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EL PROBLEMA CAMPESINO Y LA REVOLUCIÓN


I. El problema campesino y el problema del poder

Tiene especial importancia y es decisivo abordar el problema campesino desde el punto de vista de como sirve para la toma del poder; y esto es lo que interesa en última instancia al Partido, pues el problema del poder es la cuestión central de la revolución. Así organizar y dirigir la lucha de clases en su conjunto con el definido propósito de tomar el poder, y en esta perspectiva esclarecer y resolver los problemas que surgen es lo fundamental. El V pleno del PCP al abordar tópicos como este dice:

"El problema del Poder como cuestión central, la Guerra Popular como concreción de la violencia revolucionaria, las condiciones en las que se desarrolla un Partido en un país como el nuestro y la importancia del trabajo campesino como sustento de la Guerra Popular son, pues, problemas sustantivos de nuestra línea que siempre debemos tener presentes y que hoy, cuando impulsamos la reconstitución del Partido se irán poniendo cada vez más sobre el tapete y repercutirán en cuestiones de la línea política y su aplicación".

Es notoria, entonces, la importancia de abordar un tema como el problema campesino: a fin de cuentas, el desarrollo del movimiento campesino en medio de la lucha armada constituye hoy el meollo del problema del poder.

Los grandes maestros del proletariado han sentado las cuestiones básicas sobre este asunto. Marx lo expresa certeramente en una carta a Engels:

"Todo el curso de los acontecimientos, en Alemania, dependerá de la posibilidad de prestar ayuda a la revolución proletaria mediante una segunda edición, por decirlo así de la guerra campesina".

Lenin reafirma esta idea al tratar sobre la revolución rusa:

"El proletariado debe llevar a término la revolución democrática, atrayéndose a la masa de campesinos, para aplastar por la fuerza la resistencia de la autocracia y paralizar la inestabilidad de la burguesía" ( Dos tácticas de la social democracia en la revolución democrática".

Y en un informe al III Congreso de la internacional afirma:

"El movimiento avanza, y las masas trabajadoras, los campesinos de las colonias, a pesar de que aún son atrasados, desempeñaran un papel revolucionario muy grande en las fases sucesivas de la revolución mundial".

Y por último Mao Tse-tung, quien alcanzo una muy profunda comprensión sobre el papel del movimiento campesino, plantea:

"El actual ascenso del movimiento campesino es un acontecimiento grandioso. Dentro de poco, centenares de millones de campesinos en las provincias del Centro, el Sur y el Norte de China se levantarán como una tempestad, un huracán, con una fuerza tan impetuosa y violenta que nada, por poderoso que sea, los podrá contener. Romperán todas las trabas y se lanzarán por el camino de la liberación. Sepultarán a todos los imperialistas, caudillos, militares, funcionarios corruptos, déspotas locales y 'shenshi' malvados. Todos los Partidos y camaradas revolucionarios serán sometidos a prueba ante los campesinos y tendrán que decidir a qué‚ lado colocarse. ¿Ponerse al frente de ellos y dirigirlos? ¿Quedarse en su zaga gesticulando y criticándolos? ¿Salirles al paso y combatirlos? Cada chino es libre de optar entre estas tres alternativas, sólo que los acontecimientos le obligarán a elegir rápidamente". ("Informe sobre una investigación del movimiento campesino en Junán).

Mariátegui, el fundador del Partido, definió este problema básico en la Línea Política General. Hablando del campesinado indígena dijo: "La esperanza indígena es absolutamente revolucionaria "y señaló al PCP el objetivo de organizar obreros y campesinos con carácter sumamente clasista, y el de "estimular primero y realizar después las tareas de la revolución democrática-burguesa", o sea conducir la revolución agraria.

Al retomar el camino de Mariátegui, el PCP ha venido elevando su comprensión de este importante problema. Así, el editorial de Bandera Roja 41 dice:

"Sin un trabajo revolucionario entre las masas campesinas, esto es políticamente orientadas por el marxismo-leninismo, dirigido por el Partido Comunista, no puede haber desarrollo de las fuerzas armadas ni puede haber Guerra Popular, en conclusión no puede haber liberación nacional, ni por lo tanto destrucción de la explotación imperialista y feudal".

II. El movimiento campesino y la revolución democrático nacional

La lucha campesina por la tierra, que es una lucha antifeudal, sienta las bases a la revolución democrática-nacional; esto se desprende de las leyes generales de la lucha de clases de nuestra revolución, leyes sistematizadas por Mariátegui como Línea Política General. Nuestra sociedad tiene un carácter semicolonial y semifeudal donde el pueblo peruano sufre la explotación y opresión del imperialismo, los terratenientes feudales y el capitalismo burocrático; de aquí nace la necesidad de derrocar a estas clases y barrer su dominio, en eso consiste la etapa actual de la revolución, su contenido es demoburgués, que no va contra toda la burguesía sino sólo contra una parte de ella, la burguesía burocrática a más de combatir a los terratenientes feudales y al imperialismo.

Destaquemos el papel del capitalismo burocrático que en su desarrollo madura las condiciones finales para el triunfo de la revolución democrática-nacional. Mao nos enseña que este capital monopolista asociado al poder del Estado, así como estrechamente sujeto y ligado al imperialismo y los terratenientes conforma un capital monopolista estatal, comprador y feudal; de esta manera llega a la cúspide de su desarrollo y prepara "suficientes condiciones materiales para la revolución de nueva democracia", quedando la tarea de "confiscar la tierra de la clase feudal y entregarla a los campesinos" y "confiscar el capital monopolista". En nuestro país se desarrolla una profundización de este capitalismo burocrático y se impulsa particularmente el capital monopolista estatal como palanca de la economía, buscando amasar enormes capitales y monopolizar las arterias vitales de la economía. Todo lo cual lleva forzosamente a las mismas conclusiones que señala Mao Tse-tung sobre la revolución democrática-nacional y la guerra campesina. Hasta qué punto est7aacute;n entrañablemente ligados el problema campesino y el problema de la guerra como condiciones absolutas de la revolución democrática-burguesa, lo establece Mao Tse-tung al analizar la revolución China:

"Así, pues, la revolución democrática-burguesa de China tiene dos características fundamentales: 1) el proletariado o bien establece un frente único nacional revolucionario con la burguesía, o lo rompe cuando se ve obligado a ello, y 2) la lucha armada es la forma principal de la revolución. No consideramos aquí como característica fundamental la relación del Partido con el campesinado y su relación con la pequeña burguesía urbana, pues primero, estas relaciones son en principio las mismas que tienen todos los Partidos Comunistas del mundo, y segundo, en China, cuando hablamos de la lucha armada, nos referimos en el fondo a la guerra campesina y la estrecha relación del Partido con la guerra campesina y su relación con el campesinado son una y la misma cosa". ("Con motivo de la aparición de El Comunista").

Queda así bien claro que la lucha armada que nos toca realizar es una revolución agraria que realizan los campesinos bajo la dirección del proletariado; lo que constituye una constante, el medio natural de la revolución. Si no se ha desatado todavía la guerra, todo debe servir a prepararla y, una vez que se inicie, todo debe servir a desarrollarla.

La alianza obrero-campesina. Mariátegui nos enseñó:

"La fuerza de la revolución residió siempre en la alianza de agraristas y laboristas, esto es de las masas obreras y campesinas".

De acuerdo a esto obreros y campesinos forman las masas básicas de la revolución, una vez sean movilizados y organizados los explotadores serán derrocados y la revolución triunfará. Sobre la base de la alianza de millones de obreros y campesinos será posible unir también a la pequeña burguesía urbana y en ciertas condiciones, a la burguesía nacional.

El campesinado es la clase más numerosa y la más oprimida, sobre él pesan las gruesas cadenas del sistema semifeudal, y por esto mismo tiene latente una fuerza formidable. Como dijera nuestro fundador:

"El indio, tan fácilmente tachado de sumisión y cobardía, no ha cesado de revelarse contra el régimen semifeudal que lo oprime bajo la república como bajo la colonia".

Apoyar a los campesinos en su lucha por la tierra nos lleva a ganar al más grande aliado para el proletariado y así organizar poderosas fuerzas de combate. El campesinado resulta ser la fuerza principal de la revolución democrática-nacional y el mejor aliado del proletariado.

El proletariado, la clase más avanzada de la historia, tiene el deber impostergable de dirigir a la masa campesina. Mariátegui sintetiza cabalmente este problema en el prefacio a "El Amauta Atusparia":

"Las reivindicaciones campesinas no triunfaron contra la feudalidad en Europa, mientras no se expresaron sino en las 'jaquearías'. Triunfaron con la revolución liberal burguesa, que las transformó en un programa. En nuestra América española, semifeudal aún, la burguesía no ha sabido ni querido cumplir las tareas de la liquidación de la feudalidad. Descendiente próxima de los colonizadores españoles, le ha sido imposible apropiarse de las reivindicaciones de las masas campesinas. Toca al socialismo esta empresa. La doctrina socialista es la única que puede dar un sentido moderno, constructivo, a la causa indígena, que situada en su verdadero terreno social y económico, y elevada al plano de una política creadora y realista, cuenta para la realización de esta empresa con la voluntad y la disciplina de una clase que hace hoy su aparición en nuestro proceso histórico: el proletariado".

Darle dirección proletaria al campesinado es la esencia de la alianza obrero-campesina, significa fundir al Partido con el campesinado y sus luchas, dar concepción proletaria a los campesinos, ganar activistas entre ellos y construir el Partido en el campo; es en concreto, movilizar, organizar y armar al campesinado bajo la dirección de la clase obrera representada por su Partido, el Partido Comunista.

III. La lucha por la tierra

El camino burocrático. A lo largo de siglos la opresión feudal se ha manifestado en que la propiedad de la tierra se encuentra concentrada en manos de unos pocos terratenientes en tanto que millones de campesinos no poseen ninguna tierra, o si la tienen es muy poca. Así, sobre esta gigantesca concentración de la tierra, usurpada cruelmente por la clase feudal, se levanta un sistema de servidumbre que, bajo distintas modalidades (trabajo gratuito, pagos en especies o dinero), permite que la clase terrateniente feudal viva como parásito a todo lujo a costa de la miseria y opresión sin límites del campesino, hundiendo así a todo nuestro pueblo en el atraso y el hambre. Latifundio y servidumbre se han mantenido así, a lo largo de varios siglos, como pilares de la organización social, política y económica del Perú.

La economía terrateniente es evolucionada en un proceso muy lento y prolongado hacia una forma capitalista siguiendo el camino burocrático que consiste en introducir técnicas y modalidades capitalistas manteniendo la gran propiedad agraria y resguardando el poder de la clase terrateniente feudal. Por este camino la economía terrateniente es evolucionada internamente y en lugar de liberar al campesino, aprovecha al máximo la explotación del trabajo gratuito y otras modalidades feudales para lograr una acelerada acumulación de capitales . El campesino sufre dolorosamente este largo proceso de transformación, en que es succionado su trabajo y sus bienes, se ve despojado de sus pocas tierras e incluso es lanzado fuera del campo. El latifundio y la servidumbre se mantienen, ocultos bajo nuevos nombres (CAP, SAIS, "Propiedad Social", "trabajo comunal", etc.), y se ligan más estrechamente al capitalismo burocrático y al Poder estatal.

Mariátegui explica este proceso con las siguientes palabras:

"El capitalismo, como sistema económico y político, se manifiesta incapaz, en América Latina, de la edificación de una economía emancipada de las taras feudales. El prejuicio de la inferioridad de la raza indígena, le consiente una explotación máxima de los trabajos de esta raza ­y no está dispuesta a renunciar a esta ventaja, de la que tantos provechos obtiene. En la agricultura, el establecimiento del salariado, la adopción de las máquinas no borran el carácter feudal de la gran propiedad. Perfeccionan, simplemente, el sistema de explotación de la tierra y de las masas campesinas".

El problema campesino no puede ser desligado del problema nacional. Ya Mariátegui nos decía "el problema de los indios es el problema de las tres cuartas partes de la población del Perú. Es el problema de la mayoría. Es el problema de la nacionalidad". La lucha contra el imperialismo tiene su sustento en la lucha del campesinado, en la lucha semifeudal. Desligar ambos es caer en un falso racionalismo.

"Tierra para quien la trabaja". El fundador de nuestro partido, en "Esquema del problema indígena" dice:

"La lucha de los indios contra los gamonales ha estribado invariablemente en la defensa de sus tierras contra la absorción y despojo. Existe, por tanto, una instintiva y profunda reivindicación indígena: la reivindicación de la tierra. Dar un carácter organizado, sistemático, definido a esta reivindicación es la tarea que tenemos el deber de realizar activamente".

Mariátegui resume así cientos de años de lucha campesina y también la necesidad de canalizar esta aspiración campesina de "tierra para quien la trabaja", pues sólo con el proletariado organizando a los campesinos la lucha por la tierra tendrá un buen fin. La entrega de la tierra al campesinado luego de aplastar a la clase terrateniente y a su estado, permitirá borrar para siempre la servidumbre emancipando así al campesinado de las relaciones agrarias feudales. Con el camino campesino en la agricultura se abre la perspectiva de un desarrollo capitalista en las mejores condiciones posibles para el campesinado. Es en la segunda etapa de la revolución, la etapa socialista, en que estas relaciones capitalistas son limitadas y restringidas para dar paso a la colectivización del campo. Así como parte del camino democrático, los campesinos exigen una reforma agraria que liquide la feudalidad; esta reforma significa:

1. Destrucción del latifundio, su reparto a los campesinos.
2. Confiscación o "expropiación sin indemnización".
3. Ejecución por la fuerza, por la guerra campesina, por el poder popular.

IV. La guerra popular es una guerra campesina

La guerra es una necesidad absoluta para la realización de nuestra revolución. Mariátegui inculc7oacute; al PCP y al proletariado peruano este principio marxista-leninista de validez universal con las siguientes palabras: "el poder se conquista a través de la violencia... se conserva el poder sólo a través de la dictadura". Capacitar a las vastas masas en el empleo de la violencia revolucionaria es clave para lograr la liberación de nuestro pueblo, y esto es aún más urgente en un país atrasado, de condición semifeudal y semicolonial como el nuestro.

La guerra es la forma principal de lucha. La victoria del proletariado y el pueblo sobre sus enemigos es el futuro inevitable. La actual situación de debilidad de el pueblo y fuerza del enemigo es sólo aparente y temporal, pues vistas las cosas en su conjunto, la reacción no es más que un "tigre de papel" en tanto que el pueblo es una verdadera muralla de hierro, es invencible. Este concepto de Mao Tse-tung es fundamental para combatir seguros de la victoria, según sus propias palabras:

"El enemigo tiene una base frágil, se desintegra internamente, está separado del pueblo y sumergido en inextricables crisis económicas ­ por tanto puede ser derrotado" ­ y al mismo tiempo "las masas, los millones y millones de hombres que apoyan con toda sinceridad la revolución. Esta es la verdadera muralla de hierro que ninguna fuerza podrá romper". Temer al enemigo como si fuera todopoderoso es derechismo que frena la acción. En su miedo al enemigo algunos llegan a decir "el fascismo es la destrucción del movimiento popular y sus organizaciones" y optan por el ocultismo, bajo el nombre de "hacer la retirada" o "ilegalizarse".

La reacción tiene un gran ejército pero su economía está en grandes contradicciones y le acomete una grave crisis econ7oacute;mica, política e ideológica. La fuerza del enemigo reposa en un punto débil, pero esta debilidad no se manifiesta de la noche a la mañana. De la misma manera las masas son vastas y fuertes, pero su debilidad consiste en que no están movilizadas y organizadas.

Se necesita, por tanto, emprender una guerra prolongada, una guerra a muerte en que destruyamos al enemigo parte por parte. Así y sólo así, a través de un largo proceso con vueltas y revueltas, la debilidad del enemigo se hará evidente y la fortaleza del pueblo será aplastante.

El proletariado tiene que forjarse y capacitarse en medio de la guerra, tiene que organizar y movilizar a todo el pueblo y principalmente al campesinado en función de esta forma de lucha. El hecho de ser un país semifeudal y semicolonial, de que el inmenso campo está aherrojado por la opresión feudal, sin libertad ni derecho político alguno determina que la revolución armada tenga que enfrentar a la contrarrevolución armada si quiere avanzar.

Mao Tse-tung ha sintetizado esta gran verdad, válida para todos los países atrasados, y de tremendo valor para construir al Partido Comunista en estos países:

"En China, la forma principal de lucha es la guerra, y la forma principal de organización, el ejército. Todas las demás formas, como las organizaciones y luchas de las masas populares, son también muy importantes y absolutamente indispensables, y de ningún modo deben ser dejadas de lado, pero el objetivo de todas ellas es servir a la guerra. Antes del estallido de una guerra, todas las organizaciones y luchas tienen por finalidad prepararla, .... Después del estallido de una guerra, todas las organizaciones y luchas se coordinan de modo directo o indirecto con la guerra". ("Problemas de la Guerra y la Estrategia").

No nos cabe entonces un largo período de preparación y uso de la legalidad, antes de desatar la guerra como en un país capitalista. Es en medio de la guerra que iremos ganando al pueblo y destruyendo al enemigo, parte por parte.

La guerra es de los campesinos bajo la dirección del proletariado. El campesinado, por constituir la base de la revolución democrática nacional es también la base de la guerra popular. Esta es una guerra campesina o no es nada.

Mariátegui analizó el papel del campesinado en la revolución y sustentó la necesidad de armar a los obreros y campesinos para conquistar sus reivindicaciones, la primera de las cuales es la tierra. Señaló "la acción armada de las masas campesinas" en Méjico y que allí "la rebelión se propagó velozmente" y aunque no tenía un programa: "Su primera reivindicación concreta, era la reivindicación de la tierra usurpada por los latifundistas". ("Temas de nuestra América"). Y precisó que se trataba de una revolución democrática-burguesa que sólo avanzaría si el proletariado la dirigía. De lo contrario la revolución daría "marcha atrás". La hegemonía del proletariado en la revolución democrática-nacional, una vez que se cuenta con la línea justa, se mide por la dirección que ejerza sobre el movimiento campesino. El Partido debe preocuparse por movilizar al campesinado y organizarlo como poderosa fuerza de combate.

El camino de la revolución es del campo a la ciudad. Mariátegui enseñó este camino cuando sentenciaba:

"Abatida la feudalidad latifundista, el capitalismo urbano carecerá de fuerzas para resistir a la creciente clase obrera". Este camino consiste en cercar las ciudades desde el campo, para terminar tomando las ciudades. Así se aprovecha que el enemigo es débil y tiene fuerzas reducidas en el campo en tanto que las vastas masas campesinas son el contingente principal en esta guerra.

La revolución tiene que desarrollar sus fuerzas ocupando primero amplias zonas rurales y una vez fuertes en el campo marchar a la toma de las ciudades donde la reacción concentra su fuerza armada. Este camino de la revolución en los países atrasados ha sido sistematizado por Mao Tse-tung, quien con sus profundas enseñanzas presta una arma valorable para nuestra propia revolución:

"En vista de que los poderosos imperialistas y sus reaccionarios aliados chinos se hallan desde hace mucho atrincherados en las principales ciudades de nuestro país, los destacamentos revolucionarios, si se niegan a transigir con el imperialismo y sus lacayos y quieren perseverar en la lucha, si quieren acumular fuerzas, templarse y evitar, mientras no dispongan de suficiente poderío, una batalla decisiva con el poderoso enemigo, tienen que convertir las atrasadas zonas rurales en avanzadas y sólidas bases de apoyo, en grandes baluartes militares, políticos, económicos y culturales de la revolución desde donde luchar con el fiero enemigo, que ataca las zonas rurales utilizando las ciudades, y llevar paso a paso la revolución a la victoria completa a través de una lucha prolongada". ( La Revolución China y el Partido Comunista de China ).

No vamos a conquistar al campesinado de manera inmediata. Primero vamos a construir bases de apoyo en extensas zonas y a partir de ellas desarrollar la Guerra Popular. Construir una base de apoyo requiere aniquilar las fuerzas enemigas, movilizar a las masas campesinas y desarrollar las propias fuerzas armadas. En estas bases de apoyo se levanta el poder popular y se realiza la reforma agraria. El problema de la base de apoyo es cardinal para el desarrollo de la guerra popular.

La construcción del Partido y su trabajo en el campo deben estar orientados a convertir la lucha campesina en lucha armada. En el cuadro general de su trabajo revolucionario, se requiere que el Partido se construya en el campo, que tenga allí su peso principal. El Partido debe conocer a cabalidad la situación económica y política del campo, y, utilizando el marxismo-leninismo, debe investigar las clases para definir quiénes son los amigos y quiénes son los enemigos.

El Partido debe ir a los más pobres y "echar raíces entre ellos, movilizando y organizando a las masas en su lucha por la tierra, este trabajo lleva insensiblemente a la lucha armada, y nos cabe dirigir esta lucha para, derribando el poder reaccionario en una región, establecer el poder popular. Así es como se le plantea al Partido el problema de establecer bases de apoyo, avanzadas en los aspectos ideológico, político, organizativo y militar. Por último se debe realizar la reforma agraria, confiscando la tierra de los latifundistas feudales y repartiéndola a los campesinos.

Mariátegui se preocupó siempre por la construcción del PCP en el campo. Hablando sobre un activista campesino de la época decía:

"El 'nuevo indio' espera. Tiene una meta. He ahí su secreto y su fuerza ... Urviola representa la primera chispa de un incendio por venir. Era el indio revolucionario, el indio socialista ...hoy la Sierra está preñada de espartacos".

Otro importante problema de la guerra es el ejército popular que es la forma principal de organización y uno de los 3 instrumentos de la revolución. Mariátegui define el papel de este ejército de nuevo tipo del cual dice:

"El ejército rojo es un nuevo caso en la historia militar del mundo. Es un ejército que siente su papel de ejército revolucionario y que no olvida que su fin es la defensa de la revolución". Y destacando las guerrillas afirma que "la misma relación de cuerpo, de clase, existía entre la montonera y las masas obreras y campesinas. Las montoneras eran simplemente la parte más activa, batalladora y dinámica de las masas". El problema de la guerra y sus leyes generales debe ser estudiado concienzudamente por todo el Partido para cumplir resueltamente el papel que la historia nos señala.

V. Camino de la reacción

En nuestro país la reacción desarrolla un camino burocrático que, en esencia, desenvuelve el dominio imperialista y feudal, y sobre estos dos pilares desarrolla el capitalismo burocrático.

Este camino ha contado desde su inicio con la firme oposición del pueblo y se le han presentado una serie de dificultades para avanzar. En la década de los 60, el campesinado se levantó y arrastró al pueblo entero a un auge revolucionario que puso en serios aprietos a la reacción y cuestionó su poder. De allí que la reacción sacara dos conclusiones: I ) profundizar el capitalismo burocrático y 2) corporativizar la sociedad peruana.

Con este espíritu surge el régimen fascista como plan piloto y preventivo orientado a aplastar la Guerra Popular. Una de las principales medidas que dio fue la ley agraria que consiste en el mantenimiento y desarrollo de la gran propiedad basada en nuevas formas de trabajo gratuito. Se trata del camino burocrático en el campo y no de "socialización" como dicen algunos.

Ante las dificultades que esta medida encuentra por la oposición del campesinado, el reajuste general corporativo emprendido hace dos años por el régimen fascista, busca asegurar sus objetivos a través de "llevar el capitalismo al campo", y a través de una frenética explotación de los campesinos para lograr su ansiada "acumulación acelerada de capitales". En el 7th. Aniversario de la Ley Agraria (junio de 1976), el ministro de agricultura anunció que "todas las instituciones, tanto los sectores públicos y particulares, deben concurrir a esta gran movilización para transformar el campo peruano en la rueda más rápida y poderosa que hará caminar hacia el desarrollo a nuestra patria".

En realidad con estas medidas, con llevar el capitalismo burocrático al campo, lo van a hacer caminar por el camino de la revolución. Engels ha dejado claro este problema desde hace mucho tiempo: "La transformación de todos los pequeños propietarios rurales de casas en obreros industriales a domicilio, la desaparición del antiguo aislamiento y por lo tanto de la nulidad política de los pequeños campesinos, arrastrados por la `vorágine social', resulta ser la extensi7oacute;n de la revolución industrial al campo, y por ello, la transformación de la clase más estable y conservadora de la población en un vivero revolucionario; y como culminación de todo esto la expropiación de los campesinos dedicados a la industria a domicilio por la máquina que les empuja forzosamente a la insurrección".

VI. Camino del pueblo

El pueblo peruano tiene un único camino a través del cual se ha de liberar, este es el camino de Mariátegui. Este camino nos plantea con urgencia que la revolución democrática-nacional seguirá adelante sólo si nos hacemos "de fusiles, de programa y de doctrina" como dijera textualmente Mariátegui, lo que hoy conocemos como los 3 instrumentos de la revolución: Partido, Ejército y Frente Único.

En la actualidad se vive un desarrollo de las masas como tendencia principal en que el pueblo libra luchas cada vez mayores y se desarrolla en todos los aspectos: ideológico, político y orgánico. Las masas más profundas y atrasadas del país viven intensamente esta situación, cunde en ellas el descontento y se aprestan a desatar grandes tormentas revolucionarias.

Esta tendencia principal lleva necesariamente a un auge de las masas. Recordemos la experiencia de la década del 60: el auge de las masas significa en primer lugar el auge del campesinado, en ese momento el campesinado toma la tierra y desconoce a los tribunales llegando al enfrentamiento violento con la reacción. Ciertamente vivimos una situación tal que, como Mao Tse-tung dijera, "una sola chispa puede incendiar la pradera", en que todas las contradicciones se agudizan y de lo más profundo del pueblo asomar una masa colosal y autoimpulsada.

Mariátegui analiza magistralmente una situación similar a la nuestra, la de Méjico en los momentos previos a su revolución:

"Pero un pueblo, que tan porfiadamente se había batido por su derecho a la posesión de la tierra, no podía resignarse a este régimen feudal y renunciar a sus reivindicaciones. Además el crecimiento de las fábricas creaba un proletariado industrial al cual la inmigración extranjera aportaba el polen de las nuevas ideas sociales. Aparecían nuevos núcleos sindicalistas y socialistas ... Y, sobretodo, fermentaba en los campos un agrio humor revolucionario. Un caudillo, una escaramuza cualquiera podía encender y conflagrar el país". (Temas de nuestra América, p.39). En esta candente situación le toca al PCP impulsar su reconstitución y fundirse con las masas, campesinas principalmente. Concluyamos con entera confianza en estas sabias palabras de Mao Tse-tung:

"El que sea correcta o no la línea ideológica y política lo decide todo. Cuando la línea del Partido es correcta, lo tenemos todo. Si no tenemos hombres, los tendremos; si no tenemos fusiles, los conseguiremos; y si no tenemos el poder, lo conquistaremos. Si la línea es incorrecta, perderemos lo que hemos obtenido".

Ediciones Bandera Roja No. 46, agosto 1976.





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