puramanta; el 18, hallan 17 cadáveres de niños y adolescentes torturados en Cocahuichun, en la Vía Libertadores y 8 cadáveres, dos niños, en Leompata; el 27, encuentran 19 asesinados en Sajrarumi y 21 en San Francisco. En setiembre: el 1, en Churrumbamba y Misquibamba, 23 campesinos asesinados. El mismo mes, en el departamento de San Martín, en Paraíso, provincia de Mariscal Cáceres asesinan a 22 campesinos. En el departamento de Huancavelica, entre el 15 y 23 de octubre, operativo del Ejército asesina a 75 campesinos en Milpo y 15 en Pillo-Pachamarca. En noviembre: el 19, nuevamente en Ayacucho aniquilan a 50 campesinos en Putis y Chullay; en Lucmahuaiqo, Vilcabamba, departamento de Cuzco, soldados de Andahuaylas y mesnadas asesinan a 22 campesinos el día 23 y el 26 a otros 20. Y otra vez en Huancavelica, el 6 de diciembre, fuerzas policiales matan 38 campesinos en Cuñi, cerca de Marcas en la provincia de Acobamba; y el mismo mes en Ayacucho, hallan 16 cadáveres en Ayahuarcuna.
Dentro de esta siniestra ola genocida del 84 merece resaltar algunas acciones, también en el departamento de Ayacucho, correspondientes a junio y julio: en Vinchos aniquilaron a 40 comisarios de Comités Populares; en Remillapata fusilan a dos niños de 9 y 11 años junto con su madre y padre que era Comisario de Seguridad y en Mayopampa a un comisario le aventaron a una casa ardiendo; viles asesinatos que muestran el ensañamiento y ferocidad que fusilan hasta niños por el simple hecho de ser hijos de miembros del Nuevo Poder, expresando monstruosamente el odio y temor que éste les inspira. En Balcón incursionan setenta marinos y asesinan 18 campesinos, entre ellos 6 niños cuyos cadáveres se llevan; un tercio de muertos fueron niños, es que el asesinato de niños es una política persistente para amedrentar y doblegar a los padres, así como protervo y manido medio para escarmentar especialmente a los revolucionarios; sin embargo, en despreciativo sarcasmo volvieron el día siguiente trayendo alimentos pretendiendo comprarse al pueblo siendo justa e iracundamente rechazados. Después de emboscada en Pichari, llegó la "benemérita" Guardia Civil paró un camión que traía pasajeros y los bajaron y aniquilaron; fuerzas de base del Ejército Guerrillero Popular los enterraron, eran 20, pero se les imputó el asesinato; ésta también es otra política usual de las fuerzas reaccionarias que comúnmente se disfrazan con ropas campesinas para cometer atropellos, saqueos, violaciones, incendios, arrestamientos y espeluznantes crímenes incluyendo particularmente niños, e imputarlos a los guerrilleros y así buscar contraponerlos con las masas, una muestra de esto es el aniquilamiento de 50 campesinos por la Marina, en el período indicado, en un lugar denominado Azángaro, a veinte minutos de Luricocha. Un ejemplo de amedrentamiento masivo es éste: en San Francisco cuando los campesinos bajaban a la selva para cosechar eran aniquilados indiscriminadamente, sin siquiera pedirles documentos. En Huamanguilla asesinaron a 9 campesinos, pero a uno de ellos lo quemaron; este método es muy usual para escarmentar a los demás con el ensañamiento contra quien consideran comunista o guerrillero; otro ejemplo similar: en Chuschi a un campesino le ataron dinamita al cuerpo y lo volaron mientras gritaban "Así mueren los terrucos!", el 10 de enero del 83, esta bárbara política se dio, pues, desde los inicios de la intervención de las fuerzas armadas y prosigue hasta hoy. En esta negra ola de muerte el arrasamiento se extendió, un botón de muestra es el operativo en Incaraqay que luego de robar todo incendió 500 viviendas; y el exterminio llegó hasta desaparecer pueblos, así el 15 de julio el Ejército con apoyo de mesnadas aniquiló a toda la población de Quinuas y desapareció el pueblo totalmente, borrándolo del mapa. Pero con esto no termina, el terror blanco continúa cebándose infamemente en el pueblo: el 22 de agosto, también del 84, operativo de la Marina en Sivia, en represalia por emboscada, apresó a 50 jóvenes indiscriminadamente y los fusiló, de esta manera, emulando a los fascistas alemanes que incendiaron Europa en la II Guerra Mundial, asesinaron a 10 hijos del pueblo por cada miembro de la Marina que cayó en combate. Y el 10 de noviembre, la Marina con el apoyo de la Guardia Republicana remató a 40 campesinos en Quimbiri, luego de torturarlos salvajemente en Luisiana, una muestra expresiva de la constante política de no dejar huellas para ocultar crímenes exterminando a las víctimas.
Hallazgo de fosas. Otra estremecedora prueba del genocidio perpetrado por la Fuerzas Armadas fue el hallazgo de fosas, espectáculo macabro y espeluznante que remeció la conciencia nacional con inapagable grito herido de hombres, mujeres y niños destruidos, quebrantadas vidas del pueblo convertidas en embravecido clamor de histórica justicia de clase que sólo la revolución armada en marcha habrá de satisfacer, constante denuncia inacallable de la barbarie con que el reaccionario Estado peruano se defiende utilizando sus Fuerzas Armadas y bajo la dirección del gobierno de turno, acciopopulista o aprista, con Belaúnde o Alan García, pues está en juego la misma dictadura de clase, el mismo orden de explotación y opresión imperante. En el departamento de Ayacucho el 19 de agosto del 84 se encontró una fosa con 10 cadáveres en la Vía de los Libertadores; el 22, del mismo mes y año, una fosa con 30 muertos en la carretera Huanta-Mayo, a 30 kilómetros de Huanta. El 23 se encontraron 7 fosas con 89 cadáveres en avanzado estado de descomposición en Pucayacu, este hallazgo removió profundamente la opinión pública desatando la condena y el repudio de las masas contra las fuerzas armadas y el gobierno de Belaúnde, entonces de turno; el mando político-militar de la zona era el general Adrián Huamán Centeno y el responsable directo de la matanza el capitán de corbeta Alvaro Artaza Adrianzén, al primero Alan García Pérez intentó volverlo a nombrar jefe en el mismo Ayacucho y Barrantes lo apelaba "el general campesino", al segundo se le abrió juicio en su propia rama, la Marina, y bajo el actual gobierno aprista fue ascendido, su caso archivado y enviado a España para protegerlo. El mismo día se encontró fosa con 30 cadáveres en Ayahuarcuna (Macachacra); el 25, otras fosas en Quinua y Muyuri; el 28, una fosa con 12 degollados en Cocahuischaca, Vía de los Libertadores. En setiembre los campesinos denuncian existencia de fosas en Toldorumi, Zamatapampa y Usutapampa, en la provincia de Víctor Fajardo y en Pichuyrumi y Qarpaqasa en Cangallo, estas denuncias como muchas no merecieron atención alguna de las autoridades o los grandes diarios por afán de ocultar la real dimensión del genocidio. El 13 del mismo mes se descubre 3 nuevas fosas con 50 muertos en Iribamba; el 14, se hallan una fosa con 5 cadáveres en Luricocha y en Qasa-Orqo otra con 10 muertos torturados; el 18, una fosa con 5 en Yanaorqo. En octubre: el 18, fosa con 25 cadáveres en Vado Chico (Huanta); el 20, una con 8 muertos en Capitán-pampa, otra con 3 en Ayahuarcuna y una tercera con 5 en Iribamba; el 25, 4 nuevas fosas con 41 cadáveres en Vado Chico, y el 28, una con 4 muertos en Laurente (Huanta). En noviembre: el 13, una fosa con 15 cadáveres en Huamanguilla; el 19, se encuentran 3 fosas con 45 asesinados en Las Vegas, kilométro 25 de la carretera Ayacucho-Huanta; y el 22, se hallan 3 fosas con 10 cadáveres en Ñeque.
El genocidio prosigue en 1985, aunque su intensidad no es la misma. Hasta el término del mandato de Belaúnde cabe resaltar la continuación del hallazgo de fosas en Ayacucho; así en enero, el día 11 se halla una fosa en Paqueq (Huanta) con 4; el 16, se encuentran cuatro fosas: una en Huamanguilla con 11 cadáveres; otra en Qanqana (Huanta) con 5, una tercera en Pava con 3 y otra en Pacha con 16, las dos últimas en la provincia de Huamanga; el 10 de marzo se hallan 2 fosas con 30 cadáveres cerca de Huanta. Y además la prosecución de la matanza, en la misma región, como lo demuestran estos datos: el 23 de febrero en Canaire asesinaron a 50 campesinos; el 26 de junio en Miopata-Suco (Huanta) aniquilaron 12 campesinos y en el mes de julio: el día 9 degüellan y descuartizan a 8 campesinos en Manzanayoq y 8 en Pacomarca, ambos en la provincia de Cangallo; y el 12, asesinan a 12 campesinos, saquean e incendian en Waracayoq y en Chacarí a 5 campesinos. Pero el genocidio vuelve a extenderse al departamento de Huánuco, el 21 de febrero hallan una fosa con 5 cadáveres en Alto Pacae; el 22 asesinan a 12 campesinos en La Soledad; y el 28 otra fosa con 7 muertos en Aucayacu; en marzo asesinan a 30 en Arancay; y el 27 de junio descubren una fosa con 11 cadáveres en Yanajanja (Nuevo Progreso). Así el gobierno acciopopulista que inició el gran baño de sangre en el país terminó totalmente empapado en ella y el expresidente Belaúnde hundido en el oprobio del genocidio del cual no podrá eximirse jamás, dejándonos una valiosa lección: cuanto más "democracia", "derechos humanos" y "paz" pregonan los gobiernos de turno del Estado peruano más hambre, miseria, represión, terror y muerte hasta el genocidio desencadenan furibundos contra el pueblo peruano.
Y desde que inició el gobierno aprista dirigido por García Pérez, cómo se desarrolla la guerra contrarrevolucionaria y en cuanto se refiere a los problemas que estamos ventilando? Nuevamente en la región donde opera el comando político-militar número 5 cuyo centro principal de operaciones es el departamento de Ayacucho, en el mes de agosto, el día 2 comienza un operativo que arrasa pueblos en Huambalpa, Carhuanca, Pujas, Vilcashuamán, Vischongo y Cangallo; y el 10, arrasan Huamanmarca y asesinan a 7 campesinos. El 14 de agosto el Perú se conmocionó con el genocidio de Aqomarca, en el lugar denominado Llocllapampa fueron descubiertas 8 fosas conteniendo 69 cadáveres, más 2 asesinados en Piteq, 1 en Yuraqera, 1 en Mayopampa, 2 en Ahuaqpampa y 3 en Qeuqeqata; todos ellos fueron bárbaramente aniquilados por el Ejército: rodearon el poblado, acorralaron a los campesinos, separaron hombres de mujeres y niños, violaron, saquearon, balearon, remataron, calcinaron, incendiaron lo restante y enterraron en fosas los pedazos y restos de cadáveres imposibles de identificar. En medio de la fanfarria de verborrea demagógica sobre "revolución", "Estado nacional, democrático y popular", "democracia", "respeto de los derechos humanos", "no responder a la barbarie con la barbarie", "pacificación", "combatir con la ley en la mano" y demás baratijas echadas al viento por el gobierno aprista, Aqomarca explosionó desgarrando la falsedad, poniendo en evidencia el engaño, haciendo trizas la ficción de los ilusos y desenmascarando por enésima vez al oportunismo; vinieron el ajetreo parlamentario, la farsa de gestos y supuestas medidas presidenciales, el rasgarse las vestiduras y las acomodaticias transacciones de la oposición, mientras el pueblo con su repudio y condena avanza en la clarificación del enrarecido ambiente político. Ha pasado casi un año, se remudaron mandos, se responsabilizó a los tenientes Telmo Hurtado, Paz Bustamante y Rivera Rondón, las comisiones presentaron sus informes, etc., etc.; y hoy Telmo Hurtado ha ascendido y se perfecciona en el extranjero, seguramente en Estados Unidos o en algún punto bajo su control, Paz B. también ha ascendido y Rivera R. tiene seguro ascenso el 87; y la investigación, el proceso que les iniciara el Ejército?, sepulcral silencio y la sanción de diez días de rigor que contra el teniente Hurtado propuso la inspectoría castrense se habrá aplicado?; y la justicia?, como en el caso de Pucayacu sólo la revolución triunfante la impondrá.
Pero "la lucha con la Constitución y la ley en la mano" continúa. Entre el 28 de agosto y el 4 de setiembre son asesinados 60 campesinos en Huambalpa; el 28 de agosto en Pucayacu se descubre una nueva fosa con 7 cadáveres. Y prosigue la "democrática" aplicación de "la lucha con la Constitución y la ley en la mano": en setiembre, hasta el 25, fueron arrasados los pueblos de Aqomarca, Umaru, Incaraqay, Pantin, Tankiwa, Cochapata, Mayopampa y Manallasaq. El 2 y 3 de setiembre un nuevo genocidio: Umaru y Bellavista, 66 muertos, el dos, 29 asesinados en Bellavista y el tres, en segundo genocidio inmediato, 37 campesinos aniquilados, entre ellos once niños menores de nueve años. El 13 del mismo mes matan a siete testigos de Llocllapampa, entre ellos un niño de nueve años; el 28, se hallan 4 fosas con más de 80 cadáveres en Totora cerca de Sachabamba. En el departamento de Huánuco, en Huácar, provincia de Ambo se descubren 4 fosas con 14 cadáveres; y en el departamento de San Martín, en Situyi, provincia de Mariscal Cáceres, se encuentra una fosa con 7 asesinados.
El 4 de octubre nuevamente la sociedad peruana se remece con otro genocidio, esta vez en la propia capital de la república, en el penal de Lurigancho 30 prisioneros de guerra son asesinados y 23 heridos, ante los ojos de siete mil internos. Siguiendo plan establecido con anticipación y buscando doblegar a los prisioneros de guerra para golpear la revolución, se lanzó a los Llapan Atic, cuerpo antisubversivo de la Guardia Republicana, armados hasta los dientes contra el pabellón británico que ocupaban estos "inculpados por terrorismo"; ante la impotencia de doblegar la heroica resistencia, utilizando dinamita y un cargador frontal para abrir un boquete en los muros, para después lanzar dinamitazos dentro del pabellón, bombas lacrimógenas e incendiarias y luego asaltar, remataron heridos, quemaron vivos y apalearon brutalmente a los sobrevivientes para terminar incendiando el pabellón y borrar huellas de su monstruoso crimen genocida. Mas, pese a sus protervos afanes de silenciar y ocultar los hechos, la verdad se abrió paso desenmascarando más al gobierno aprista y su responsabilidad insoslayable por esta nueva y alevosa barbarie.
El 2 de noviembre en Uchuyunqa, provincia de La Mar, Ayacucho, asesinan a 19 campesinos; y rematando el año, las masas de San Martín denuncian matanzas en Aucayacu, Campo Grande, Venenillo, Madre Mía y Palo de Acero. Y llegado el año 86, la situación continúa, basten los siguiente hechos: el 21 de enero en Churrupampa, cerca de Huanta, se hallan 7 cadáveres; en Uchiza, departamento de Huánuco asesinaron a 30 en febrero; y en el departamento de Pasco, en los caseríos "Ocho de diciembre" e "Independencia", como represalia ante incursión guerrillera fusilan cinco campesinos en las puertas de sus propios domicilios. En síntesis, el gobierno aprista de García Pérez sigue el mismo genocidio que iniciara el belaundismo.
Desaparecidos. Parte del genocidio es la política de desaparecidos, se inició desde el ingreso de las Fuerzas Armadas y se intensificó grandemente durante 1984 prosiguiendo hasta hoy, precisamente en los últimos meses están volviendo a crecer las denuncias sobre desapariciones. Suman miles los desaparecidos pero todas las denuncias y protestas se estrellan contra el mutismo oficial que niega o ignora las demandas entabladas y pese a todo da la callada por respuesta. Esta perversa política desde antiguo practicada por la reacción y acrecentada contemporáneamente, tiene su inmediato antecedente en el siniestro plan de desaparecidos del gobierno militar argentino que en los años setenta bañó en sangre a su pueblo aumentando su ignominio con decenas de miles de desaparecidos. Es similar política la que aquí se aplica cebándose también en las masas populares más pobres, muy especialmente en campesinos, aquellos cuyos nombres no aparecen denunciados por falta de documentación o las limitaciones y persecuciones que golpean a sus familiares, pero que, sin embargo, son el grueso de los miles no habidos porque yacen envueltos en las sombras de fosas aún desconocidas o cementerios clandestinos de los múltiples campos de concentración, junto a los restos de otros ejemplares hijos del pueblo, de la clase y la revolución. Estos miles son otra acusación histórica implacable que socavará las bases de las Fuerzas Armadas reaccionarias propiciando, bajo los golpes demoledores del pueblo armado, su destrucción que aparejará el del orden podrido del estado Peruano que sostiene.
Y cuáles son los resultados de este genocidio? El asesinato vil y oprobioso de 8700 peruanos, de ocho mil setecientos hijos del pueblo; de ellos 4700 hijos de las masas asesinados, de los más pobres y explotados, del campesinado principalmente y de los barrios y barriadas de las ciudades y 4000 desaparecidos de las mismas fuentes, de la misma carne; así la política de genocidio aplicada por las Fuerzas Armadas ha costado al pueblo, al proletariado, al campesinado y a la pequeña burguesía 8700 de sus hijos, que han caído asesinados no como dicen quienes asumen falsamente e inconsecuentemente posiciones revolucionarias, o quienes fungen de revolucionarios siendo oportunistas propiciadores de la evolución del orden de explotación imperante, ni como sostienen plumíferos embozados o descubiertos defensores del sistema, ni menos como dice la reacción y sus secuaces que el genocidio es producto de la guerra popular. No!, el genocidio es clara y concretamente una política aprobada y ordenada por el gobierno del Estado Peruano, a propuesta de sus Fuerzas Armadas y aplicada por las propias Fuerzas Armadas auxiliadas por las policiales siniestra y bárbaramente desde el año 83, intensificada cruenta y crudelísimamente el año 84 y sistemáticamente aplicada hasta hoy, con el agravante de que, pese a su fracaso, nuevamente comienza a intensificársela lo cual debe ser rotundamente condenado responsabilizando a García Pérez y al reaccionario gobierno aprista de su creciente implementación. Pero para qué se aplicó el genocidio?, para contener la guerra popular que iniciada el 80 logró establecer, a fines del 82, el Nuevo Poder plasmado en Comités Populares; para aplastar la guerra de guerrillas, para apartar a las masas de la guerra revolucionaria, para destruir el Nuevo Poder y conjurar su desenvolvimiento, para impedir el desarrollo de la guerra popular; para lograr esos objetivos políticos reaccionarios las Fuerzas Armadas, el Ejército, Marina de Guerra, Fuerza Aérea, las tres solidariamente y con planificada distribución de planes genocidas, las tres instituciones mataron en 1983 a 1767 hijos de las masas y desaparecieron a 730, hasta ese año sólo hubo 14 bajas en las masas y ningún desaparecido; en total 2,497 asesinados del seno de las masas el año 83. Y el año 84?, ascendió la espiral de la política genocida contra las masas: 2,522 muertos y 2,881 desaparecidos, total 5,403 hijos de las masas asesinados; es, pues, el año 84 la cumbre más alta del genocidio perpetrado por las Fuerzas Armadas.
Y logró sus objetivos, aplastó la guerra popular, acabó con ella? No, pues la guerra popular, como corresponde a su carácter de clase, ha demostrado su superioridad, ha probado ser capaz de enfrentar violentas ofensivas persistentes y siniestras y todo un genocidio de grandes proporciones y seguir desarrollándose más templada y creciente; en estos duros tiempos de forja y heroísmo, trompetas turbulentas de un Nuevo Estado que comienza a nacer pletórico de provenir, las masas se muestran aprestadas y dispuestas a cambiar nuestra sociedad y lo están haciendo y el Partido, el Partido Comunista del Perú, dirigiendo la guerra popular demuestra palmariamente su condición de vanguardia del proletariado, su estricta sujeción al marxismo-leninismo-maoísmo y su justa y correcta aplicación a las condiciones concretas y específicas de la revolución democrática en el país y, más aún, que con firmeza y decisión mantiene el rumbo de la guerra popular que marcha y marchará indoblegable a la conformación de la República Popular del Perú abriendo paso al socialismo hasta el objetivo final. La guerra popular, pues, no ha sido aplastada, frenada ni sofrenada sino, como lo aceptan a más no poder los jerarcas del régimen y siempre pretendiendo minimizarla y sobre todo como lo demuestran sus propias preocupaciones, ajetreos y medidas, la guerra popular arrecia golpeando contundente y desarrollándose. Así, los planes genocidas, el genocidio ha fracasado, como fracasa su política de masas contra masas y está fracasando su estrategia reaccionaria. Para qué ha servido poner masas contra masas, para qué el genocidio, para qué la estrategia reaccionaria? Para bañar una vez más, pero como nunca antes en la historia republicana, a las Fuerzas Armadas del Estado Peruano en la sangre del pueblo; el genocidio que han perpetrado se levantará cada vez en su contra atizado por el concentrado odio de clase que han potenciado en las masas con su barbarie criminal; la innúmera memoria del pueblo ya registró imborrablemente este hito de infamia, su sanción caerá aplastante sobre sus responsables políticos y militares, cualquiera sea el tiempo que transcurra; la sangre artera y perversamente vertida, hoy recia y estruendosa acusación pública contra el Estado Peruano y sus Fuerzas Armadas y Policiales, sus dirigentes políticos y jerarcas criminales de lesa humanidad, se convertirá más y más en ardiente bandera tremolente del vórtice de la tormenta revolucionaria y palpitando luminosa en la guerra popular triunfante recibirá la cumplida y cabal justicia que hoy se le niega.
Lo visto y vivido en la guerra popular del Perú nos reafirma más hondamente en la ley ineluctable establecida por el Presidente Mao Tsetung: "Todos los reaccionarios intentan eliminar la revolución por medio de matanzas en masa y piensan que cuanta más gente asesinen tanto más débil será la revolución. Pero, en contra de este deseo subjetivo de la reacción, los hechos muestran que cuanta más gente asesina la reacción, mayor es la fuerza de la revolución y más se acercan los reaccionarios a su fin. Esta es una ley ineluctable".
EL SEXTO ANIVERSARIO DE LA GUERRA POPULAR. Según el marxismo-leninismo-maoísmo aplicado a las condiciones concretas de la sociedad peruana, la violencia revolucionaria o la revolución violenta, única forma de conquistar el Poder y transformar el mundo, se plasma en guerra popular especificada como guerra campesina dirigida por el Partido Comunista del Perú, en representación del proletariado y se desarrolla como guerra revolucionaria unitaria y librada en el campo principalmente y en la ciudad como complemento, siguiendo el camino de cercar las ciudades desde el campo cuya esencia es el establecimiento de bases de apoyo para, culminando la revolución democrática, instaurar una República Popular; gran hito que conquistado habrá de proseguirse con la revolución socialista y las revoluciones culturales, ambas bajo la dictadura del proletariado ejerciendo firmemente la violencia de clase hasta ingresar, junto a toda la humanidad, al glorioso comunismo, al reino de la verdadera libertad. Planteada así la cuestión surgen cuatro problemas fundamentales a tener en cuenta: el del marxismo-leninismo-maoísmo como ideología del proletariado; el del Partido que dirige la guerra; el de la guerra popular especificada como guerra campesina que sigue el camino de cercar las ciudades; y el de las bases de apoyo o del Nuevo Poder. Veamos estos puntos en lo pertinente a fin de juzgar el sexto año cumplido.
En cuanto al marxismo-leninismo-maoísmo. Asumimos la posición del proletariado internacional, su condición de última clase en la historia, con intereses de clase propios, diferentes y antagónicos a los de otras clases y con una meta que sólo el proletariado dirigiendo a los pueblos del mundo podrá alcanzar, el comunismo, única e insustituible nueva sociedad, sin explotados ni explotadores, sin oprimidos ni opresores, sin clases, sin Estado, sin partidos, sin democracia, sin armas, sin guerras; la sociedad de la "gran armonía", la radical y definitiva nueva sociedad hacia la cual 15 mil millones de años de materia en movimiento, de esta parte que conocemos de la materia eterna, se enrumba necesaria e inconteniblemente, a la cual la humanidad ha de llegar pero sólo atravesando la más alta potenciación de la lucha de clases que elevándose hasta la epopeya de la guerra popular, con fusiles en manos de la clase y el pueblo armados, destruya para siempre la guerra contrarrevolucionaria, derrumbe y barra al imperialismo y la reacción de la faz de la Tierra, y a la sombra de los fusiles de la invencible guerra popular que sostenga la dictadura del proletariado transforme la sociedad en todos los planos, destruyendo y acabando con todas las diferencias de clase y con la propiedad individual sobre los medios de producción que es su raíz, termine con la guerra y brille el comunismo para todos los hombres del mundo. Asumiendo la posición del proletariado internacional, partimos de que su ideología hoy es el marxismo-leninismo-maoísmo, siendo el maoísmo lo principal como tercera etapa y desarrollo más alto que la ideología proletaria ha alcanzado en su proceso histórico. Es dentro de esto que asumimos la posición y los intereses de clase del proletariado peruano como parte de la clase obrera internacional, pues sólo desde el marxismo-leninismo-maoísmo como doctrina universal es factible tomar verdadera posición por el proletariado y combatir por sus intereses, aquí como en cualquier parte, porque una sola es la ideología proletaria y uno solo su desarrollo aplicable en todo el mundo. De otro lado, la cuestión del marxismo desde su fundación por Marx, pasando por Lenin hasta el Presidente Mao Tsetung es la aplicación de la ciencia marxista a las condiciones de cada revolución; en consecuencia, el problema es la aplicación del marxismo-leninismo-maoísmo a las condiciones concretas de la revolución peruana y específicamente, en cuanto ley universal de la violencia, de la guerra popular a la guerra revolucionaria en el país; de esta fusión del marxismo con nuestra realidad surge y se desarrolla el pensamiento guía, esto es la aplicación del marxismo-leninismo-maoísmo a las condiciones concretas de la revolución peruana. En síntesis, nuestro punto de partida es la concepción del proletariado internacional, el marxismo-leninismo-maoísmo y el pensamiento guía del Presidente Gonzalo que son la base que sustenta toda nuestra acción política, teórica y práctica, sin la cual no es posible servir a la clase firme y consecuentemente.
En lo referente al Partido. Veamos primero su necesidad, posteriormente en la construcción trataremos su papel actual. La necesidad del Partido para dirigir la lucha por la conquista del Poder fue establecida desde el nacimiento del marxismo, reiterada por el leninismo y reafirmada como trascendental por el maoísmo: Sin un Partido revolucionario de nuevo tipo, marxista-leninista-maoísta no hay revolución para el proletariado y el pueblo; y esta es una gran verdad que ningún comunista puede soslayar so pena de no serlo y a ella tuvimos que enfrentarnos los comunistas peruanos. El Partido Comunista del Perú fue fundado por José Carlos Mariátegui, el 7 de octubre de 1928, sobre sólidas bases marxista-leninistas, dotándolo de tesis básicas sobre la sociedad peruana, el problema de la tierra, la dominación imperialista, papel del proletariado peruano, así como de puntos programáticos y una línea política general y las líneas derivadas de ésta; pero el fundador falleció el 30, a menos de dos años de fundado el Partido, quedando pendiente incluso la realización de un congreso de constitución; por tanto, el Partido no tuvo tiempo de consolidarse cuando, desbordándose lo que ya venía desde antes, abiertamente se cuestionó a Mariátegui y su línea y más aún ésta fue cambiada por Ravines. Así el oportunismo usurpó la dirección partidaria y en la lucha de dos líneas en el seno del Partido se impuso con gravísimas consecuencias para la clase y la revolución; fue este rumbo el que llevó al cretinismo parlamentario expresado en las elecciones del año 39, sirviendo a la burguesía compradora representada por Prado. Posteriormente en la II Guerra Mundial, se celebró el falso "congreso de constitución" que aprobó la llamada "unidad nacional" como línea política general bajo orientación revisionista, en su forma de browderismo, expresándose la capitulación ante el imperialismo yanqui en cuanto dominación foránea y ante la burguesía compradora y los terratenientes feudales en cuanto dominación nativa, tras el pretexto de luchar contra el fascismo. Situación que llevó después, bajo el subterfugio de abrir campo a la democracia, a participar en las elecciones del 45 dentro del "frente democrático nacional" junto con el Apra; nueva aventura electorera que terminó con la reventazón del globo en que devino el Partido, luego del golpe de Estado dado por Odría el año 48.
A comienzos de los años sesenta, en el Comité Regional de Ayacucho se inició el desarrollo de la fracción fundada por el Presidente Gonzalo, entendiendo por tal lo que Lenin enseñara: "En el partido, la fracción es un grupo de hombres unidos por la comunidad de ideas, creado con el objetivo primordial de influir sobre el partido en determinada dirección, con el objetivo de aplicar en el partido sus propios principios en la forma más pura posible. Para eso es necesaria una aunténtica comunidad de ideas". La fracción surgió como producto del desarrollo de la lucha de clases a nivel mundial, especialmente de la gran lucha entre marxismo y revisionismo que sirvió a la difusión del pensamiento Mao Tsetung, como a mediados de la década se denominara el desarrollo del marxismo-leninismo por el Presidente Mao Tsetung, él fue principal y decisivo para la fracción; concomitantemente y como base sustantiva, el propio proceso de la sociedad peruana, con su desarrollo de capitalismo burocrático, la agudización de la lucha de clases de las masas, la intensificación de la actividad política con su creciente propaganda sobre la lucha armada y, además, la región en la cual se desenvolvía, donde la semifeudalidad mostraba su caducidad y el campesinado despertaba notablemente combatiente expresión de similar proceso en todo el país. Dentro del Partido, por entonces, se profundizó la lucha entre marxismo y revisionismo; la fracción encabezando el Comité Regional combatió contra el revisionismo de Del Prado y sus secuaces, participando en la IV Conferencia Nacional donde aquéllos fueron expulsados; de ahí en adelante su desenvolvimiento se da a nivel partidario nacional. Vital y decisivo en este tramo de surgimiento fue el desarrollo del marxismo-leninismo por el Presidente Mao Tsetung y las grandes lecciones y experiencias del Partido Comunista de China; desde entonces se desarrolla nuestra sujeción al marxismo-leninismo-maoísmo y los inicios de su aplicación a nuestra realidad.
Después de la V Conferencia Nacional, noviembre del 65, la fracción en la lucha de dos líneas en el Partido se abocó a bregar por la construcción de los tres instrumentos de la revolución: partido, fuerza armada y frente único, demandando ajustarlos a la línea política de la Conferencia que estableció como tarea principal construir las fuerzas armadas revolucionarias para la lucha armada. Pero el lastre del revisionismo entorpecía y se oponía de mil maneras al cumplimiento de la tarea principal; en estas circunstancias, la fracción, retomando posiciones de la necesidad de contar con un partido ideológicamente unido y orgánicamente centralizado, centra en el "heroico combatiente" planteándose la "Reconstitución del Partido". Esta se llevó adelante en tres períodos con su correspondiente estrategia política cada una: 1) Determinación de la Reconstitución, se guió por "seguir el camino de cercar las ciudades desde el campo" como estrategia política; en este momento la cuestión era construir un Partido que dirigiera la lucha armada siguiendo ese camino, el problema campesino y de la tierra adquirían gran importancia y poner el peso del Partido en el campo era de trascendencia; además, la cuestión de la línea ideológica y política, como decisiva, se centró en "basarse en el pensamiento maotsetung", como se decía entonces y en "retomar a Mariátegui y desarrollarlo", lo saltante era "desarrollar" pues no bastaba con retomarlo, dos razones claves lo exigían: el desarrollo del marxismo-leninismo por el P. Mao Tsetung y el desarrollo del capitalismo burocrático en el país; este momento se dio en lucha contra el revisionismo en su forma jruschovista y sus manifestaciones en los diversos planos de la vida partidaria; terminó en la VI Conferencia, enero del 69, aprobándose la "Reconstitución del Partido" teniendo como " base de unidad partidaria, el marxismo-leninismo-pensamiento maotsetung (como se decía entonces, hoy maoísmo), pensamiento de Mariátegui y línea política general".
El siguiente período, 2) Aplicación de la Reconstitución se guió por la estrategia política de "Reconstituir el Partido" según la base de unidad partidaria. En octubre 68 se dio el golpe de Estado de Velasco Alvarado quien asume las tareas de profundizar el capitalismo burocrático, corporatizar la sociedad peruana siguiendo una concepción política fascista y conjurar el ascenso de las luchas populares. Este momento se da en dos partes: primero lucha contra el liquidacionismo de derecha, forma de revisionismo, que pretendía destruir el Partido centrando en el trabajo abierto, de masas y llevándolo al legalismo; en lo estrictamente político planteaba la expropiación no la confiscación de la tierra y, lo principal, negaba el carácter fascista del gobierno. La fracción asumió la defensa del Partido ante el protervo plan de destruirlo al no poder controlarlo, que impulsó ese liquidacionismo; en febrero del 70 se produjo la ruptura y la fracción asumió la conducción del Partido y de ahí en adelante dirigió la tarea de Reconstitución. En la segunda parte de este período la lucha se llevó contra el liquidacionismo de "izquierda", otra variante revisionista que pretendía destruir el Partido encerrándolo entre cuatro paredes, negaba la importancia del trabajo campesino y la posibilidad del trabajo de masas por cuanto, decía, el fascismo no da margen para trabajo abierto y barre las organizaciones, pues reducían fascismo a violencia y más aún a una violencia indetenible ante la cual había que esperar nuevos tiempos; sostenía la "estabilidad relativa del capitalismo" y por ende del sistema social, pretendía que "bastaba línea", que no había que desarrollar a Mariátegui y cuestionaba el maoísmo ufanándose de ser "bolcheviques puros". Este liquidacionismo de "izquierda" fue aplastado el año 75 en un pleno del Comité Central. En este período avanzó en profundidad la comprensión política de la sociedad peruana, especialmente del capitalismo burocrático, tomando la tesis del P. Mao Tsetung, cuestión fundamental para la comprensión y manejo de la revolución democrática que conjura la tendencia oportunista de ponerse a la cola de una facción de la gran burguesía invocando que se trata de unidad y lucha con la burguesía nacional, y del plan fascista-corporativo de Velasco y de sus "reformas" y medidas, de gran utilidad hoy; asimismo se avanzó en la construcción ideológico-política del Partido, especialmente en la comprensión del pensamiento Mariátegui y su línea política general, la que fue por vez primera expuesta con cinco caracteres, extrayéndola de sus obras, y la necesidad de desarrollarla; se deslindó sobre trabajo secreto y abierto y se desarrolló éste según el criterio leninista de puntos de apoyo para el trabajo de masas del Partido, así se puso en marcha los organismos generados desarrollando la ligazón partidaria de masas.
El último período, 3) Culminación de la Reconstitución, se guió por la estrategia política de "Culminar y sentar bases", esto es culminar la Reconstitución y sentar bases para el inicio de la lucha armada. El camino recorrido planteó que el Partido entraba al término de su Reconstitución, en consecuencia había que hacer el balance de lo cumplido, definir y sancionar la línea política general, desarrollar la construcción nacional del Partido poniendo el peso del mismo en el campo, definir la concreción de la lucha armada y sentar bases para iniciar la lucha armada desarrollando el trabajo campesino. La izquierda bregó tenazmente por la consecución de estos objetivos librando intensa y aguda lucha contra el derechismo que devino en línea oportunista de derecha, que primero se opuso a Culminar y arremetió contra la línea política tildándola de "ultraizquierdista" para finalmente oponer rabiosa resistencia a iniciar la lucha armada. Sin embargo, manejando con firmeza y sagacidad la izquierda derrotó sucesivamente al oportunismo de derecha, otra modalidad revisionista opuesta en último término a la violencia revolucionaria, a la lucha armada, a la guerra popular, contrario a que el Partido cumpla su papel de luchar por la conquista del Poder para el proletariado y el pueblo, opuesto a que el proletariado avance en su misión histórica; la izquierda derrotó al oportunismo de derecha, contrario a Culminar, en abril 77, sancionando el plan nacional de construcción del Partido bajo la consigna de "Construir en función de la lucha armada"; volvió a derrotarlo contundentemente en setiembre 78 cuando se aprobó el "Balance de la Reconstitución", se sancionó la "Línea política general de Mariátegui y su desarrollo" y se estableció el "Esquema de la lucha armada". Y, finalmente, aplastó cabal y completamente a la línea oportunista de derecha en el IX Pleno del Comité Central Ampliado de mayo del 79, cuando bajo la consigna de "Definir y Decidir" se aprobó "Iniciar la lucha armada" terminando un largo capítulo de la historia del Partido e iniciando otro: había culminado la Reconstitución y se abría una nueva etapa, la de la lucha armada. Debe resaltarse nítida y firmemente que en este período de Culminar, con ocasión de la muerte del Presidente Mao, el Partido asumió ante el proletariado internacional y la revolución mantener siempre en alto las banderas de Marx, Lenin y Mao y declaró que "ser marxista hoy es ser marxista-leninista-pensamiento maotsetung" (marxista-leninista-maoísta, ahora); así como producido el golpe Jua-Teng, pues éste estaba detrás en último término, lo condenó como un golpe contrarrevolucionario en contra de la dictadura del proletariado en China, en contra de la gran revolución cultural proletaria, en pro de la restauración del capitalismo y en contra de la revolución mundial.
Así, en síntesis, el Partido Comunista del Perú fue reconstituído y devino Partido de nuevo tipo, marxista-leninista-maoísta y, en consecuencia, existía nuevamente la vanguardia organizada del proletariado capaz de conducirlo a la conquista del Poder, de este modo "Definir y Decidir" se establece como el primer hito de la guerra popular hoy en desarrollo. Posteriormente el Partido cumple el segundo hito de la misma: Preparación, en él se sanciona el Programa del Partido, la línea política general de la revolución peruana y los estatutos partidarios que actualmente nos orientan y norman, se resuelven problemas de estrategia política referentes a la violencia revolucionaria, la guerra popular y Partido, Ejército y Frente Unico y se asume la siguiente Decisión: "Forjar en los hechos la I Compañía! Florezca la violencia concretada en Iniciar y desarrollar la lucha armada; abramos con plomo y ofrendemos nuestra sangre para escribir el nuevo capítulo de la historia del Partido y nuestro pueblo y forjemos en los hechos la I Compañía. Perú, 3 de diciembre de 1979".
Y el Partido Comunista del Perú comenzó a dirigir la guerra popular en marcha.
Sobre la guerra popular. A partir de la gran experiencia internacional, tan rica y valiosa en lecciones positivas como negativas, tomando principalmente la guerra popular como la teoría militar del proletariado y teniendo en cuenta las condiciones concretas del país, el VIII Pleno del Comité Central sancionó el "Esquema de la lucha armada", éste en esencia plantea que la guerra popular en el Perú debe desarrollar la guerra revolucionaria como unidad tanto en campo como en ciudad, siendo el campo el teatro principal de las acciones armadas, siguiendo el camino de cercar las ciudades desde el campo; y, además, tener en cuenta el proceso social e histórico del país en lo militar especialmente, la importancia de la Sierra y principalmente del Centro al Sur en nuestra historia, la importancia de la capital y ubicar al Perú dentro del consorcio de América Latina, en Sudamérica particularmente y dentro del contexto internacional y la revolución mundial. Considerando este esquema el Partido preparó la lucha armada tratando dos cuestiones: 1) problemas de estrategia política que dan el contenido, los objetivos de la guerra popular en perspectiva y en lo inmediato, así como las directrices que ha de tener la guerra popular, los planes militares y la construcción de los tres instrumentos: Partido, Ejército y Frente y la ligazón de los tres con el Nuevo Poder; 2) el Inicio de la lucha armada, este problema capital, decisivo, mereció especialísima atención de la dirección partidaria, se solucionó con el "Plan de Inicio" guiado por la consigna "Iniciar la lucha armada!" que era la condensación de la política principal que debía plasmarse militarmente (todo plan tiene una política principal que lo guía), y cuyo contenido comprendía: primero, las tareas políticas a cumplir, esto es iniciar la lucha armada, boicotear las elecciones, impulsar armadamente la lucha campesina por la tierra y sentar las bases de lo nuevo, especialmente del Poder; segundo, formas de lucha: guerrilla, sabotaje, propaganda y agitación armadas, aniquilamiento selectivo; tercero, formas orgánicas militares: destacamentos armados, con o sin armas modernas; cuarto, cronograma, día de inicio y duración del plan, acciones simultáneas para fechas específicas; quinto, consignas: "Lucha armada!", "Gobierno de obreros y campesinos!" y "Abajo el nuevo gobierno reaccionario!".
Cumplidos los dos primeros hitos de la guerra popular: la definición de Iniciar y la preparación, el 17 de mayo de 1980, no el 18 como dice la reacción para confundir la fecha con la de sus elecciones y otros repiten, se inició la guerra popular en el Perú con el tercer hito de la misma, llamado del "Inicio" que duró todo el año 80, para sentadas las bases con dos planes exitosamente cumplidos pasar al cuarto hito el de "Desarrollar la guerra de guerrillas" desde el 81 hasta hoy. El 17 de mayo fue un golpe político, el desafiante golpe político de gran trascendencia que desplegando rebeldes banderas rojas e izando hoces y martillo proclamaba "La rebelión se justifica" y "El poder nace del fusil", convocando al pueblo, al campesinado pobre en especial a ponerse en pie armadamente, a encender la hoguera y estremecer los Andes, a escribir la nueva historia en los campos y entresijos de nuestra tumultuosa geografía, a derrumbar los podridos muros del orden opresor, a conquistar las cumbres, a asaltar los cielos con fusiles para abrir la nueva aurora. Los comienzos fueron modestos, casi sin armas modernas, se combatió, se avanzó y construyó de lo pequeño a lo grande y del material débil fuego inicial devino el gran incendio turbulento y rugiente que se expande sembrando revolución y explosionando más impetuosa guerra popular.
El Estado peruano lanzó su guerra contrarrevolucionaria y sus Fuerzas Armadas llevaron adelante su infame genocidio segando miles de vidas del pueblo; desataron juntos su propaganda soñando aplastar la guerra revolucionaria con tinta, papel, mentiras y engaños; el oportunismo hizo su parte delatando, moviendo "dirigentes" para lanzar la masa en contra, así como propagandizó y agitó contra la revolución y en defensa de la democracia burguesa y el voto en pos de curules parlamentarias; la reacción mundial, las superpotencias, yanqui principalmente y la socialimperialista y las otras potencias imperialistas brindaron su inmediato apoyo y asesoría al Gobierno, destacando la camarilla china archirreaccionaria cuyas cabezas negras Teng, Li Sien - Nieng, etc. fueron de los primeros en levantarse cual jueces condenatorios. Como tenía que ser la reacción abrió sus propios infiernos y soltó sus demonios, plagas y jinetes del apocalipsis contra la guerra popular y empapados en sangre, embriagados de soberbia vociferaron triunfos y victorias, derrotas y aplastamientos, reveses y repliegues, retiradas y fugas, retrocesos y derrumbes de la revolución. Pero cuál es la realidad? cómo se ha desenvuelto la lucha armada en y después del genocidio? cómo han sido los dos últimos años y el sexto año de la guerra popular?
El propio ministro del Interior, recientemente, dio estos datos:
Años | |||||||
Estas cifras reconocen el aumento, año a año, de las acciones; así pues, la acción de las Fuerzas Armadas y sus auxiliares policiales, sus políticas, métodos y hasta su genocidio no han frenado el incremento de hechos armados, por lo menos en cuanto a cantidad se refiere, según lo certifica el propio ministro aprista. Sin embargo, el total de 6,758 está muy lejos de la realidad, uno por la comprensible necesidad estatal de minimizar las dimensiones de la guerra popular y, de otro lado, porque no considera todas las formas que reviste la guerra revolucionaria, la propaganda y agitación armadas, por ejemplo, ni registra las acciones cumplidas en lugares distantes y recónditos, piénsese que acciones ejecutadas incluso en el departamento de Lima tardan una semana en conocerse y por lo general se da el silenciar o desmentir en pro de la llamada tranquilidad pública y el prestigio de las fuerzas represivas. En seis años la guerra popular ha realizado 30 mil acciones en veintidós de los veinticuatro departamentos del país, con excepción de Amazonas y Madre de Dios, pero incluso en la provincia constitucional del Callao; acción desarrollada fundamentalmente en la Sierra peruana y en lo principal centrada en la región de Ayacucho, Huancavelica y Apurímac; actuando además en la Costa, en sus ciudades y especialmente en la capital del país; además en la ceja de selva y ciudades importantes de ella; así la revolución combate en todo el país. A más de esto las acciones militares han desarrollado y elevado su calidad: golpes a bases de combate antiguerrilleras, emboscadas, destrucción de nucleamientos, invasiones de tierras, sabotajes demoledores, aniquilamientos selectivos más altos e intensificación de la propaganda y agitación armadas demuestran avance cualitativo de mucha importancia y perspectiva. Pero debe aclararse que, precisamente, en los dos últimos años, desde junio del 84 a hoy, se han ejecutado más de la mitad del total de acciones de los seis años y que, más aún, en el último año se cumplió el tercio del conjunto de las cumplidas entre el 80 y el 86. Esta es la realidad clara y concreta, cuál ha sido, pues el gran resultado de la guerra contrarrevolucionaria, de su genocidio y ofensivas del 83 y 84?; obviamente han fracasado, no han logrado ni siquiera sofrenar el desarrollo de la guerra popular, menos barrerla.
Cuadro 1. GRAN SALTO, FORMAS DE LUCHAS Y ZONAS
(junio 84 a junio 86)
FORMAS DE LUCHA DE LA GUERRA POPULAR (%) | ||||
Guerra de guerrillas | Sabotaje | Aniquilamiento selectiv | Propaganda y agitación armadas | |
Conjunto del país | 45.9 | 11.8 | 8.2 | 34.1 |
Ayacucho, Huancavelica y Apurímac | 54.4 | 8.01 | 8.6 | 28.0 |
Centro Norte Sur y Huallaga | 36.0 | 8.6 | 9.2 | 36.2 |
Lima Metropolitana | 12.0 | 23.7 | 3.8 | 60.1 |
Otros | 16.8 | 26.9 | 1.7 | 54.6 |
Este cuadro presenta las cuatro formas de lucha en que se desarrolla la guerra popular del Perú: guerra de guerrillas, la principal y las tres formas de acciones guerrilleras complementarias: sabotaje, aniquilamiento selectivo y propaganda y agitación armadas. Se ve que el 45.9%, del conjunto de todas las acciones cumplidas en el país son acciones guerrilleras llevadas adelante por destacamentos actuantes en las ciudades o pelotones y compañías en el campo; en tanto que el sabotaje sólo alcanza el 11.2% y el aniquilamiento selectivo apenas llega al 8.2%, mientras la propaganda y agitación armadas ascienden hasta el 34.1%. Estas cifras muestran claramente la esencia de guerra de guerrillas que anima la guerra popular en el país y es sintomático que su porcentaje se eleve más aún, hasta el 54.4% en la región de Ayacucho, Huancavelica, Apurímac, zonas eminentemente campesinas y que en todas las zonas, hasta en Lima, en su forma específica, se apunta a desarrollarla; evidentemente es el centro mismo de la acción armada y las demás sólo sirven a apoyarla e impulsarla; la guerra de guerrillas es la forma que más directamente apunta a la destrucción de las organizaciones militares enemigas, especialmente las Fuerzas Armadas. También es destacable que la propaganda y agitación armadas superen el tercio de las acciones, expresa la importancia que la guerra popular da al adoctrinamiento político y movilización de las masas; obviamente esta labor apunta principalmente al campesinado y en las ciudades al proletariado; y si bien en el campo se cumple fundamentalmente en forma oral, se complementa con campañas de afiches y volantes gráficos; esta forma se da destacadamente en las diferentes zonas y ocupa el segundo lugar, adquiriendo mayor volumen en las zonas nuevas. El sabotaje, por su parte, se ubica en tercer lugar apuntando a golpear el proceso económico de la reacción, especialmente del imperialismo, del Estado, gran capital y terratenientes, en este punto es importantísimo para el campesinado el arrasamiento de las relaciones semifeudales de explotación. Finalmente el aniquilamiento selectivo que cae sobre enemigos del pueblo, condenados directamente por las masas en juicios populares o enemigos recalcitrantes de la revolución con deudas de sangre, masacradores, torturadores, infiltrados y espías, etc., no alcanzan sino al 8.2%; sin embargo estas acciones, en su mayoría sanciones de las masas cumplidas sin crueldad alguna sino como simple y expeditiva justicia, son difundidas por la prensa reaccionaria como monstruosas y burdamente deformadas y aumentadas; aunque, claro está, debemos subrayar que las monstruosidades que se imputan a la guerra revolucionaria son crímenes arteramente cometidos por las propias fuerzas reaccionarias e imputados falsamente a aquélla. En conclusión, el cuadro muestra palmariamente el carácter guerrillero de todas las acciones armadas revolucionarias, y la condición principal y esencial que en las mismas reviste la guerra de guerrillas, sustancia misma de la guerra popular; así, se evidencia nítidamente la falsedad completa que entraña la mendaz y absurda imputación de "terrorismo" que se hace a la guerra revolucionaria del país, al fin y al cabo, como se afirmara desde el 80, quienes tal difunden, sin aportar prueba alguna, pues no la encontrarán, no hacen sino repetir a Reagan y a la reacción peruana. Simple y llanamente ante los ojos de todo el mundo en el Perú se desarrolla una guerra popular y nadie con un adarme de seso funcionando puede negarlo.
La región de Ayacucho, Huancavelica y Apurímac merece particular atención. En ella se inició la actividad de la fracción y en una palabra fue su cuna, más aún, allá comenzaron las acciones bélicas, en Chuschi y en ella heroicamente el pueblo, el campesinado pobre más que nadie ha derramado su generosa sangre para encender las llamas de la guerra popular, mantenerla e indoblegablemente impulsarla. Es en las masas de esta región que el genocidio se ha ensañado siniestro e insaciable; es aquí donde la reacción ha centrado sus fuerzas armadas y aplicado sus más elaborados planes; es aquí donde los reaccionarios se ufanaron pregonando anticipadamente haber triunfado y pacificado "prácticamente" la zona para luego tragarse sus bravatas ante nuevas ofensivas de la revolución, para volver a las andadas triunfalistas otra vez. Cuál es la situación actual de esta región y cómo ha desarrollado la guerra revolucionaria en estos dos años últimos?
Cuadro 2:
DISTRIBUCION DE ACCIONES POR REGIONES (junio 84 a junio 86)
TOTAL DE ACCIONES (%): | 100.0 |
Ayacucho, Huancavelica y Apurímac | 63.4 |
Otras regiones | 28.2 |
Lima Metropolitana | 8.4 |
Cuadro 3: FORMAS DE LUCHA Y PORCENTAJES POR REGIONES (junio 84 a junio 86)
Formas de lucha | Ayacucho, Huancavelica, Apurímac | Otras regiones | Lima Metropolitana | País |
Guerra de guerrillas | 75.1 | 22.6 | 2.3 | 100,0 |
Sabotaje | 43.3 | 39.7 | 17.0 | 100,0 |
Aniquilamiento selectivo | 74.0 | 22.1 | 3.9 | 100,0 |
Propaganda y agitación armadas | 52.0 | 33.0 | 15.0 | 100,0 |
Los cuadros 2 y 3 muestran que en los últimos dos años el 63.4% de las acciones del país se han realizado en la región de Ayacucho, Huancavelica y Apurímac; y más aún que el 75.1% de las acciones guerrilleras, el 43.3% del sabotaje, el 74.0% de los aniquilamientos selectivos y el 52.0% de la propaganda y agitación armadas se han cumplido en esa región. Cómo afirmar entonces que en ella se ha producido una reducción de la guerra popular? No hay fundamento alguno salvo las afirmaciones antojadizas y hasta tornadizas de las autoridades y jefes militares quienes, además, nunca han publicado informe oficial alguno ni de parte del gobierno ni del Comando Conjunto, ni del Comando Político-Militar de la zona, y recordemos que la región está bajo estado de emergencia continuo desde marzo del 82, aparte de los anteriores para los operativos policiales aplicados desde inicios del 81. Lo claro y concreto es que esta región sigue siendo el principal campo de batalla entre revolución y contrarrevolución armadas, y mientras el sueño reaccionario es barrer allí la guerra popular ésta resiste tenazmente todos los embates y sigue brillando como tormenta fragorosa cuyo vórtice es Ayacucho. Desde casi el inicio de la acción armada y con más persistencia al ingresar las Fuerzas Armadas y, posteriormente, por lo general coincidiendo con ofensivas o campañas reaccionarias, los estrategas de cafetín, los plumíferos, oportunistas, "senderólogos" y revolucionarios equivocados o no firmes, aconsejaron o pontificaron la imposibilidad de mantener la guerra popular en la región de Ayacucho, Huancavelica y Apurímac, que debía abandonársela y replegarse a otras zonas, incluso, decían, para "preservar" la acción y reimpulsarla en nuevas y mejores condiciones; pero aclaremos, son los mismos en general que abierta o encubiertamente han combatido la guerra popular en nombre de la "ampliación del ámbito democrático" o simplemente en "defensa de la democracia". Seguros de la gran verdad del Presidente Mao Tsetung de que una zona no se abandona mientras en reiteradas ocasiones no se pruebe la imposibilidad de defenderla; y transcurridos varios años, luego de haber afrontado y superado el más feroz genocidio de la historia republicana qué decir? a quién hubiera beneficiado el aconsejado repliegue? Simple y llanamente a la contrarrevolución, hubiera sido el mejor servicio al enemigo, remover y disolver el mayor y probado bastión de la guerra popular. Pero firmemente ligada a las masas, pese a todo lo que digan en contrario pues los hechos los desmienten irrebatiblemente, la guerra popular en Ayacucho, Huancavelica y Apurímac se desarrolla desafiante y orgullosa del heroísmo derrochado escribiendo cada día nuevas páginas de la revolución armada que está transformando la sociedad peruana; y precisamente en estos últimos meses viene golpeando contundentemente hasta en la misma ciudad de Ayacucho, volando la falsa vitrina de paz en la ciudad más militarizada del país, como lo comprueban los coches-bomba en el cuartel de la Guardia Republicana y más recientemente en la IX Comandancia de la Guardia Civil, con motivo del sexto aniversario, que estremecieron la ciudad hundiendo en la confusión y hasta el pánico a todas las fuerzas represivas, armadas y policiales. Conclusión, el sol no se puede tapar con un dedo: Ayacucho, Huancavelica y Apurímac sigue siendo la gran hoguera de la guerra popular y el más desafiante reto revolucionario.
Como se ve de los tres cuadros anteriores, en Lima Metropolitana la revolución armada realizó sólo el 8.4% del total de las acciones; sin embargo, llevó adelante el 17% de todos los sabotajes y el 15% de toda la propaganda y agitación armadas. Estos datos bastan para desmentir la supuesta concentración o "repliegue" de la revolución a Lima, como sostiene la prensa reaccionaria, los jefes militares y autoridades gubernamentales; de esta forma pretenden, por un lado, fundamentar su afirmación de que la lucha está siendo fuertemente golpeada en la región de Ayacucho y que se repliega a Lima y, por otro lado, se busca explicar las contundentes acciones que remecen la capital en estos dos últimos años. Si se analiza el cuadro número 1, el trabajo en Lima, en los años estudiados, se orienta en su 60% a la propaganda y agitación armadas, el 23.7% al sabotaje y sólo el 3.8% al aniquilamiento selectivo. Así, si vemos sus dimensiones en relación al de todo el país y el porcentaje de sus formas de guerra popular, comprobamos nuevamente la total falsedad y carencia de fundamento del intermitentemente cacareado repliegue. La cuestión es que la capital por sus características permite acciones de gran repercusión; en ella hay gran concentración del poder económico, por tanto posibilita grandes sabotajes como el de la Bayer o tiendas Hogar; en ella están las instituciones estatales centrales, por tanto es factible sabotearlos, ejemplos golpes dados al Palacio de Gobierno y al Comando Conjunto; la visitan jerarcas extranjeros, en consecuencia hay margen para un apagón general como el hecho al Papa; hay, obviamente autoridades centrales, hay pues margen para el aniquilamiento, caso del contralmirante Ponce Canessa. Además, en Lima la repercusión como agudización de las contradicciones en el seno de la reacción es inmediata, como se comprueba del mismo caso del contralmirante; por otro lado, es más difícil ocultar dada la concentración de medios de comunicación y también presencia de agencias internacionales de información, a más de las representaciones extranjeras de diversa índole; etc. Así, la capital no puede ser descuidada en la guerra popular, máxime si tenemos presentes las lecciones internacionales sobre el punto; y lo que ella demanda es un trabajo mejor organizado, cada vez más apto para conjurar golpes e infiltración, potenciar la preparación ideológica para enfrentar todo riesgo y preocuparse por desarrollar el trabajo ligándose a las masas obreras y de barrios y barriadas. Estas son las condiciones que tensando fuerzas permite también librar la guerra revolucionaria en la capital elevándola y no ningún supuesto repliegue del trabajo en otras zonas.
Ambito y expansión. Bajo la consigna "Intensificar la hoguera, extender el incendio, impulsar la lucha de clases de las masas principalmente armadas y que la represión atice" se impulsó la extensión de la guerra popular apuntando a definir un ámbito desde el departamento de Cajamarca en la frontera con Ecuador, en el noroeste, hasta la de Bolivia, departamento de Puno, en el sureste del país, ocupando así la sierra, el eje histórico de la sociedad peruana y su parte más atrasada y pobre, para convertirla en el gran teatro de la guerra revolucionaria y sirva a desarrollarla. Conquistar este ámbito es parte importante del "Plan del gran salto" y de su concreción. Como se ve del cuadro 2, el 28.2% del total de acciones armadas se libra en otras regiones, esto es fuera de la región Ayacucho, Huancavelica y Apurímac y de Lima Metropolitana, así como el 26.2% de la guerra de guerrillas, el 39.7% de los sabotajes y el 22.1% del aniquilamiento selectivo y el 33.0% de la propaganda y la agitación armadas. De esta manera la guerra popular avanza firmemente en la región central del país, muy importante para la economía peruana como centro minero, emporio agrícola, tronco de red de comunicaciones y corazón de los planes geopolíticos del Estado. Igualmente en el norte del país, centrando en sus serranías, la guerra revolucionaria avanza rápidamente y de manera análoga en la región del río Huallaga, extensas y ricas regiones de gran perspectiva económica y de creciente población, especialmente al Norte; por otro lado, la guerra popular también se extiende en el sur centrando similarmente en el campo serrano, esta paupérrima región, particularmente Puno, es en grado sumo explosiva y objeto de gran preocupación para el actual gobierno y precisamente en esta "vitrina de desarrollo" que planifican construir, la revolución golpea socavando sus planes. Pero esta labor no es reciente, ni menos de hoy, tiene tantos años como la guerra popular; ésta desde su preparación fue concebida y organizada conforme a un plan nacional que estableció regiones clasificadas por su importancia, prestándose a cada cual la atención que requería según las condiciones se especificaban y que, necesariamente, han sido desarrolladas desigualmente. Así, pues, la guerra no fue concebida de una sola región sino en varias a desarrollar simultáneamente, pero en forma desigual, con una principal que puede variar de ser necesario y todo dentro de un plan estratégicamente centralizado y tácticamente descentralizado.
La lucha empeñada en cada región y su repercusión puede apreciarse por lo siguiente: en la región del Huallaga, en julio del 84 ponen en estado de emergencia y bajo control del Comando Político-Militar número 7 el departamento de Huánuco y la provincia Mariscal Cáceres del departamento de San Martín, situación que con variantes subsiste hasta hoy; en el centro en noviembre del mismo año se decretó el estado de emergencia en la provincia Alcides Carrión del departamento de Pasco, incorporándose al control del comando referido, situación que posteriormente se extendió a la importante provincia minera de Pasco. En cuanto al Norte las acciones armadas han remecido los departamentos de Cajamarca, Ancash y en especial La Libertad, el campo ha sido profundamente removido con las invasiones de tierras que impulsa el Ejército Guerrillero Popular; las Fuerzas Policiales y el Ejército desde el comando 7 desatan la respuesta represiva, pero con insistencia se demanda el estado de emergencia y la intervención de las Fuerzas Armadas en la región. En el Sur, sobre todo en el convulsionado Puno se han llevado adelante asaltos a puestos policiales como el de San Antón, toma de pueblos como en San José y Chupa, arrasamientos y sabotajes a SAIS, así como invasión armada de tierras movilizando a 10.000 campesinos contra las asociativas que concentran inmensamente la tierra en su poder, lo cual ha llevado a las Fuerzas Policiales a declarar zonas rojas a las provincias de San Román, Azángaro y Melgar y que crezca el clamor reaccionario pidiendo se declare el estado de emergencia e intervengan las Fuerzas Armadas; así la miseria, las catástrofes naturales y la acción armada están haciendo de Puno un volcán altamente explosivo.
A lo anterior agreguemos que el desarrollo de sucesivas acciones guerrilleras han devenido en la profunda penetración del departamento de Apurímac hasta las puertas mismas de Abancay, su capital. Con lo cual está prácticamente cumplida la tarea fundamental de cubrir el ámbito, hoy la guerra popular se extiende atravesando la Sierra por el Norte hasta Cajamarca y por el Sur hasta Puno, de frontera a frontera, de Ecuador a Bolivia; ésta es una gran meta lograda con tenacidad, esfuerzo y sangre abriendo más amplias perspectivas a la revolución peruana en marcha. Pero siendo bastante esto no es todo, no sólo se combate en la Sierra también en la ceja de selva, en dos puntos claves de la misma, en el Apurímac donde estratégicamente convergen los departamentos de Cusco, Apurímac, Ayacucho y Junín y en el Huallaga rica región donde el imperialismo y el Estado planifican grandes empresas; además la lucha se desenvuelve en la Costa especialmente central y norteña y, subrayemos bastante, en Lima Metropolitana ciudad de importancia estratégica por su condición de capital, gran concentración de población y contar con la mayoría del proletariado peruano a más de ingentes masas pobres en barrios y barriadas. En síntesis, la guerra popular no sólo ha conquistado el ámbito sino que extendiéndose en Sierra, Selva y Costa marcha vigorosa y pujante construyendo lo nuevo y abriendo el porvenir.
Completando este panorama revisemos acciones saltantes. En el departamento de Ayacucho golpes a las bases de combate antiguerrilleras (de ellas hay 70 en la región, según declaración reciente del ministro de Guerra), por ejemplo a la de San José de Seqe y a la de Aqomarca precisamente en el sostén del plan piloto implantado por el gobierno aprista en la zona luego del genocidio de Aqomarca; destrucción y golpes a catorce nucleamientos, agrupamientos reimpulsados por el gobierno actual a partir de la farsa de Llochegua y su supuesta "rendición de senderistas", destrucción que implica liberar a la masa del control militar reaccionario; emboscadas al Ejército, la Marina y la policía, como las de San Pedro y Yamamonte; enfrentamientos y hasta enfrentamientos sucesivos para burlar asedio de las fuerzas armadas, aniquilando e hiriendo soldados; entrabamiento del montaje de las microrregiones, bases para la corporativización; voladura de 27 torres de la nueva red eléctrica Cobriza-Ayacucho, saboteada incluso antes de su inauguración; y coches-bomba contra la Guardia Republicana y la misma IX Comandancia de la Guardia Civil en la propia ciudad de Ayacucho, como ya lo señaláramos. Huancavelica voladura de 6 puentes y de 35 torres eléctricas de la red del Mantaro, la principal del país; arrasamiento de las asociativas agrarias Cinto y Vichincha con reparto de ganado y apropiación de tierras. Apurímac, nuevo desenvolvimiento de acciones armadas en el departamento llegando hasta la propia capital, Abancay, saboteando la central eléctrica de Matará, así como la de Chincheros y golpes a puestos policiales.
En la región del Centro expansión y elevación de las acciones; emboscadas como la de Michivilca a la Guardia Republicana; sabotaje a la subestación de Centromín y a palas mecánicas paralizando la única mina a tajo abierto de la zona; sabotaje a la Sais Túpac Amaru; voladura del puente del ferrocarril que paraliza por meses el tren a Huancayo y entorpece la salida de minerales de Huncavelica y Cobriza; sabotajes y zozobra en Huancayo entrabando y denunciando el II Rimanacuy. En la región del Norte invasión de tierras bajo la consigna "Conquistar la tierra!" que movilizó a ciento sesenta mil campesinos y confiscó trescientos veinte mil hectáreas, mayormente pastizales, y doce mil reses, en buena parte ganado fino, repartidos al campesinado; sabotaje al oleoducto norperuano, el único del país; y sabotaje a la casa matriz del Apra en Trujillo, en su aniversario y al mitin central presidido por el propio García Pérez en la plaza principal de "la capital del aprismo". En el Sur y en el convulsionado departamento de Puno las ya referidas que apuntan a remover el problema de la tierra, como en el Norte, motor de la lucha de clases en el campo. En el Huallaga asalto al puesto policial de Aucayacu; golpe a las mesnadas de Agua Blanca; arrasamiento de la gran empresa tealera; emboscada a la Guardia Republicana en La Muyuna; enfrentamientos con el Umopar (unidad móvil de patrullaje rural de la Guardia Civil) en Alto Morona y a patrulla de treinta componentes del Ejército en Patayrrondos.
Y en Lima Metropolitana sabotajes a embajadas, como el reciente a la del socialimperialismo soviético, el mayor golpe dado hasta hoy a una representación extranjera; sabotajes a decenas de locales políticos del Apra; coche-bomba en plena plaza de armas ante el Palacio de Gobierno con ocasión de la visita del presidente Alfonsín de la Argentina y subsiguiente incendio de las tiendas Scala en la misma plaza generándose intensa balacera en medio de gran confusión de las fuerzas protectoras del palacio; coche-bomba a la Prefectura, al Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas y al aeropuerto internacional; los usuales apagones generales como el del 3 de diciembre y el de marzo y julio últimos; incendios, entre ellos el de las tiendas Maruy, también en la esquina de la plaza de armas que llevó a tener que poner la capital de la república en estado de emergencia y toque de queda bajo responsabilidad de las Fuerzas Armadas, desde inicios de febrero hasta hoy; aniquilamientos selectivos que en los comicios generales golpeó al presidente del Jurado Nacional de Elecciones, a miembros de las Fuerzas Armadas y Policiales y recientemente a un contralmirante de la Marina, así como al secretario de Organización del Apra agudizando las contradicciones en la reacción y generando gran revuelo político y amenazas tronantes; y el siete de junio, día del Ejército, la ceremonia de la jura de la bandera presidida por García Pérez fue saboteada reventando cargas entre ellas una a menos de veinte metros del palco oficial, demostrándose que pese al estado de emergencia y gran control militar y policial montado veinticuatro horas antes la revolución puede golpear donde quiera y a quien convenga.
Mención especial merece la lucha de los prisioneros de guerra y de quienes directamente concurren a apoyarla. Si bien las luchas vienen librándose desde años atrás, tenaz y heroicamente, enfrentando y superando torturas, violaciones, condiciones infrahumanas, planes de aniquilamiento, represalias, asesinatos y hasta genocidio, convirtiendo las mazmorras reaccionarias en luminosas trincheras de combate, debe destacarse altamente las luchas emprendidas desde mediados del año pasado. El 13 de julio del 85, los prisioneros de guerra de las trincheras de El Frontón, Lurigancho y Callao iniciaron una lucha unitaria para conquistar la "condición de presos especiales"; y en osadas acciones beligerantes arrancaron al gobierno de Belaúnde el reconocimiento de tal condición y los derechos que la misma implica, firmándose un acta. Pero esta lucha que sorprendió y derrotó al gobierno, usando bien la coyuntura política de transferencia del mando presidencial, fue un duro golpe que respondió preparando el desquite. De éste se ocupó el nuevo gobierno, el del Apra; no bien asumió funciones comenzó a negar el acta firmada iniciándose una dura y compleja lucha en la que el gobierno intentó maniobrar aplicando la doble táctica reaccionaria; fallida ésta maquinó y montó el genocidio del 4 de octubre, premeditadamente días antes del aniversario del Partido, buscando así incluso infligir una derrota moral a los combatientes de las trincheras y a la revolución, mas los prisioneros de guerra de Lurigancho con bravura heroica no sólo enfrentaron el genocidio sino que a costa de su propia sangre lo revirtieron sobre la propia cabeza del demagógico gobierno y con la solidaridad de clase, principalmente de los demás combatientes apresados, celebraron el 7 con exultante ardor revolucionario comunista y optimismo ejemplar. Prosiguió la lucha y una vez más aprovechando correctamente la coyuntura, el 31 de octubre se obligó al reaccionario gobierno aprista a firmar el acta que negaba pero ahora firmada por autoridades de más alto nivel. Pero la lucha no cesa y la reacción siempre maquina y maniobra contra los hijos del pueblo; planteó el traslado de los prisioneros a Canto Grande para proseguir con su plan de aniquilamiento; frente a ella se organizó la campaña de "Desenmascarar y resistir" declarando su firme resolución de oponerse al traslado aún al precio de un nuevo genocidio y con intenso desenmascaramiento el desenlace de la lucha se produjo el 15 de enero del 86, cuando en enfrentamiento entre familiares de prisioneros de guerra y la Guardia Civil cae muerto un familiar y veinte heridos obligando al ministro de Justicia a declarar que "no habrá traslado a Canto Grande pues no es penal para `terroristas'"; termina de esta manera un capítulo de la campaña contra el nuevo genocidio pero el problema subsiste: violando público compromiso, fieles a su entraña reaccionaria, han comenzado el traslado de los nuevos detenidos, a la vez que la prensa clama y lo exige y la Marina reprime a los visitantes; la lucha prosigue y nuevos capítulos de la misma están por delante, como lo veremos al tratar el infame genocidio de junio. Los prisioneros de guerra con su alta moral y combatividad probada han enseñado y siguen enseñando cómo para un revolucionario es factible y, más aún, necesario convertir las prisiones en luminosas trincheras de combate.
Las acciones cumplidas de junio 84 a junio 86 comprueban el desarrollo no sólo de la cantidad, sino principalmente la elevación de la calidad de las mismas y la amplia gama que se está desenvolviendo; fehaciente muestra, también, del desarrollo de una verdadera guerra popular, pues eso es lo que hace 6 años batalla indoblegablemente en los campos y ciudades del Perú, "no importa lo que digan los traidores".
Sobre la construcción del Nuevo Poder. Para completar el análisis de la guerra popular en el Perú resta considerar la cuestión del Nuevo Poder, del Nuevo Estado, la de la construcción de bases de apoyo, esencia del camino de cercar las ciudades desde el campo; el problema del Poder, de la dictadura conjunta de Nueva Democracia que ha de transformar la vieja sociedad para, rematando la revolución democrática, servir a que la socialista, bajo la dictadura del proletariado, se desarrolle como garantía de la marcha al comunismo. Este punto lo trataremos dentro de la construcción de los tres instrumentos, pues el Estado se liga inextricablemente al Partido y al Ejército.
Acerca del Partido hemos tratado su necesidad y cómo fue reconstituido el Partido Comunista del Perú para poder asumir la tarea de dirigir la guerra popular; resta ver escuetamente algunos agregados importantes desenvueltos en los seis años transcurridos. El Partido se planteó el problema de su militarización en la Conferencia Nacional del 79, cuando se ventilaba la preparación de la guerra; en concreto, para lo que aquí necesitamos ventilar, entendemos la militarización del Partido como el conjunto de transformaciones, cambios y reajustes que necesita para dirigir la guerra popular como forma principal de lucha que genere el Nuevo Estado y la dictadura conjunta que transforme la sociedad de dominio del imperialismo, capitalismo burocrático y semifeudalidad en una República Popular de Nueva Democracia, culminando así la revolución democrática; y, además, dentro del mundo del imperialismo y de la reacción mundial que se hunden y hundirán en guerras, agrediendo y buscando destruir todo lo nuevo, lo revolucionario, especialmente lo proletario, defender y desarrollar la revolución en su etapa socialista, manteniendo la dictadura del proletariado y conjurando la restauración del capitalismo, estrechar más el omnipresente vínculo con la revolución mundial sirviendo como base a la guerra conjunta del proletariado y los pueblos para barrer al imperialismo y la reacción de la faz de la Tierra y continuar el camino de las revoluciones culturales hasta el comunismo; dentro de estos lineamientos se concibe, pues, el desarrollo de la guerra popular específica en combate con la guerra contrarrevolucionaria también específica y ambas dentro de la era de guerras múltiples y variadas en que se está hundiendo el imperialismo y que, en síntesis, es la gran contienda entre guerra popular y guerra contrarrevolucionaria a nivel mundial, forma más elevada en que se definirá la situación; y en más amplia perspectiva, la propia marcha al comunismo mediante revoluciones culturales, habiendo aún clases, se hará a la sombra de la guerra popular como línea militar del proletariado con los desarrollos que se alcancen; en consecuencia, al Partido y a los partidos comunistas se les presenta esta necesidad y perspectiva cualesquiera sean las formas específicas que se den.
Precisando la cuestión, en lo referente a su militarización, el Partido se ha abocado en su conjunto a la guerra popular, asumiéndola todos sus militantes, en pocas palabras "Nuestro centro es combatir" como sancionó el Comité Central; otra cuestión importante es la construcción concéntrica que en breve significa: tomando el Partido como eje construir en su entorno el Ejército y con estos instrumentos, con las masas en guerra popular construir en torno a ambos el Nuevo Estado; asimismo es destacable "forjar a los militantes como comunistas, primero y principalmente, como combatientes y como administradores", a fin de cumplir con las tres tareas que la revolución demanda; en cuanto al trabajo de masas desarrollarlo en y para la guerra popular; sobre dirección, su condición de clave y la importancia de una Jefatura; y la necesidad de desarrollar firme y constantemente la lucha de dos líneas, pues así se fortalece el Partido y las organizaciones para la guerra popular. Cuestión vital y decisiva es el desarrollo logrado en cuanto a línea política; la más profunda comprensión de la sociedad peruana, de la coyuntura política y principalmente de la línea militar y de la guerra popular y su dirección han avanzado considerablemente, sobre todo en lo específico de la guerra en el país, su desenvolvimiento simultáneo en campo y ciudad sin olvidar la principalía del campo. Finalmente es insoslayable el notable incremento de la militancia y especialmente el gran porcentaje de la militancia campesina y la muy considerable cantidad de jóvenes y mujeres, encerrando obviamente problemas pero, lo más importante, una gran perspectiva a condición de fortalecer la ideología proletaria. Rematando lo avanzado, la guerra popular ha permitido al Partido coger más y mejor el maoísmo como tercera etapa y la más alta del marxismo y el asumir "Enarbolar, defender y aplicar el marxismo-leninismo-maoísmo" y bregar por ponerlo al mando de la revolución mundial consciente de que así se servirá al comunismo, al proletariado y a los pueblos oprimidos; por otro lado, coger más firmemente la concepción de la clase y fundirla con la guerra popular ha desarrollado el pensamiento guía. Finalmente la propia guerra popular ha permitido forjar más a la militancia en el internacionalismo proletario.
En cuanto a la fuerza armada, la guerra popular, las masas y el Partido han generado el Ejército Guerrillero Popular, es un ejército de nuevo tipo en cuanto cumple las tareas políticas de la revolución establecidas por el Partido y como tal asume las tres tareas consagradas por la experiencia proletaria internacional: combatir, producir y movilizar a las masas lo que implica politizar, movilizar, organizarlas y armarlas; es un Ejército campesino bajo dirección absoluta del Partido según el principio "El Partido manda al fusil y jamás permitiremos que éste mande a aquél", la base es la construcción ideológica del mismo según el marxismo-leninismo-maoísmo y su aplicación que es el pensamiento guía, la línea política general y políticas partidarias; construcción política que se complementa con la organización del Partido en el Ejército, estando bajo su dirección todo el trabajo político en el mismo, así como su trabajo con las masas. La construcción militar del Ejército se hace partiendo de la teoría de la guerra popular, la línea militar del Partido y los planes militares del mismo; se organiza en destacamentos, para la ciudad, y en pelotones, compañías y batallones, siempre bajo doble mando, un mando político y otro militar, guiándose hoy por la consigna de "Desarrollar las compañías y fortalecer los pelotones apuntando a batallones". La construcción del Ejército Guerrillero Popular parte de tener presente la necesidad de plasmar la gran tesis de Lenin sobre la milicia popular y sus tres funciones de policía, ejército y administración. La instrucción militar se cumple apuntando a desarrollar la belicosidad en función del cumplimiento cabal y exitoso de las acciones. Las fuerzas armadas inicialmente partieron de destacamentos armados sin armas pues, como enseña Lenin, la falta de armas no es pretexto para no organizar aparatos armados; luego se armó con todo lo posible, jugando la dinamita hasta hoy una gran importancia, igualmente el armamento con armas elementales y tradicionales es fundamental y si bien pugnamos por conquistar armas modernas arrancándolas de las fuerzas reaccionarias, seguimos la gran lección del Presidente Mao Tsetung, históricamente comprobada: "Desde que la historia existe, en las guerras revolucionarias, los que tienen armas de calidad inferior han vencido siempre a los que tienen armas de calidad superior... Querer disponer absolutamente de las armas más modernas antes de comprometerse en la guerra, antes de emprender la guerra, es desarmarse a sí mismo". El Ejército Guerrillero Popular con sus miles de combatientes es ya un ejército probado y forjado en la fragua misma de la guerra popular y es el sostén del Nuevo Poder.
El Nuevo Poder, el Nuevo Estado, en su forma de Comités Populares, bases de apoyo en desarrollo y República Popular de Nueva Democracia en formación, es la conquista más alta en seis años de guerra popular. El Estado, teniendo en cuenta la tesis del Presidente Mao Tsetung, lo consideramos íntimamente ligado al frente único, teniendo muy especialmente en cuenta las condiciones específicas en que nos desarrollamos y la tradición "frentista" oportunista electorera de la experiencia política del país. Según disposiciones del Comité Central, el Frente Revolucionario de Defensa del Pueblo se organiza solamente en el campo concretándose en Nuevo Estado, Nuevo Poder, a partir de Comités Populares; en tanto que, en las ciudades se conforma el Movimiento Revolucionario de Defensa del Pueblo. A fines del año 82, después que las fuerzas policiales humillantemente golpeadas se retiran de amplias zonas campesinas, surgen los Comités Populares, primero en la región de Ayacucho; éstos son comités de frente único que plasman la dictadura conjunta de obreros, campesinos y pequeños burgueses, expresan la dictadura de las tres clases que participan hoy en la revolución armada: proletariado, campesinado y pequeña burguesía; se conforman como una dictadura de Nueva Democracia en cuanto sistema de Estado y en asambleas populares en cuanto sistema de gobierno. Sin embargo, si bien la burguesía nacional no participa ahora en la revolución, sus intereses son respetados. El Comité es seleccionado por la Asamblea de Delegados siguiendo la norma de los tres tercios: un tercio de comunistas en representación del proletariado, un segundo tercio de campesinos pobres en representación del campesinado y un tercer tercio de campesinos medios y elementos progresistas en representación de la pequeña burguesía; el Comité se basa, como toda forma de Nuevo Poder, en la alianza obrero-campesina bajo la dirección del proletariado representado por el Partido Comunista y se sustenta en el Ejército Guerrillero Popular. El Comité está integrado por cinco comisarios, así llamados para destacar su condición de comisionados, removibles en cualquier momento; y, dentro del programa de revolución democrática de destrucción del imperialismo, del capitalismo burocrático y de la semifeudalidad, cumple funciones de organizar la vida social de las masas en todos sus planos; la organización de la producción principalmente de la agricultura, del comercio, orientando la actividad hacia el trabajo colectivo; además ejerce justicia, organiza la educación y la recreación, así como vela la marcha de las organizaciones populares y garantiza la seguridad colectiva e individual; la base de esta labor es la introducción de nuevas relaciones sociales de producción. El desarrollo de los cientos de Comités Populares y el de las bases de apoyo, sobre aquellos conformados, siguen la fluidez de la guerra de guerrillas; son pues el producto principalmente de la guerra de guerrillas que sigue el camino de cercar las ciudades desde el campo y de la guerra popular en su conjunto; y han sufrido los embates de la guerra contrarrevolucionaria, así en torno al Nuevo Poder se libra una aguda lucha entre revolución y contrarrevolución armadas; muy expresiva es, por ejemplo, la lucha entre restablecimientos y contrarrestablecimientos librada en los años 83 y 84 fundamentalmente, sobre este punto merece recordar que el Ejército Guerrillero Popular durante los dos últimos años analizados llevó adelante 180 contrarrestablecimientos y también ligada a esta muy aguda contienda tomó 591 pueblos. En síntesis, el vórtice de la guerra entre Ejército Guerrillero Popular y las Fuerzas Armadas y Policiales reaccionarias es el problema del Nuevo Estado, el Nuevo Poder, el crear, mantener y desarrollar los Comités Populares, las bases de apoyo y avanzar más y más en la formación de la República Popular de Nueva Democracia, Nuevo Estado que contra viento y marea resplandece y seguirá resplandeciendo como antorcha desafiante y abrasadora convocando al pueblo a levantar más las ardientes olas de la guerra popular que devorando el pasado abra reciamente y para siempre el futuro para el proletariado y el pueblo.
Y cuál es su costo, en vidas? Hemos visto ya que la política reaccionaria de masas contra masas, genocidio y desaparecidos ha costado a nuestro pueblo 11.300 muertos; sumando los 1.668 de las fuerzas armadas y policiales, más sus agentes y soplones, gamonales y déspotas, y agregando los 1.738 caídos del Ejército Guerrillero Popular, la suma asciende, redondeando, a quince mil muertos hasta mayo del 86. Esta es la realidad y no las adulteradas cifras que publica la reacción para ocultar sus siniestras políticas genocidas.
Esta es la guerra popular del Perú; su análisis y comprensión demandaba tratar cuatro cuestiones: el marxismo-leninismo-maoísmo, el Partido, la guerra popular y el Nuevo Poder; vistos ya nos lleva a una clara y concreta conclusión, la guerra popular del Perú es una auténtica guerra popular que está volviendo el país al revés, el "viejo topo" está hozando profundamente en las entrañas de la vieja sociedad, nadie lo detendrá, el futuro ya mora entre nosotros, la vieja y podrida sociedad se hunde irremediablemente, la revolución prevalecerá. Viva la guerra popular!